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miércoles, 6 de marzo de 2013

Chávez mostró al mundo una nueva forma de masculinidad

Chávez mostró al mundo no sólo una nueva forma de dirigir y comandar a los pueblos, sino también una nueva forma de masculinidad.
Por May Yudit Serrano (Profesora universitaria-Colaboradora)

En mi opinión tal vez será lo que más marque. Lo más difícil de olvidar. Educados en el estoicismo, a algunos nos resultó difícil aceptar de buenas a primeras a un líder que se reía a carcajadas en medio de una comunicación masiva, que tenía un momento radial para conversar con el pueblo de tú a tú, que hablaba de su yo cotidiano como si contase una novela de García Márquez, que cantaba ante micrófonos, a capella, sin pizca de vergüenza, que se comportaba como un niño, casi con la ingenuidad maliciosa de un niño, en las más peregrinas ocasiones.

Asombraba también su manera de indignarse, se indignaba en nombre de los otros, en nombre de la dignidad del ser humano, en nombre de los pueblos. Su indignación tenía mucho de cristiana y de martiana, se sentía el temblor interno ante la maledicencia y la mal-esencia de los otros, se sentía en el fondo su amplia capacidad para el perdón y para el diálogo con los mismos que habían provocado aquella indignación.

Hizo que tornáramos la cabeza hacia un nuevo tipo de liderazgo histórico, que por mucho que intenten confundir con el populismo nunca lo fue. El liderazgo de Chávez, ahora lo comprendemos mejor, estuvo basado en el amor, y no el amor que se enmascara en un pudor innecesario, sino en el amor directo, valiente, el más seguro de su esencia.

Diosdado Cabello, dejó plantadas en medio de su dolor fraterno, algunas palabras que resaltan su estatura, su enseñanza. Dijo que Chávez fue el maestro, que con él aprendieron, incluso, la posibilidad de declarar abiertamente, y a otro hombre, "te amo", con toda la limpieza de la gente que ha entregado el corazón. "Amor con amor se paga", diría yo, y es que al parecer, Chávez mostró al mundo no sólo una nueva forma de dirigir y comandar a los pueblos, sino también una nueva forma de masculinidad, menos temerosa, menos atada a los estereotipos comunes de la latinidad.

Las mujeres venezolanas ganaron posibilidades en la práctica y en el discurso, trabajadoras y activas desde siempre, con Chávez se volvieron más conscientes y más revolucionarias. Los medios de difusión y la vida política las visibilizaron, expusieron sus capacidades, su bravura y la gran intensidad de sus afectos. Nada será lo mismo a partir de ahora. No importa cuáles sean los nuevos embates de la realidad latinoamericana, las políticas venezolanas, las activistas sociales, las medicas, las trabajadoras, las campesinas y las amas de casa, no volverán jamás a ser lo que fueron antes del "chavismo" como le llaman algunos al movimiento que encabezó.

Mucho se podría hablar. Porque Latinoamérica aprendió, Cuba aprendió de Chávez y con Chávez, y hay lecciones que duran por siempre. Una nueva misión, misión universal, no circunscrita, se levanta sola, desde  el ejemplo del Comandante en jefe venezolano. "Misión Hugo Chávez", podría ser el nombre.

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