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miércoles, 21 de agosto de 2013
Cambio de aire*
* Cuento tomado del libro inédito Cambio de aire, de Nancis Vega Garcés (Cambio de aire mereció premio en el Encuentro de Talleres Debate Literario Municipal, Contramaestre, 2012).
Con trabajo se levantó del sillón en que se había arrellanado, de un tirón abrió de par en par la puerta, buscando que entrara aunque fuera una brisita que refrescara el intenso calor, y volvió a sentarse.
-¡Coño, esto no hay quien lo aguante!, ¿Quién me mandaría a ser tan imbécil?, mira que vivir en un casón en Roma y cambiarlo por un cuartucho de azotea en La Habana Vieja, eso nada más se me ocurre a mí: a Humberto, el maricón.
Eso pensaba, mientras aferrado a su botella, entre balanceo y balanceo se daba otro trago de aquel intento de aguardiente.
-Pero eso lo arreglo yo de lo que no hay manera, mañana me levanto y empiezo a hacer gestión para irme, ¡qué va! Esto cada día está peor y la plata más mala de buscar, menos mal que todavía me queda una tierrita de la que traje. Cuando saqué la del pasaje y el gasto del viaje, le mando algo a la vieja para Oriente, la pobre, debe estar pasando las de Caín, porque allá si debe estar que jode la cosa.
Y vuelve a mecerse, con la mirada ausente, entrecierra los ojos y se ve ya en el aeropuerto preguntando:
- Señorita ¿Hay pasajes para Roma?
-Lo siento, no hay hasta dentro de 7 días.
-¡Le ronca!, aquí ni con los euros se puede viajar, bueno, ¿qué se va a hacer? Démelo para esa fecha. Total, es una semanita, hay quienes se pudren de viejos y nunca podrán hacer ese viaje, abre los ojos.
Tembloroso, vuelve a llevarse la botella a los labios, trata de distinguir una paloma que posada en la ventana e indiferente se rasca con el pico bajo el ala, levanta la cola y deja caer hacia adentro sus excrementos, para luego levantar el vuelo. Se da un trago largo, un ligero escalofrío le recorre el sudado cuerpo.
Pensándolo bien, mira que fui vaina, encontrar una yuma gorda y fea, pero con plata y caerle a pescozones. Ná, pero eso la arreglo yo, por el piso voy a llegar cuando la vea. Si ella no se hubiera puesto a hablar mal de Alfredo; porque un macho que se respete no le permite a la jeva que hable mal de sus amigos, aunque tenía un poco de razón, pues lo de él era ya demasiado, con su llantito por teléfono: que era lejos, que hacía mucho tiempo que no me veía, en concreto, ella no sabía ná. Y el muy cabrón, después que me busca el lío me, hace volver se va con un tipo para España y me deja embarcao´. Pero ahora sí que me porto bien y le doy por donde a ella le gusta, que eso es lo que mejor hacemos los cubanos, no lo digo yo, lo dicen ellos, los yumas.
Vuelve a empinarse de la botella, como si quisiera amortiguar el hambre que siente con el extraño contenido y continúa pensando.
No, si ni yo me lo creo, estar 5 años en Italia forrao de plata y no conocer Venecia, esta vez sí que voy directo al Puente de los Suspiros a pedir que cuando largue la pata, me deje toda la plata a mí, si es que me conceden el deseo como dicen, entonces sí que voy a ayudar a mi vieja, no como la otra vez que por andar de parranda me olvidé de ella. Ahora sí que me limpio, hasta los que no quieren saber de mí van a coger sus quilitos, total son millones, ¡“MILLONES”! No mierda como tienen algunos que viven alardeando en sus carros, con cadenas de oro golfi, dándosela de ricos, la música a tó meter, pita pá quí pita pá ya y en la vida real son unos friega platos.
Mirando sin ver la oscuridad que entra a través de la ventana, se empina para vaciar el resto de la botella.
-¿Qué pasará con la loca de Juan Luís?, ya se me acabó la reserva y el no aparece. El era quien me iba a traer la jama, desde ayer por la mañana que me trajo tres botellas no le he visto más el pelo, menos mal que yo tenía clavá la dosis de hoy. Pero bueno, él es el único que se ha mantenido fiel a la causa, más ahora que tengo que estar más quieto que una foto, pues el jefe de sector la tiene cogía conmigo, ese no me puede ver ni en pinta, desde el lío de las jinetas que le robaron al italiano ese. Total, yo lo único que hice fue hospedarlas aquí porque las conocía y algo me tenían que dar, del aire nadie vive.
Se deja caer totalmente hacia atrás, un temblor le recorre todo el cuerpo, trata de incorporarse sin lograrlo y queda tirado en el sillón, solo con sus pensamientos.
Lo que me quedan aquí son días, ahorita estoy montaó en el avión vacilando las piernas de alguna aeromoza, a lo mejor es desnalgá, pero nada es perfecto. No, si nada más de pensarlo ya me está entrando el frío de Europa.
Y trata de empinar la botella vacía, que cae al suelo haciéndose pedazos, un extraño dolor le comienza en el estómago, comienza a sudar copiosamente, en un estado ya semiinconsciente sigue soñando. Se acabaron los calores, está bajando la temperatura, ojalá me duerma durante el viaje para despertar en tierra italiana, ¡coño qué frío más persistente! Se le entra a uno por los pies…
Amanece y se dejan escuchar las voces de dos que suben la escalera hacia la azotea.
-Oye compadre te apuras tírale esos chícharos a las palomas y vamos volando a ver al socio, que él no espera por nadie.
-Está bien, pero no hables tan alto que puedes despertar a Humberto y si te oye ya tú sabes candela.
-Ese debe estar borracho, cien pesos a que tú gritas y él no contesta.
Mientras el gordo da de comer a las palomas, el otro se asoma sutilmente a la puerta. El aire enrarecido por la mugre y la peste del alcohol le da una bofetada que lo deja un momento desconcertado, luego exclama:
-Oye, yo creo que está ñampio, tiene un color feo
-Muévelo, a ese la curda le dura un mes.
- ¡Humberto, Humberto! Ay mi madre, está más frío que el hielo ¿ahora qué hacemos?
- ¿Llamamos a la policía?
-No con esa gente yo no quiero lío, que se haga cargo otro, yo creo que este pobre ni familia tenía, hace como dos años que se metió a vivir aquí y nunca he visto venir a nadie, a no ser las jinetas que le buscaron el lío y a Juan Luís, el mariconcito de la esquina, que le trae la comida y la beba todos los días.
-Entonces, ¿no vamos a llamar a la fiana?
-Mejor vamos tumbando, ahorita las auras avisan.
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