A los cubanos que están por el mundo, y a los que piensan irse les pregunto: ¿han pensado en su perro al abandonar Cuba? |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
Falsos Documentos, de
Mirta Yañez, es un libro raro, quizás
ahí radica la magia de apreciarlo en toda su hondura. Integra once cuentos
breves; pudieran clasificarse como viñetas, pero eso no le resta calidad, ni
mucho menos contenido. Lo vi muchas veces en uno de los estantes de la librería
donde vivo, aquí en Contramaestre, me parecía intrascendente. Uno de esos
días me dio por hojearlo y el estilo fue agradable. No pude evitar
comprarlo.
Como viñetas
al fin, lo leí en un par de horas. Una mezcla de ensayo, cuento, y periodismo
confluyen en cada uno. Por momentos pueden leerse con ojos de europeo,
otras como inquilino de la Universidad de La Habana, en algunos, juegos íntertextuales proponen historias, como por ejemplo, Nadie
llama de la selva, sobre el que quiero detenerme, para convocar a amigos y
conocidos a leerlo.
No es
una reiteración del famoso libro El
llamado de la selva, de Jack London, sino, un cuento con un título
contradictorio: “Nadie llama de la selva”. El protagonista, al igual que en la
referencial novela de London, es un perro, blanco, “con grandes mechones en el
pecho, de pelo corto y lustroso, bien cuidado”. Buck era el protagonista de El llamado de la selva, aquí es un perro
cualquiera, abandonado por una familia que se va del país. El perro vivía en
una de esas casas “añosas del Vedado, ya despintada y con aires de decadencia.
Sin embargo, el jardín se notaba verdecido y daba muestras de haber sido podado
en fechas recientes”.
El perro pasó
muchos días ante la puerta principal de la casa, esperando una voz conocida, un
olor cercano, una pista que delatara la presencia de sus amos. Pero el tiempo
pasó y ninguna de sus motivaciones caninas pudo cumplirse. “(...) tenía un aspecto miserable, aunque se mantenía todavía mirando hacia el mismo
lugar. Las orejas alertas eran el único residuo que quedaba de su prestancia de
los primeros días. Tenía el cuerpo enjuto y consumido, el pelo viscoso y la
mirada vidriosa. La espera llegaba a su fin y algo parecido a la piedad, al
perdón, entraba en su leal corazón de perro. Ellos, sus dioses, sabrían por qué
lo habían hecho”.
“Un mes más
tarde el perro ya no estaba. No lo habían vencido las nevadas, ni los lobos, ni
el hambre, sino aquella tristeza que le impedía hacer otra cosa que seguir cuidando
la casa y esperar, solitario, el regreso”.
Nadie llama de la selva, es la historia de muchos canes que quedan abandonados por
ese trauma que se llama irse del país natal y dejar todo atrás, incluso una
fiel mascota. La lealtad del protagonista nos recuerda que, en una aventura,
como la de irse, hasta la separación del mejor amigo del hombre es traumática,
tanto para los que se van, como para el animal obligado a quedarse.
Falsos documentos
espera a los cubanos que están por el mundo, y a los que piensan irse. A propósito de Nadie llama de la selva pregunto a todos: ¿han pensado en su perro al
abandonar Cuba?
Alexis tienes toda la razón, es lamentable la cantidad de perros callejeros que andan hoy por las calles de Cuba y que tienen un final infeliz, como ser atrapado como carne para felinos o sencillamente morir aplastado por las ruedas de un carro o las de un tren, o envenado por robar comida para sobrevivir.....TRISTE REALIDAD AMIGO....De todas formas busque este libro: Falsos documentos y no deje de leer Nadie llama de la selva, entonces comprenderá mejor las razones de mi post en Caracol de Agua.....Abrazos
ResponderEliminarAlexis Díaz Pimienta: Es un tema muy triste, sí, muy duro, un tema que todos debemos llevar en la mochila y en la frente y en la voz todo el tiempo. Un abrazo grande
ResponderEliminarLuisa Navarrete: me emociona, me llega y me indigna que sigan pasando estas cosas, yo tengo una perrita Pepa que fue abandonada con meses y la encontramos siendo todo huesos y pulgas, en fin algunas historias acaban bien, pero el 99% mal. Sabéis cuantos perros se sacrifican al día en las perreras? el dato asusta y hace pensar.
ResponderEliminarRamon Ignacio Villavicencio: A veces siento que los humanos llevamos un perro en el alma. Fieles animalitos, estimados amados. Tanto amo a mi perro que los humanos que amamos se sienten cabisbajos y que lindo tener al can de los milagros...aquel que nada cobra por el amor que damos...Siempre me agitas poeta. Que fuerza y que apretazon en todo lado.
ResponderEliminarAlexis Díaz Pimienta: he Amigo Arnoldo, si en Contramaestre o donde vivas ahora, Baire, Habana, hay tantos perros callejeros como en la Isla de la Juventud, no hay que pensar en los que se van, porque los que se quedan también los abandonan y ellos están aquí mismo.
ResponderEliminarAlexis tienes toda la razón, es lamentable la cantidad de perros callejeros que andan hoy por las calles de Cuba y que tienen un final infeliz, como ser atrapado como carne para felinos o sencillamente morir aplastado por las ruedas de un carro o las de un tren, o envenado por robar comida para sobrevivir.....TRISTE REALIDAD AMIGO....De todas formas busque este libro: Falsos documentos y no deje de leer Nadie llama de la selva, entonces comprenderá mejor las razones de mi post en Caracol de Agua.....Abrazos
ResponderEliminarAlexis Díaz Pimienta: Arnoldo, ¿conoces mi poema «Si abandonas al perro? Cuando pueda lo busco y te lo mando.
ResponderEliminarAbrazos y saludos al resto.
Alexis Díaz Pimienta: Acabo de encontrar el poema en Internet y te lo comparto:
ResponderEliminarSI ABANDONAS AL PERRO
para Consuelo Posada, en nombre de los perros más tristes de La Habana; al pequeño Freud y a la pequeña Bia, in memoriam
Si abandonas al perro
se irá con él la memoria
secreta de la casa,
sus oscuros designios.
El perro abandonado
arrastra por las calles
voces ajenas y recuerdos lúgubres,
babea en las esquinas su memoria.
Si abandonas al perro
dormirá tu pasado a la intemperie
y tendrás pesadillas con sucesos
que ocurrirán más tarde.
El perro abandonado
va contándole a los postes,
a las ruedas de los automóviles,
a las sobras de los restaurantes,
a los zapatos de los desconocidos,
al culo de otros perros,
a la lluvia, a la luna,
a los gatos y a las garrapatas...
quién eres, dónde estás, qué haces.
Si comienzas un viaje circular
y se te acaba la circunferencia,
asegúrate de no dejar el perro.
De mi libro: Yo también pude ser Jacques Daguerre (Poesía, Editorial Pretextos, Valencia, 2001; Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2005). Por cierto, hermosa entrada la de tu Blog. Buscaré el libro de Mirtha cuando esté en Cuba. Abrazos
Jose Ramon Garcia Alvarez Conozco, aquí en España, a algunos que han abandonado Cuba y todos los dias que hablan conmigo la conversación gira indefectiblemente en torno a La "perla de las Antillas".No entiendo ese vivir en un sinvivir.
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