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lunes, 1 de octubre de 2012

Piñera locutor ante paraíso estéril


Por su condición homosexual e hipercriticista, o como le llamaran Lezama y su hermana Eloísa: “oscura cabeza negadora”;  “pájaro de talento amargo”.
  A: Antón Arrufat, Eduard Encina y Puro

Por Arnoldo Fernández Verdecia.arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

Curiosamente las devociones por la narrativa de Virgilio Piñera llegan con el  centenario de su nacimiento, convertido ya en celebración oficial en Cuba revolucionaria. Es irónico que una figura intelectual como la citada tenga reconocimiento tardío, cuando en vida sobraron eventos para desconocerlo y pensarlo un ente complejo para la sociedad, por su condición homosexual e hipercriticista, o como le llamaran Lezama y su hermana Eloísa: “oscura cabeza negadora”;  “pájaro de talento amargo”. Quizás la obra que más se acerca, dentro de su novelística, al Piñera hombre, con sus manías, enfados, aciertos, y desaciertos, es Presiones y diamantes  (La Habana, 1967). ¿Por qué lo sostengo? 

En principio, porque toma como centro la carga de presiones que descansan sobre el hombre (él no escapó a ninguna, por la marginación que sufrió en vida, sobre todo en los  70 del siglo XX), obligado a circular en torno a ellas sin poder liberarse. Todo ser humano, quiéralo o no, es víctima, o sencillamente un presionador. Presionados y Presionadores es el dilema, o mejor, el conflicto caracterizado en Presiones y diamantes. Tal vez el Virgilio que se debatía entre el ser o no ser, la persona y la no persona, la nación y la emigración. ¿Cuántas interpretaciones? ¿Cuánta vigencia? Por eso escribe en primera persona (no olvidar a García Márquez cuando dijo que la “mejor fórmula literaria es siempre la verdad”), para mostrarse tal cual es, con aficiones y manías, soledades y afectos, silencios y alegrías, y poder pasearse a su gusto al derecho y al revés en el tiempo de la novela.
Al inicio parece que la línea argumental tendrá como centro a la presión arterial. (¿Cuántos tenemos esa enfermedad silenciosa por múltiples causas? De ahí su contemporaneidad, pues anticipa el futuro de los presionados por las miserias espirituales y materiales). El protagonista se detiene ante un desconocido, con una imagen similar al de un hipertenso (Pudiera ser una escena cotidiana con sus complejidades y perplejidades. El conflicto entre elecciones y responsabilidades que sufre cualquier hombre o mujer en una isla rodeada de agua por todas partes). Llega a interesarse. El aludido sorprende al protagonista:

“…cada día la presión se hace más escandalosa. Un número impresionante de seres humanos me presiona día a día; por mi parte, yo presiono a otro número impresionante de seres humanos. Nadie escapa a las presiones. Tenemos que presionar y ser presionados. ¿Qué tiene usted que decir sobre esta presión escandalosa? ¿Está conforme con ella? O, por el contrario, ¿piensa rebelarse?” (Piñera, 2012: 7)

No tiene respuesta  ¿Cómo liberarse de las mismas y amar la vida? (Interrogante de plena vigencia en los caminos inciertos de la contemporaneidad) En su trabajo, como vendedor de joyas, tropieza siempre con el problema de presionar, o de lo contrario, no llevarse una comisión a casa, y al menos tener  mesa digna y cubrir necesidades perentorias de su mujer Julia. 

