PORTADA

lunes, 16 de octubre de 2017

ENSAYOS I: “Efecto zombi”


A la memoria de Eduard Encina (1) . 

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

Encerrado en el  “castillo ideológico”, quizás más político que cultural, en medio del asedio imperialista, he  comprendido vacíos que el discurso historiográfico cubano no ha sido capaz de llenar en las últimas décadas, relacionados con la órbita huracanada del socialismo y que la literatura los ha suplido con una dignidad encomiable. Por eso asumo en estas páginas una de las tesis en la que siempre he creído: literaturizar es un modo de salvar la memoria ante los derrumbes y poner las cosas en su  justo lugar, sin soldadear en uno de los bandos.  

El socialismo ha sido una hermosa utopía conformada con retazos de pasado y sueños, pero las formas de concretarlo en Europa fueron pesadillas dramáticas donde campearon las bajezas humanas (2) . La historia escrita por abogados de oficio, comprometidos con una visión parcializada del fenómeno, ha estado plagada de triunfalismos y un eslogan tremendo: “EL SOCIALISMO ES IRREVERSIBLE”. Con él creció cada persona de la Europa Oriental, creció cada cubano después de 1960, crecí yo, usted mismo si me está leyendo ahora y es nacido en Cuba. Los rusos aparecían siempre como nuestros salvadores. ¿Acaso lo fueron? ¿Ha podido el socialismo tropicalizado nuestro apartarse de la órbita de los grandes imperialismos?

Al colapsar el Campo Socialista y la Unión Soviética muchos salimos de aquel letargo en el que permanecimos por años, aunque a ciencia cierta, nos resultaba difícil aceptar el fin de una utopía donde el hombre, supuestamente, había alcanzado sus sueños y creaba las bases para una sociedad nueva. En Cuba, intelectuales honestos, ansiosos de obra duradera, usaron la literatura para canalizar reflexiones sobre el devenir de esa “luminosa utopía” y señalaron sus  oscuridades.  Los historiadores prefirieron hacer silencio. Casi nadie quería estudiar la historia reciente con visos críticos. Nuestro José Martí, a pesar de la distancia temporal, se levantó desde su paternidad oracular. El hecho de nombrar los estados pendulares para alcanzar la república espiritual, y desde ellos advertir y complejizar  sobre los sentidos de la futuridad, tienen plena vigencia en ese empeño de hacernos con una sociedad nueva. Una alerta suya pareció olvidarse en el recorrido errático de aquel socialismo real: “(…) el cubano quiere cariño, y no despotismo: que por despotismo se fueron muchos cubanos al gobierno y se volverán a ir…”(3)  La citada advertencia determinó su inclusión en estas páginas, pues al relacionar sus últimos escritos del Diario de campaña de Cabo Haitiano a Dos Ríos, con las piezas literarias aquí valoradas, el eje de las tiranías aparece en todas explícita o implícitamente. Martí defendió siempre la libertad del pensar y estuvo en contra de los caudillismos que anulan la misma y atan al pueblo al poste del fanatismo. Su muerte heroica en defensa de un ideal, dice más hoy que todas las divagaciones que podamos hacer.  

En la cartografía del socialismo a través de la literatura cubana encontramos a un martiano como Virgilio Piñera que tempranamente advirtió, en Presiones y diamantes (1967), sobre la díada: presionados y presionadores,  tan cara a él en las primeras décadas de revolución. Pero también colocó ojos al lector para comprender el dilema individualidad versus masas, y retrató, a estas últimas, poseídas por un efecto zombi que limitó el ejercicio de las potencialidades creativas y críticas. Piñera construyó una variante de escapismo ante la contaminación del pensar y el expresarse: congelar cuerpo y alma ante las desilusiones.  Pero no quedó en el desencanto solamente, enfrentarlo también era necesario, para ello se auxilió de un símbolo de la tradición hispana, el Quijote, y lo dotó de nuevos contenidos ante el citado efecto; solamente él tenía la lucidez necesaria para derribarlo, construir donde todo parecía estéril.  Piñera murió rodeado de incomunicación, o mejor, completamente aislado,  ello explica el largo silencio en que permaneció su inmensa obra literaria, que fuera considerada, en algún momento, “perniciosa para los jóvenes” (4) ; y políticamente incorrecta”(5).  Esa cortina no logró sepultarlo como un muerto más, confiaba en que su literatura lo trascendería, y así sucedió, como el Jesuita que siempre fue, reapareció en la gente que siguió sus dictados, conscientes del precio de tener cabeza propia y disentir sabia o irreverentemente cuando había que hacerlo. El Virgilio de La isla en peso sirve hoy de metáfora a una sociedad necesitada de la irreverencia lúcida, para escoger sabiamente una opción de futuro y construirla entre todos, sin acudir a fórmulas degradantes del ser humano.

