Inalcanzable y paradigmático, fuerza que atrae y repele, exige llegar al horizonte y atemoriza. Hombre presto e inteligente, que ante la responsabilidad sin obligación cumple eficiente y riguroso; aunque olvida que un día estuvo entre gigantes y la duda rondó a la cabeza.
Por Adyanis Castillo Licea. (Periodista)
A: Arnoldo Fernández Verdecia.
Me aventuro con aires bien intencionados por caminos riesgosos e impredecibles. En las calles cobran vida retos, obstáculos y hasta miedos que ponen a prueba la fuerza interior de los semejantes.
Cuando cejas, ojos y boca armonizan para conformar el cuadro de la consternación, tamaño, manos y voz combinan para hacerse notar, cuando el cerebro impresiona, tan grande y tan pequeño.¿Será virtud o defecto de quienes saben engalanarse con cada uno de ellos?
Inalcanzable y paradigmático, fuerza que atrae y repele, exige llegar al horizonte y atemoriza. Hombre presto e inteligente, que ante la responsabilidad sin obligación cumple eficiente y riguroso; aunque olvida que un día estuvo entre gigantes y la duda rondó a la cabeza.
Forzada metamorfosis de humano en insecto y alfombra. La mutación hizo falta, permitió crecer, mirar en otro ángulo, sacar de los escondrijos aptitudes desconocidas que respondieran a la embarazosa transformación.
No hay derecho para lo injurioso. La caída del día es la oportunidad de corregir las malas horas.
El propósito cumplido arrastra recuerdos desabridos y azucarados, fue preciso un día con sol y otro con tormenta para aprender que lo dulce y lo salado nutren el cuerpo. El trance valió la pena, aunque las ideas chocaron y el sabor cambió con frecuencia. Pernoctar un reino diferente, dio paso al resultado que hoy se siente. Nube de criterios que discrepan y al final agradecen.
Encontrarse al miedo o al reto a la vuelta de la esquina y a mitad del camino, pudo ser una prueba o una buena señal que susurra hoy al oído.
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