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jueves, 30 de octubre de 2014

La Cultura Cubana debe restaurar el diálogo, la espiritualidad



Eduard Encina junto al editor de Caracol de agua.

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu 

El escritor y promotor cultural, Eduard Encina, desde su Baire natal, conversa con Caracol de agua, sobre aspectos esenciales relacionados con la situación actual de la Cultura Cubana, en medio de las lógicas económicas determinadas por la actualización del modelo. 

ARNOLDO FERNÁNDEZ V (AFV): ¿La Cultura Cubana es una construcción ideológica instrumentalizada por los discursos de poder o es un proceso vivo? 

EDUARD ENCINA (E.E): “La Cultura Cubana es un ente vivo, dinámico, se ramifica, se mueve y reconstruye constantemente.

“Creo que la capacidad que tengamos los cubanos de entender ese mundo cambiante ayudará a la nación  a reconstruirse sobre la base de la actualización de las identidades y la proyección de la individualidad en función de la colectividad. Hacerlo desde interrogantes básicas como: ¿De qué manera pueden vivir los otros en mí? ¿Qué puedo aportarle al otro yo, para que se apropie de nuevos contenidos culturales? 

AFV: ¿Qué necesita la Cultura Cubana hoy? 

E.E: “Yo creo que la Cultura Cubana necesita actualizarse, volver a leerse en el mapa mundial y en el nacional, pues muchas cosas  no tienen el estado y lugar que deberían tener. Pienso que para posicionarlos juegan un papel importante los movimientos alternativos que se están moviendo fuera del marco institucional. 

AFV: ¿La diversidad debe estar en el centro de esa actualización? 

E.E: “Asumir la diversidad será la principal fortaleza de la Cultura Cubana en el presente enfocada al futuro. Para ello será necesario construir espacios de restauración del diálogo, la fe, la espiritualidad, donde todo el mundo tenga los mismos derechos a expresarse y hacer desde la posición que ocupa en la sociedad: el abakuá, el masón, el bautista, el palero, las casas de la cultura, la universidad… Yo creo que la Cultura debe  unir, lejos de dividir, alejar  y crear jerarquías en los grupos sociales; orientada, sobre todo, a la urgencia de pensar y favorecer cómo cada grupo social aporta su sabiduría a la construcción de la nación cubana actual.”

Desde Baire, aquí en Contramaestre, oriente de Cuba, Eduard Encina sigue aferrado a la fe y la resistencia como fortalezas necesarias para seguir haciendo literatura, independientemente de los vientos que soplan en la política cubana actual.

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