En este acercamiento ocupa un lugar clave Joel James, que desde un ensayo cuestionador: Vergüenza contra dinero, utiliza la irreverencia lúcida, apunta desvíos, equívocos, propone alternativas, pero sólo es escuchado  por una minoría ilustrada sin espacios suficientes para erguirse y dialogar de igual a igual con los protagonistas de los desvaríos criticados: “El socialismo, cuando sea, será obra de la mayor parte de la sociedad, la clase obrera dirija este proceso o no, depende de cómo se defina esta propia clase y cómo resuelva su comunicación interna entre los distintos segmentos que la integran”. (James, Joel: 2012: 39) La contundencia de las ideas mencionadas me lleva a varias preguntas, seguramente usted se las hace también: ¿Ha resuelto el socialismo las dos interrogantes citadas? ¿La conceptualiazación del modelo económico y social de desarrollo socialista las ha tenido en cuenta? ¿El término sociedad civil socialista es un empeño para llenar esa limitación? ¿En verdad funciona la comunicación a lo interno de esos distintos segmentos que integran lo que llamamos sociedad civil socialista?

Al momento de la publicación del libro, casi fue juzgado por iconoclasta, o mejor, excluido, cuando dijo que: “El expediente del socialismo de Estado, inseparable de un alto grado de centralización y autoritarismo, no podrá equiparse jamás con un auténtico programa de estado socialista, de suyo humanista, consciente y desalienado, obra de la libre asociación de entidades productoras independientes”. (James, Joel: 2012: 40) Leer estas ideas surgidas en el contexto del muy eufemístico “Período Especial”, permiten comprender la lucidez del carismático intelectual; casi 20 años después, regresan con la misma energía de aquel momento y uno se pregunta: ¿Llegó el “socialismo cubano” a solucionar el problema de la alienación? ¿Acaso llegó algún día a ser la obra  de libre asociación de entidades productoras independientes, surgidas de la libre capacidad y decisión de los seres humanos para constituirlas? Desde su irreverencia, James encarnó también un nuevo Quijote al hacer esos planteos en la coyuntura de los 90 del pasado siglo XX, tácticamente creyó posible ser juez y parte, por eso cargó sobre los tropiezos del “socialismo tropical”, juzgó sin temor, allí donde había que hacerlo. Tal parece que la metáfora del ser paranoico, envuelto en fantasías caballerescas, reencarnó una y otra vez en los escritores cubanos que como James creían en la literatura como forma de influir sobre la sociedad y transformarla. El ejercicio del pensar arriesgó el rostro y ejerció justicia. James murió sin renunciar a las ideas escritas en aquel memorable ensayo que hoy está en muchas librerías de Cuba y la miseria crítica que padecemos, no lo ha visto, o no ha querido hacerlo, para orientar a los lectores y dotarlos de empeños morales y asumir el desafío de rearticular una sociedad, donde tenga espacio el sujeto opinante, lúcido o no, pero comprometido con un futuro mejor, donde quepamos todos, los cubanos de adentro y los de afuera.