Quiere respuestas. (Todos queremos respuestas ante presiones que la vida condiciona para seguir aferrados a la insularidad espiritual y física, con la maldita circunstancia del agua por todas partes. Cada hombre comiendo fragmentos de la isla… cada hombre, abriendo su boca como una cisterna, embalsa el agua del mar). En conversación con Henry, uno de sus amigos, llega a decir: “Qué queda de un hombre si le quitas el placer de la mesa, de la cama, la vida de relación, los dolores, en una palabra, la presión humana”.  (Piñera, 2012: 35) (Indagadora ironía si nos miramos bien adentro. Es la hora terrible. Los devoradores de neblina se evaporan hacia la parte más vieja de la ciénaga). Un curioso personaje, amigo de Henry, tiene una solución. El doctor Gil es su nombre y expresa palabras desconcertantes. Congelarse para vivir un tiempo ausente. (¿Cuántos viven la nostalgia del pasado y las añoranzas de un futuro promisorio? La última salida de la luz de Yara empuja los caballos contra el fango. Es la hora terrible.)  “Me dio una larga explicación sobre el proceso de congelación humana”. (Piñera, 2012: 38) “Congelarse no quiere decir suicidarse. Es vivir de un modo distinto”. (Piñera, 2012: 38) El congelamiento ante las presiones, y vivir una vida anormal, preocupan. Habla a su mujer. La respuesta de ésta lo sorprende: “…nada perdemos con probar. A lo mejor le cogemos el gusto al viajecito”. (Piñera, 2012: 40) (Confusamente un pueblo escapa de su propia piel adormeciéndose en su propia claridad...).

Las presiones sufridas durante la subasta de un devaluado Delphi, -(anagrana que esconde, según algunos críticos, su venganza ante lo anulante de los 60 y los 70)-, son narradas  en detalle. Los ricos acuden ritualmente a esta carnavalización de la vida. No dejan de hacerlo siempre que se anuncia algo. Es normal, para ello tienen dinero.  Ponen precio, pero no hay respuesta. Otro precio, igual silencio. Cien dólares. El personaje no escapa a la tentación de llevárselo. Nadie puja. “Es suyo”. “De vuelta a casa tuve un altercado con mi mujer. Dijo que un tonto como yo tiraba cien dólares. -¿Qué quieres  que hagamos  con ese pedazo de vidrio? Miren al vivo, nadie  te dará  por el Delphi ni cinco centavos. Pensar que cien dólares  llenan la casa  de comida, y este imbécil los gasta  en un pedazo de vidrio. (La misma reflexión reiterada hoy. Los secretos más inconfesables son dichos: la claridad mueve la lengua…)  “Tomó el brillante, abrió la puerta  del baño. / (…) / “Alcancé a ver  cómo el Delhpi, arrastrado por el remolino estrepitoso del inodoro, iba a perderse  en las profundidades  de las miles de cloacas de la ciudad”. (Piñera, 2012: 46)

La desilusión hace presa del protagonista. No puede evitar contarlo a Henry –su amigo-, que en un arranque de humor y lucidez, sube a una mesa de billar y  dice: “Allí, ahogado en la caca, duerme el sueño eterno. Y vean  qué cosas tiene esta vida: es menos que la caca porque la caca  sirve de abono y el Delphi no sirve para nada”. (Piñera, 2012: 49) (Pudiera interpretarse como ajuste de cuentas a un proceso al que se entregó ingenuamente, pero sobre el que confesó sentir mucho miedo. Y tanto es el miedo, que quisiera ser una cama histórica…/Pero no soy histórico, tan sólo un solo. Nadie ha de salvarme / contemplándome como un mueble.).

La conspiración para los procesos de hibernación, ideados por el doctor Gil, hace presa en la masa. Todos buscan salida a las presiones y nada mejor que “meterse en un bloque de hielo y pasar allí diez, quince, veinte días, un mes, tres meses, un año, muchos años, congelados (…) esa gente ha decidido  pasar el resto de su vida en una anticipación de la tumba”. (Piñera, 2012: 50)  (El recurso a la ironía es uno de las estrategias construidas para sobrellevar los desgastes en una sociedad donde lo mesiánico no llega  y todo parece condenado a la nada. Escrutan tu cara, y suponiendo que podrías ser al que amaron u odiaron, se consternan ante tu calculada inescrutabilidad).

El protagonista recorre el laberinto de las personas implicadas en la conspiración. El silencio en torno a sus palabras para traerlos de regreso a la vida real, lo llevan a una especie de paranoia. Nadie entiende sus hilaridades. La conspiración avanza silenciosamente. ¿Qué hacer para evitarla? (¿Cuántos conspiran pero no se atreven a mostrar la individualidad? ¿Cuántos sueñan expresar verdades sin temores? ¿Cuántos desean ser transparentes; oxigenar el espacio público con ideas y proyectos? Pero el miedo que viste y calza nuestros actos, se sienta  a la mesa con nosotros.)

