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martes, 16 de agosto de 2016

El otro Fidel de Contramaestre



Fidel Castro en los días finales de la guerra. (Foto tomada del archivo de Ana Fernández)

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

Contramaestre vivía los últimos días de diciembre de 1958. El líder guerrillero Fidel Castro estaba enfrascado en la toma del Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba y del histórico poblado de Baire. A cuatro kilómetros de este último  está ubicado el barrio Cruce de Anacahuita;  en una de las casas de allí Fidel durmió cinco noches. Un chico de nueve años tuvo la posibilidad de conocerlo y accedió a narrarnos ese momento,  su nombre, Juan Luis Fernández Ramos (Guancho). 
Juan Luis Fernández  en el corredor de la Tía Ana.
A Guancho lo conocen todos en Cruce de Anacahuita,  tiene hoy más de sesenta años. Fue fundador del Ejército Juvenil del Trabajo y obrero del Aserrío de Anacahuita hasta que se jubiló. Tiene dos hijas graduadas de medicina y es una persona agradecida por haber conseguido algo así. “En tiempos de la República con qué iba a pagarlo”, me dijo.

Hasta su casa llegó este reportero y conversó con él sobre un suceso que marcó su vida, aunque desde su lógica de hombre de campo, fue algo muy sencillo para ser registrado por los anales de la historia. Guancho conoció en persona a Fidel Castro. Estuvo una noche en la cocina de Tía Ana, apreciando las destrezas del cocinero Roblán.

Cuenta Guancho que sus padres, Enma y Sulpicio lo acompañaron esa memorable noche; “pero allí estaban además todos los hermanos de papá. Fidel era muy alto. En un momento de la conversación, luego de tomar café, le dije que tenía un hermano de dos años que le pusimos Fidel, por si acaso a él le pasaba algo, quedara el otro y pudiera hacer la Revolución. Fidel se puso muy serio y me dio la mano, luego me dijo que le gustaría conocer al otro Fidel, entonces mamá le dijo que tenía Tosferina, no lo habían traído porque el  sereno le hacía daño. Fidel  me abrazó y dijo que cuidara de mi hermano, porque quizás hiciera falta algún día.

“Mi hermano se graduó de Cultura Física. Hoy  es profesor  de varias escuelas primarias rurales en el  Consejo Popular Bungo La Venta.  Gracias a Dios no le pasó nada al otro, jajaja…..”,  con aquella sonrisa a flor de labios daba por terminada su conversación.

De hombres humildes como Guancho está tejida el alma de la Patria. Su casa está a unos docientos metros de la de Tía Ana;  allí morirá un día con la certeza de que es un cubano de los buenos.

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