También utilizando el ensayo como formato, Eliades Acosta escribe “Siglo XX: intelectuales militantes” (2007), en el que realizó un interesante balance de las ganancias y pérdidas del socialismo. Llamó a Stalin, torpe y de una cortedad política que no le permitió comprender la crítica como soporte moral para afianzar lo construido en términos culturales.  Queda claro, al leer sus páginas, que cualquier proceso totalitario, -el nazismo y el mismo stalinismo-, se rodearon física y espiritualmente de hombres inteligentes para fundamentar sus proyectos  y descabezar a los que se opusieran a sus ambiciones. Felizmente, la dirección política de la Revolución cubana, tuvo claridad sobre esos desaciertos y proyectó una serie de rectificaciones para reorientar el navío socialista en medio de la tormenta de credibilidad en que se vio envuelto el “socialismo real” en la década de los 80 del siglo XX. En todo ese proceso de búsquedas y rectificaciones llegó la crisis de los 90 y hubo que obviar la estrategia y centrarse en la sobrevivencia de la revolución, la mayoría de las rectificaciones tuvieron que hacerse a un lado;  Acosta Matos, con aguda inteligencia, parece sugerir esa lectura, aunque no la planteó formalmente. Acudió a un símbolo construido por occidente, para explicar  el resurgimiento del socialismo en un país llamado Venezuela con la llamada Revolución Bolivariana: ella es el nuevo Prometeo, el titán que roba el fuego a los dioses del Olimpo y lo dona a los hombres para que prosperen y se multipliquen. Es un momento, dice, donde la intelectualidad comprometida se unió, e inició nuevas búsquedas para construir lo que comenzó a llamarse “socialismo del siglo XXI”; todavía indefinido en términos conceptuales, aunque quiere borrar de la memoria histórica el experimento fallido del XX y proyectar la nueva utopía - no deja de ser la misma de antes-, sobre sólidas bases humanistas, donde el hombre sea el centro de todos los poderes públicos.  El liderazgo de Chávez parecía ser el camino, su carisma era tan contagioso que fue convertido en un ídolo en la lucha contra el imperialismo y las masas populares terminaron adorándolo como un santo milagroso. Después de unos años a la deriva en medio del mar revuelto, con la ballena asesina camino a deglutirla, Cuba volvió a caer en la gravedad de otro aliado, Venezuela; sus motores se engrasaron con el fuego del nuevo Prometeo.  La luz parecía divisarse al final del túnel habitado por sirenas encantadoras dispuestas a poner el mercado allí, donde las energías de los hombres se despertaran, pero no las escucharon, taparon los oídos con cera y el viaje se hizo largo. Aquí tengo que volver a mi Martí,  cuando alertó sobre el rol de los caudillos populistas en los procesos políticos; al faltar –advierte el Maestro-, los pueblos no acostumbrados al ejercicio de la democracia son invadidos por una anarquía incontrolable, necesaria para los oportunistas de siete suelas, impelidos a acudir al instrumento represivo de los ejércitos y restablecer a sangre y fuego sus privilegios, untados con los aceites de la inteligencia negadora de otras posibilidades. No olvido tampoco, según me enseñó mi Martí, que el socialismo tiene una casta de funcionarios ligados por intereses afines y necesitados de mantenerse en posiciones privilegiadas de poder y prestigio;  ineludible resulta saber que la última palabra, sobre la continuidad del renacido “Prometeo”  por las vías tradicionales, o de nuevo tipo, la tienen ellos. ¿Qué ha sucedido hasta ahora en los países socialistas cuando ha faltado el líder?  ¿El hombre masa, poseído por el efecto zombi, ha tenido lucidez para enfrentar a esa casta de funcionarios y derrotarlos? ¿Resurgirán quijotes para vencerlos? El libro de Acosta duerme hoy en las librerías, sus páginas son invadidas por el magenta, muy pocas personas han reparado en su contenido: ¿Por qué la crítica  no orientó cómo leerlo para entender sus claves morales sobre el socialismo real y tropical que nos empeñamos en seguir construyendo?