El juego de canastas, tan caro a Virgilio, pues fue una de sus adicciones hasta la muerte, es el centro de atención que dinamita la novela. Un club enorme (el 86), número que funciona como una especie de codificación, invita a entenderlo en sus complejidades,  a las que no llego en esta indagación por falta de evidencias, -tratándose de Virgilio, alguna razón tuvo para usarlo- , reúne a jugadores de varias edades y sexos. Sirve de espacio conspirativo a los cómplices. ¿Cómo entenderlo, sabiendo que era maestro del absurdo y el enigma? El juego es un rasgo del cubano, muy caro a las singularidades y búsquedas de su proceso histórico. Piñera lo sabe, se siente un  jugador, lo imagina destino, posibilidad de variar lo imposible.

El miedo arrebaña ante el presionador principal, testigo presencial de la puja por el Delphi. Encontrarlo da a la novela un tono detectivesco, yo diría que hasta lúdico, pues durante la investigación encuentra imaginerías y sucesos que lo relacionan con la perdida del norte que empieza a sufrir la gente. (Trauma reactualizado hoy como parte de vacíos y desgarramientos). Un toque de misterio ensalza el conflicto, pues la pista lleva hasta dos personajes. Entre ellos se encuentra el PRESIONADOR: Gorriti (nombre extraño para identificar a un cubano), el primero; y Gerard (nombre francés para identificar a otro cubano), el segundo. (Parece decirnos que la vida se resuelve siempre entre miradas escrutadoras para encontrarnos en lo indefinible, entre una mezcla extraña de cosas y hechos. ¡País mío, tan joven, no sabes definir!). Cada uno tiene una versión diferente de los acontecimientos, aunque Gorriti tiene  miedo, mucho miedo y pasa la vida escondido bajo un mosquitero, para evitar efectos de la conspiración en marcha; una variante de escapismo a las circunstancias alienantes unidas a la conspiración. (Recuerda concretamente al intelectual alucinado ante los cambios revolucionarios y los desafíos sobre la creación que traerán los mismos. El miedo es la coordenada central que ventila a los personajes, víctimas del presionador. La gran pregunta hoy sería: ¿Quién es el presionador  o los presionadores? Y la respuesta virgiliana sería: …para qué seguir cuando el corazón de todo se ha secado.)

Por lo dicho hasta aquí, hay que admitir que hombres y mujeres de Presiones y diamantes han llegado a una situación límite. (Cuba está ante una situación de desenlaces y búsquedas, forcejeos y encontronazos. Las palabras no pueden despegar, no logran hacerlo, ante tantos oídos muriendo por oír).  Las presiones han mutado en el hombre masa. Nadie parece escapar al efecto zombi, ante la presencia omnímoda del Presionador. ¿Escoger contrasentidos es una salida? La interrogante acude a la mente del protagonista. El “chicle, la canasta, el encogimiento, la hibernación…, hoy,  el ocultamiento, y mañana…” (Piñera, 2012: 67)

En los capítulos finales asistimos al desenlace de la conspiración denunciada y temida por los habitantes de la ciudad:

“…esta de ahora –recuérdese que se le ha dado el incalificable nombre de la última-  es descubierta por sus propios autores y renace de sus propias cenizas; no, descubierta no, encubierta, como el gato cubre sus propias excretas con tierra”. (Piñera, 2012: 67)

Una vez más recurre a su mujer y le cuenta, pero la respuesta es dolorosa:

 “Me encanta el bloque de hielo. Es muy cierto que no se ve nada, pero al menos una no tiene que trabajar. Pero oye, ¿te das cuenta de lo aburrido  que es estar escondido en su propia casa? Saber que ahí están las tiendas, los cines, los teatros;  saber que puedes ir a visitar a una amiga o recibir visitas y no poder moverte porque han decidido  que te escondas”. (Piñera, 2012: 67)

Los contrasentidos son superados por el miedo. La gente se ve obligada a esconderse. Ya no interesa la hibernación. El Presionador quiere acabar. Según el clamor popular, llegarán días terribles. El narrador personaje, con un desenfado tremendo, señala: “…me cago en el presionador (…) Me cago en él. Para no temerle  sólo me basta adorar la vida, como la adoro en efecto”. (Piñera, 2012: 67)