Quizás algunos pensarán que ubicar a Roberto Fernández Retamar aquí es un “sentimentalismo” injustificado, pero como ignorar su Caliban (6)  construido sabiamente, sobre todo el hecho de nombrar ingredientes necesarios para el socialismo, entre los que menciona la posibilidad de integrar pensamiento y dirección como recursos estratégicos para conducir la nación hacia una sociedad más lograda en sus fundamentos éticos; incluso señala la necesidad de asumir fechas y nombres gloriosos de nuestro pasado, que salven nuestra memoria y permitan recorrer caminos lúcidos para no ir a dar al vertedero de la historia. El fardo del colonialismo cultural es una pesada carga, por eso olvidar puede  conducir a la amnesia, ello justifica una afirmación suya, válida para cualquier tiempo: “Para ser consecuentes  con nuestra actitud  anticolonialista, tenemos que volvernos  efectivamente  a los hombres y mujeres  nuestros  que en su conducta  y en su pensamiento  han encarnado  e iluminado  esta actitud”.(7)  Incluso llega a posponer la escritura crítica de carácter personal, si esta pone en peligro la vitalidad del socialismo; dice Retamar que no puede hacerse mientras seamos un costado del mundo, en abierta guerra cultural contra los imperios, sobre todo el estadounidense, pues todo lo que siembre división, será usado para derrumbar lo que tanto costó edificar. No obstante dictamina que el pensamiento crítico no debe abandonarse en la soledad de las márgenes, debe posicionarse para direccionar el cambio hacia delante, nunca el retroceso, en una dialéctica sin afeites ideológicos, ni falsos dogmas, ni diletantes mesianismos. Un par de preguntas se haría el joven Retamar  si escribiera hoy su Caliban: ¿De qué socialismo estamos hablando? ¿Acaso los líderes saben el destino de lo que llaman “socialismo?

No puede faltar aquí el resultado literario más logrado en esta indagación sobre el socialismo, buscando respuestas que nuestra Historia insular no ha tenido la sutileza de investigar y juzgar con espíritu de época. Su nombre: El hombre que amaba los perros (2010) (primera edición cubana), de Leonardo Padura. Se vendió de manera silenciosa, casi clandestina, a algunos escritores y a algún que otro miembro de algunos sectores intelectuales “preparados para su lectura”. Una buena amiga me la hizo llegar y me fui a la finca de mis ancestros para leerla alejado de la civilización. Al concluir su lectura no pude evitar escribir lo que sigue: “Libro generoso, imposible borrar de la memoria. Las historias narradas generan, sobre todas las cosas, desilusión con uno mismo, compasión hacia todos los que apostamos al milagro y nunca llegó; pero también miedo por nunca atrevernos a intentar ser uno en la uniformidad”. (Junio, 14, 2011).  Al hacer el citado apunte, recordé que en fecha similar había nacido Ernesto Guevara de la Serna (Che), el hombre que encarnó la voluntad quijotesca de redimir a América Latina y provocar la revolución continental del socialismo. No pude obviar el recuerdo de sus últimos días, sin apoyo, aislado, acompañado por el sueño emancipador de un mundo mejor, pero con la certeza de que no debía ser como el de la  Unión  Soviética. De estar vivo Guevara hoy, El hombre que amaba los perros, sería su libro de cabecera e invitaría a formar círculos de lectores, haría preguntas como las que tuvimos que hacerles a los personajes de la novela, sobre aspectos grotescos de la caricatura que legaron a la humanidad, bañado de pesadillas y sangre en su órbita errante por el siglo XX.  Aprecie usted las mismas y sugiera otras si no las comparte. En lo personal me tomé la libertad de preguntar lo necesario; los personajes respondieron según sus rasgos, creo que sus respuestas dicen más que cualquier periódico oficial escrito bajo las urgencias del día a día:

Arnoldo Fernández Verdecia (AFV): ¿Sin aprender y ejercitar el miedo, como lo usó Stalin, es posible empujar a un país hacia el socialismo como alternativa?

Kotov (agente de la KGB soviética): “Stalin  lo pervirtió todo y obligó a la gente  a luchar y a morir por él, por sus necesidades, su odio, su megalomanía. Olvídate de que luchábamos por el socialismo. ¿Qué socialismo, qué igualdad?”  (Padura, L: 502)

Iván Cárdenas Maturel (escritor y periodista cubano): “La fábula futurista e imaginativa de Orwell en 1984 terminó convirtiéndose  en una novela descarnadamente realista. Y nosotros sin saber nada. ¿O es que no queríamos saber nada?”. (Padura L: 463)

León Trotski (Líder bolchevique): “La Unión Soviética legaría al futuro su fracaso y el miedo de muchas generaciones a la búsqueda  de un sueño de igualdad que, en la vida real, se había convertido  en la pesadilla de la mayoría”. (Padura, L: 184).  

AFV: ¿En algún momento la deformación estalinista será corregida y encausada por los hombres de cara al futuro?

León Trotski: “¿Se podría abrigar la esperanza de que algún día la humanidad llegara a saber cuántos cientos de miles de personas habían sido ejecutadas  por los secuaces de Stalin? ¿A cuántos comunistas verdaderos quitaron del medio? Él estaba convencido de que unas y otras eran cifras  de vértigo, a las que se debían sumar millones de campesinos muertos de hambre  en Ucrania y otras regiones por la catástrofe  de la colectivización, y los millones que habían perecido en los desplazamientos  de pueblos enteros ordenados por el antiguo comisario de las nacionalidades… Con toda seguridad se trata, (…), de  la mayor masacre de la historia  en tiempos de paz, y lo peor es que nunca sabremos las verdaderas y terribles proporciones que alcanzó el genocidio, pues para muchos de esos condenados no hubo sumario, juicio, acta de condena. La mayoría había muerto en calabozos, en trenes asfixiantes, congelados en los campos siberianos o fusilados al borde de los ríos y precipicios para que sus cadáveres fuesen arrastrados por las aguas o cubiertos  por aludes de tierra y nieve…” (Padura, L: 341).  

AFV: ¿Es posible un socialismo participativo no administrado por una burocracia, que mediante la coacción proteja sus intereses a capa y espada?

Kotov: “Empezar el negocio sin engañar a nadie, sin joder a otro porque piense  distinto a ti, sin que se busquen pretextos para callarte la boca y sin decirte, además, que cuando te cogen el culo lo hacen por tu bien  y por el bien de la humanidad, y que ni siquiera  tienes derecho a protestar  o a decir que te duele, pues no se le deben dar argumentos  al enemigo y todas esas justificaciones. Sin chantajes. (Padura, L: 517)

AFV: ¿Creen ustedes que Stalin desmoralizó hasta las entrañas la utopía socialista?

León Trotski: “El terror había generado el efecto de  estimular la envidia y la venganza, creando una atmósfera de histeria colectiva y, peor aún, de indiferencia ante el destino de los demás”. (Padura, L: 330)
Vieja amiga de Trotski que huyó de Finlandia ante la persecución estalinista: “Es terrible comprobar que un sistema nacido  para rescatar la dignidad  humana haya recurrido a la recompensa, la glorificación, el estímulo de la delación, y que se apoye en todo lo humanamente vil (…) Siento que hemos llegado al fin de la justicia en la Tierra, al límite de la indignidad humana. Que han perecido demasiadas personas en nombre de la que, nos prometieron, sería una sociedad mejor”. (Padura, L: 331)

Iván Cárdenas Maturel “…una trama sórdida, destinada a deglutirlo (todo) hasta la última célula”. (Padura, L: 533)

AFV: ¿Qué recuerdo conservan los cubanos del “experimento más generoso soñado por el hombre”?

Iván Cárdenas Maturel: “Las promesas que nos habían alimentado en nuestra juventud y nos llenaron de fe, romanticismo participativo  y espíritu de sacrificio, se hicieron agua y sal mientras nos asediaban la pobreza, el cansancio, la confusión, las decepciones, los fracasos, las fugas y los desgarramientos. No exagero si digo que hemos atravesado casi todas las etapas posibles de la pobreza.” (Padura, L: 460)

Ramón Mercader (asesino de Trotski que vivió en Cuba): “La monotonía  de una arquitectura apresurada, empeñada en demostrar que a una persona le bastaban unos pocos metros cuadrados de techo para vivir  socialistamente...” (Padura, L: 513-514)

Iván Cárdenas Maturel: “El sueño estrictamente teórico y tan atractivo de la igualdad posible se había trocado en la mayor pesadilla de la historia, cuando se aplicó a la realidad, entendida con razón (más en este caso), como el único criterio de la verdad”. (Padura, L: 389)