La conspiración hace presa en los habitantes. No hay nada que hacer. Extrañas palabras  francesas programan a cada uno. Ante preguntas y respuestas sensatas, sólo Rouge Melé. Rouge Melé. Rouge Melé. Rouge Melé.  Hasta su mujer es víctima del efecto zombi. Rouge Melé es el único idioma. Están programados, no hay espacio a la diferencia, sólo el narrador personaje mantiene lucidez, “reducido al triste papel de locutor de una ciudad súbitamente enmudecida”. (Piñera, 2012: 78)

“Véanme: la conspiración, arrojándome de su infierno, me ha dejado dueño  y señor de un paraíso estéril. Los conspiradores  me han castigado por omisión. Aquí estoy solo entre solos. Sin embargo, hay una diferencia sensible: ellos están solos entre sí, yo estoy solo conmigo mismo. Verdad que tengo buena conciencia, pero si me han dejado solo nada puedo contra la mala conciencia colectiva de una mala causa. Cuánto mejor no hubiera sido la inversión de los papeles.  Yo, el conspirador, con mi mala conciencia individual frente a la buena conciencia colectiva. Ella me reduciría, ipso facto, al cero absoluto”. (Piñera, 2012: 78)

El  narrador personaje recibe una carta del hombre masa, firmada con el Rouge Melé de todos. Lo llaman Don Quijote. Le preguntan ¿qué se propone? Luego condicionan una toma de partido, un ser o no ser, una elección, diríamos más bien, comprometerse o aislarse:
 “Sabemos que usted no se cambiará por nosotros. Estamos a la recíproca, pero por si acaso usted se decide a pensarlo mejor, sepa que tiene nuestras puertas abiertas de par en par. Lo invitamos muy cordialmente a engrosar nuestras filas. Perdón “engrosar” es una exageración y nuestras filas ya revientan de gordas. Sólo falta usted. Medite en el ridículo que le acecha. Un Don Quijote solo nada puede frente a millones de antiquijotes”. (Piñera, 2012: 82-83)

Lo citan para la última sesión de canastas del Club 86. Allí deberá decidir si sumarse, o escoger el camino de la individualidad. Muchas reflexiones acuden a su mente. “…allí me espera la muerte”.  “Habré perecido defendiendo, no mi vida, sino la Vida”. La soledad y el delirio del Quijote acuden a su encuentro. Compararlo con el caballero de la triste figura  es un honor, “me honra”, dice el narrador.

Ya en el Club 86, desafiando contrasentidos, imposibles, y con las armas de la razón, piensa. “No podía caberme en la cabeza que hombres como yo, con sangre en las venas, no fueran capaces de comprender que es mejor vivir con presiones a no vivir, pura y simplemente”. (Piñera, 2012: 84) Descubre, en el diálogo con el hombre masa, que la carta sólo ha sido dirigida a él,  y se siente héroe de una causa pérdida. Creía armar a muchos caballeros y hacer añicos aquella conspiración. “Seríamos miles de quijotes  haciendo irrupción en el salón  de juego del club. Con nuestras espadas haríamos trizas a los conspiradores y nuestra ciudad volvería a ser lo que había sido”. (Piñera, 2012: 84) “Lo que había sido…”, reitera. Siente asfixia.  La puerta, sólo tiene que ir hasta ella, abrirla, escapar. “Está ahí para que salga por ella”; sabe que verá una ciudad aparentemente viva, pero en realidad agonizante. “La presión ha llegado a ese punto en que las paredes, por la comprensión, se vienen abajo, sepultando entre sus escombros los cuerpos y los pensamientos”. (Piñera, 2012: 84) Esperó por otros decididos a cambiar la realidad, desarticular aquella conspiración, pero no llegó nadie. Tanto hombre masa, acunado en el Rouge Melé, terminó por estallar e irse a un mundo innombrable, tal vez una galaxia de la que regresarán algún día:

 “Se fueron. Eso es todo. Y digo “se fueron” (rechazo enérgicamente lo del suicidio colectivo) por que espero que vuelvan. Este pensamiento me anima a seguir viviendo. Mi última ilusión será confiar en la buena fe de los hombres”. (Piñera, 2012: 90)

Presiones y diamantes  desde la distancia nos lee y llama a comprenderla en su agudeza;  incluso reclama una versión para el Séptimo Arte. No logro explicarme el largo silencio, compañero de esta novela durante muchos años;  mientras allende los mares, es altamente valorada por críticos y académicos. El tiempo hace justicia. Honor a Virgilio Piñera por mostrarse Hidalgo ante los antiquijotes,   similares al Delphi de su novela que no vale ni cien dólares, aunque para este último sea una voz discrepante hasta la irritación. No deja de tener razón Pedro Marqués de Armas cuando dice:

“De los escritores cubanos del XX, Piñera es quien encuentra el modo de relatar la nación. Agita o anima sus componentes; los reduce, los rebaja –siempre in medias res- al rango de una opereta. No la define ni la identifica, sino que la toma por resto y desvía ahí donde la lengua lleva la marca de su singularidad.” (MARQUÉS: (S.A))
Julio / 2012


Bibliografía
ESPINOSA, CARLOS (2011). Virgilio Piñera en persona, Ediciones Unión, La Habana.
PIÑERA, VIRGILIO (2011). Presiones y diamantes, Ediciones Unión, La Habana.
MARQUES DE ARMAS, PEDRO (S.A). Presentación a “La gran Puta“, revista Diáspora(s) No. 7/8, La Habana.

4 comentarios:

  1. Samuel Perez: Piñera es ademas Otra Victima del Ostracismo y La Esclavitud que despues se arraigo,.para Verguenza de Todos Los Cubanos,.a saber Unos que La Soportamos y Otros que la impusieron,..

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  2. Osvaldo Castillo: No solo a el,a REYNALDO ARENA tampoco lo reconocieron,pero todo eso era porque el poeta del pueblo Nicolas Guillen como le decian,era un perro comunista,digo no

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  3. En 1961el gobierno llevo a la practica la operación “Las Tres P”, calladamente, como un triste ensayo de lo que luego sería la UMAP, fue la detención y concentración en campos de trabajos forzados de los que el gobierno consideraba lacras de la pasada sociedad, “Prostitutas, Pederastas y Proxenetas”, todos fueron convertidos en los nuevos esclavos de la sociedad perfecta nacida en Cuba. Como siempre, no era una idea nacida en el país, era la implementación de métodos implementados en los países hermanos aliados a la egida soviética y de los cuales copiábamos sus más terribles métodos de segregación a las personas.
    Importantes personas de la cultura terminaron detenidos la oscura noche de un viernes 11 de octubre de 1961 acabaron en el vivac de La Habana lo que podía ser una noche de fiesta, nombres reconocidos están en la lista de los miles de detenidos, quizás en ese momento el más importante de todos era Virgilio Piñera.
    Virgilio no fue detenido en las cercanías del barrio de Colon o en alguna calle del Vedado, fue detenido a treinta kilómetros de La Habana, en la playa de Guanabo donde tenía su residencia, no esa triste noche, no, fue detenido a la mañana siguiente cuando se disponía a desayunar junto a dos amigos, quizás no era del agrado del presidente de su comité, quizás no le simpatizaba a alguien, quizás fue sólo por quitarle su casa en la playa.
    Corrió con mucha suerte, su posición socio política y sus contactos con Carlos Franqui, Guillermo Cabrera Infante, su trabajo con el periódico “Revolución” y el suplemento, “Lunes de Revolución” lo ayudaron, sólo paso una noche en las frías mazmorras del Castillo del Príncipe, otros como Héctor Santiago, José Mario, Jorge Ronet pasaron por el largo calvario de ser trasladados desde la galera 16 de la prisión del Príncipe hasta el poblado de Esmeralda, de allí, a un perdido pueblo en la geografía de Ciego de Ávila que no pueda tener un nombre más alegórico para su terrible “Gulag”, el pueblo de “Sola”, otros fueron hospedados en otras “Islas del Archipiélago”, Malesar, Manatiambo y decenas de campamentos o “colonias penitenciarias” perdidas en la planicie camagüeyana.
    Después de un tiempo las gestiones de Nicolás Guillen, Carlos Rafael Rodríguez, Mirtha Aguirre y otros personeros del sistema lograron que algunos intelectuales salieran de estos sitios de experimentación donde se construía el hombre nuevo y fueran devueltos a la sociedad.
    La intransigencia del machismo criollo en contra de la homosexualidad trajo la pérdida de muchos valores artísticos, no lograron escapar a las purgas Castristas, muchos valiosos escritores terminaron su vida sin reconocimientos en el país cuando algunos de ellos eran internacionalmente reconocidos, quizás, el más grande teatristas cubano conoció desde la operación “Las Tres P” lo que tendría que sufrir en su adorada isla por su condición de homosexual. Virgilio quien había vivido antes del año 59 muchas veces fuera de Cuba, no se fue con la revolución, siguió trabajando a pesar de todo lo pasado. Gano el Premio de teatro Casa de Las Americas en 1968 con su obra “Dos viejos pánicos”, nunca la vio en las tablas, paradójicamente no fue estrenada hasta principio de los 90, cuando habían transcurrido más de diez años de su muerte ocurrida el 18 de octubre de 1979 en La Habana, cuando ya había tenido su “muerte civil” y había declarado ante Fidel,
    -“Yo quiero decir que tengo mucho miedo. No sé por qué tengo ese miedo pero eso es todo lo que tengo que decir”-
    Un día después de su muerte, cuando fue sepultado abruptamente sin esperar la hora anunciada del entierro, cuando la tenebrosa Seguridad del Estado irrespeto su cadáver insepulto, aún en capilla ardiente e invadió su domicilio llevándose los manuscritos de su obra encontrados en la casa y parte de la cual aún se desconoce.
    Esta es parte de la otra historia, la que nos quieren hacer olvidar.