Un escritor que se conectó con el Padura aquí analizado, tal vez directamente, quizás indirectamente, es sin dudas Abel Prieto, que prefirió escudarse en el humor político y se atrevió a comprender los desaciertos del socialismo de Europa oriental, a través de una novela que tiene a un cubano como protagonista: Viajes de Miguel Luna (2011) es su título. El perfil del personaje principal permite comprender que se trata de un escritor frustrado, debatiéndose entre el ser o el no ser, entre el hecho de vivir literariamente la vida, o apartarse y ser un número más en medio de la uniformidad. Prieto se encarga de hacer casi repulsivo el personaje, pues está cargado de defectos que lo hacen intolerable para los demás,  pero se aprovecha de eso para mostrar el universo de relaciones que giran en torno al mismo, donde no faltan oportunistas, mediocres, falsos dirigentes, envidiosos, delatores, políticas erradas para involucrar a un ser humano en una institución cultural, en fin, las mezquindades generados por el socialismo a su paso por el terreno social.  El hecho de valerse de una metáfora geográfica como Mulgavia, para volcar sus reflexiones sobre las desviaciones de la gran utopía del siglo XX, tiene también su mérito, pues revela lo que Virgilio Piñera había advertido tempranamente en Presiones y diamantes: el “efecto zombi” que todo lo hace homogéneo, empacado y no da margen alguno a la diferencia, la improvisación y niega el ejercicio de la individualidad en medio de la uniformidad. Una obra así, señaló la necesidad de cambiar a fondo el camino, volcarse sobre los problemas generados por el socialismo y dinamitar sus zonas podridas para poder sembrar, donde antes hubo miedos y falsas unanimidades.

La poesía no es solo belleza, disfrute,  también tiene vocación de nombrar allí donde las ciencias sociales hacen silencio, donde la historia la escriben periódicos adormecidos por la ideología. No es un arte menor, así que vale recordar que las naciones comenzaron a hacer la memoria mediante la poesía, sino ¿qué son la Iliada, la Odisea, la misma Eneida?, son grandes poemas épicos; mostraron la infancia intelectual de pueblos dispuestos a labrarse una eternidad en las palabras. Pero aquí no voy a interrogar a los oráculos de la poesía universal, ni a los de la cubana como Lezama, Guillén, Baquero; no, aquí  tienen la palabra dos poetas jóvenes, santiagueros por cierto, –actuales protagonistas del torrente histórico-,  el “cimarronzuelo” Eduard Encina (8) , un tipo carismático que  lega a sus contemporáneos la concienciación de los límites para sobrevivir y encontrarse en medio de la muchedumbre que baila a paso de conga, con una identidad propia; un poeta que advierte sobre lo necesario de tender puentes para alcanzar el reino de la libertad, aunque siempre acechen las generosidades y vilezas del sistema que le ha tocado vivir,  donde el poema es un adelanto, una realización más allá de lo real, un terreno utópico pero no imposible: “hay que borrar / la pared para que el ladrillo se muestre / doloroso / infiel / el miedo pasa vertical. si lo escribo el camino / se acorta pierde duración pero ellas amenazan / ocultan el peligro la dirección del viento”.(9) u visión del pasado tiene un sesgo irracionalista, yo diría que hasta demasiado pesimista, pues el sonido de las trompetas anuncian en sus versos el juicio final, el fin de una historia que  se ha vuelto piedra, que ha sembrado temores en los sujetos ante el posible cambio hacia delante; está cercado el hombre, no hay libertad real: “hacia los flancos la historia / se ha vuelto piedra y el vendedor lo sabe: ya no / importa matar si somos nosotros el enemigo”.(10) Espiritualmente el poeta nombra un sujeto que se sabe de cualquier parte, pero su cuerpo permanece fijado a la isla, a los dolores que esa imantación genera.  Propone la realización individual desde la resistencia, una especie de harakiri tropical,  una agónica manera de negar la terrible uniformidad del hombre masa, ese zombi nombrado por Virgilio Piñera, acodado en cada esquina para ahorcar a los que crucen la raya trazada por los presionadores. El repertorio lírico de Encina es un amplio testimonio de los codazos de la historia, de los empujones por llegar primero y olvidar al otro, de los retorcijones de orejas de nuestros padres por pensar con cabeza propia  y negar lo inservible, de tener ojos para dinamitar lo podrido y sembrar donde todo parece oscuro y reina el más absoluto de los desencantos.

El otro compañero de viaje en el arca de la poesía donde ya va montado Encina, es Oscar Cruz llamado en temprana juventud “el ruso”, que  se viste con las ropas de Piñera y asume una nueva “cabeza negadora”,  no es un poeta de recetas y  fórmulas fáciles para el lector contemporáneo, como pudieran argumentar las viejas promociones de la poesía cubana, ancladas en la llamada “calidad literaria”, o ciertos críticos de cine, que niegan lo diferente, funcione o no, y hasta lo demonizan si no responde a los dictados estéticos del canon.  Cruz, desde el presente que le ha correspondido vivir, se alza  contra las imposiciones promocionales e instaura un nuevo reino lírico para testimoniar los tiempos que corren: “…desde el pecho a la cabeza, la gente le percibe / blancas manchas producidas por pájaros cagones / que suelen defecar encima de patriotas y poetas, son / pájaros nocivos, adaptados al vivir de Vista Alegre, / una zona aburguesada y colonial (...) / me pregunto si ese es el pago que merecen los poetas, / cuando ya no tienen nada que decir”.(11) No le asisten temores, ni espíritus de aldea, sencillamente se alimenta de las circunstancias que circundan al sujeto histórico y desde ellas nombra con efectos lúdicos, críticos, donde nadie se atreve a corporeizar una nación que baila a ritmo de reggaetón, mientras “algunos monjes”, cegados por la más estricta ideología,  quieren ponerle freno.  No quieren pájaros cagones sobre Heredia, José Martí, Fidel Castro y cualquier otra figura del panteón insular. Yo diría que la poesía de Oscar Cruz está muy interesada en visibilizar el imaginario de un país traumatizado en sus cimientos morales, por una utopía de errático recorrido en el siglo XX; usa la “poesía” como árbitro de ese itinerario. Por esa razón lo sagrado es bajado de los pedestales que no significan nada para ese “hombre masa” bajo el “efecto zombi” explicado en estas páginas, y las razones del verso son encontradas en miradas iconoclastas, antirretóricas y yo diría que hasta provocadoras, pues logran captar lo mediato del tiempo vivido, en una especie de crónica anticipada de lo histórico y congela todo lo que la memoria olvida, o sencillamente la historia y las ciencias sociales tardan en visualizar: “Cantaba bonito el desgraciado./ solo que nunca más volverá / a posarse en nuestro patio…”(12)

Mi viaje literario al socialismo cubano  me ha servido más que cualquier libraco de historia  para entender ese comodín, aparentemente digerible para los demagogos de la politiquería más trivial cuando dicen: “la historia nos sirve para saber de dónde venimos y hacia donde vamos”: ¿hacia dónde vamos entonces? 

  Citas y notas biliográficas
  1. Fallecido el 8 de septiembre de 2017.
  2. Ver Roger Keeran y Thomas Kenny: Socialismo traicionado, tras el colapso de la Unión Soviética 1917-1991, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2013; José Luis Rodríguez: El derrumbe del socialismo en Europa, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014. 
 3. José Martí: Diarios de Campaña, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2014, p. 107.
  4. Carlos Espinosa: Virgilio Piñera en persona, p.332.
  5. Carlos Espinosa: Obra citada, p. 349.
  6. Ver Roberto Fernández Retamar: Todo Caliban, Fondo Cultural del ALBA, La Habana, 2006, p. 180, donde aclara porque utiliza la palabra sin acento. 
  7. Roberto Retamar Fernández: citado en Todo Caliban, Fondo Cultural del ALBA, La Habana, 2006, p. 16
  8. Ver sus libros: De Ángel y Perverso. Ediciones Santiago. Santiago de Cuba, 2000, El perdón del agua, Ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2003, El silencio de los peces, Editora Abril, La Habana, 2003, Golpes Bajos, Editora Abril, La Habana, 2004  y Lectura de patmos, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2011.
  9. Ver el poema de Eduard Encina: “Las trompetas”, en Lectura de patmos, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2011.
  10. Ver el poema de Eduard Encina: “Fabeliano (pájaros que duermen sobre la cabeza)”, en Lectura de patmos, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2011
  11. Oscar Cruz: Pájaros de Manduley, en La Noria, No. 3, Santiago de Cuba, 2011, p.14.
 12. Oscar Cruz: La plomada, en La Noria, No. 4, Santiago de Cuba, 2012, p.30. 