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  4. José Miguel Garofalo Fernández: No, nunca pajaro de talento amargo o oscura cabeza negadora...es muy injusto Arnoldo juzgarlo asi. Era un intelectual de talla mayor. Valiente en la expresion y heterodoxo en literatura. Sus cuentos, ahora mismo no recuerdo como titulo el libro, eran dificiles pero con un trasfondo inmenso de lo subjetivo. No debio tener una ninez ni adolescenica feliz. Sus obras de teatro asi lo reflejan. Tu sabes que uno vuelca mucho de su vida cuando escribe. Fue para mi privilegio jurado en el concurso donde gane el premio de cuentos. Feliz Pita Rodriguez que fue mi maestro y participo en ese jurado junto a Eguren y Benedetti, me dijo, Garofalo, Virgilio fue quien trajo tu libro al grupo y dije, traigo el Premio, y es de provincias. Era un erudito, especialista en literatura inglesa. Homosexual cuando era un delito grave en Cuba. Le hicieron pagar por eso y por su iconoclasia contra los dogmas y controles tempranos de la dirigencia de la revolucion y los directivos de la Uneac. La vida de el en Argentina debio ser bien dificil. El siempre fue alguien singular, no formo parte de elites. Lo trate poco por prejuicios. Lo trate en la reunion en casa de Norberto Fuentes cuando gano el premio de Casa. Me dijo, oye, tienes talento, no me equivoco, he pasado toda mi vida en este mundo de las letrasl..me invito a visitarlo en su casa del Vedado. El vivia por N creo, bajando que la calle da a Radio Progresol.Me paraba en la esquina y miraba al apartamento en el segundo piso y decia, no que va, no tengo nada que hacer con este senor homosexual que sabe mucho pero no me conviente la juntera. Al lado vivia Rodrigues Feo, otro intelectual ensayista de peso. Eran pareja en ese tiempo. Virgilio al final escribio la obra de teatro, Dos Viejos panicos, premiao Casa de las Americas. Padecia el mas cruel ostracismo. Es un tema largo, informate bien Arnoldo. Virgilio es uno de los intelectuales mas importantes que hemos tenido, una gloria para las letras cubanas y de hispanoamerica.Un saludo, JMGarofalo. Brother te dejo que hoy es mi cumple, y aun siendo optimista no creo que tenga muchos mas por delante.

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