Bibliografía
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ACOSTA MATOS, ELIADES (2007). Siglo XX: intelectuales militantes, Editora Abril, La Habana.
CRUZ, OSCAR (2007): Los malos inquilinos, Ediciones Unión, La Habana. 
___________ (2009) Las posesiones, Editorial Letras Cubanas, La Habana.
___________  (2013) Balada del buen muñeco, Colección Sureditores, La Habana.
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ESPINOSA, CARLOS (2011). Virgilio Piñera en persona, Ediciones Unión, La Habana.
ENCINA, EDUARD. (2000) De Ángel y Perverso. Ediciones Santiago. Santiago de Cuba.
ENCINA, EDUARD. (2003) El perdón del agua, Ediciones Santiago, Santiago de Cuba.
ENCINA, EDUARD. (2003) El silencio de los peces, Editora Abril, La Habana.
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JAMES, JOEL (2012). Vergüenza contra dinero, Ediciones Santiago, Cuba.
MARTINEZ HEREDIA, FERNANDO (2010). El ejercicio de pensar, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba.
MARTÍ, JOSÉ (1964): Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, Tomo 19, Editorial Nacional de Cuba, La Habana
PADURA, LEONARDO (2010). El hombre que amaba los perros, Ediciones Unión, La Habana.
PRIETO, ABEL (2011). Viajes de Miguel Luna, Editorial Letras Cubanas, La Habana
PIÑERA, VIRGILIO (2011). Presiones y diamantes, Ediciones Unión, La Habana.
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RETAMAR, ROBERTO: Caliban y otros ensayos,  Editorial Arte y Literatura. La Habana, 1979.
RETAMAR FERNÁNDEZ, ROBERTO (2006): Todo Caliban, Fondo Cultural del ALBA, La Habana.
RODRÍGUEZ GARCÍA, JOSE LUIS (2014): El derrumbe de socialismo en Europa, Ruth Casa Editorial-Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
JAMES, JOEL (2012). Vergüenza contra dinero, Ediciones Santiago, Cuba.

3 comentarios:

  1. Leí con el mayor sosiego posible y mis primeras palabras son para felicitarte porque con esa serie de ensayo has comenzado un abordaje muy sui géneris del socialismo "tropical" cubano desde la óptica literaria y eso para mi tiene un valor cardinal, tener en cuenta la poesía y la literatura conceptualmente y teóricamente es un ejercicio osado pero necesario, qué es el socialismo, quién sabe cómo hacerlo? cuál es la teoría y práctica existente? son preguntas que los mejores académicos y científicos no le encuentran exacta respuesta y las prácticas de "socialismo" o intentos en ocasiones defenestran ciualquier teoría. Utilizar como argumento conceptual y también como herramienta teórica miradas (otras) desde lo literario es una forma de enriquecer este pensamiento y práctica de socialismo (s) y poder también tener la oportunidad de humanizar un poco más la costumbre de todo quererlo teorizar en manuales y tratados...un acercamiento desde nuestra literatura y sus autores con sus reflexiones, contradicciones, búsquedas, desencuentros, sufrimientos, frustraciones, quebrantos y esperanzas también es un aporte que le noto a tu empresa ensayística...
    hay un momento (no sé exactamente dónde) en el cual el argumento se diluye un tanto, creo que cargar tanto la mano con el estalinismo y su saga de estupideces pudiera ser un poco estéril y trillado...creo que le dedicas demasiado espacio y por momentos puede parecer catártico
    prefiriera que concentraras tu mayor esfuerzo en seguir indagando el socialismo "tropical" desde nosostros mismo y desde antes de 1959, hay mucho que encontrar quizás en ese mismo hilo conductor de nuestra literatura, antes y después del 1959...sería un aporte muy valioso Arnoldo, conversar y teorizar de socialismo donde la referencia no sea funadamentalmente ese "socialismo real" que fracasó y sabemos por qué y encontrar nuestra definitiva fórmula...quisiera escribirte más ahora pero ya sabes, el tiempo y sus dictados jajajajaj pero seguiré la zaga y comento

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  2. Jose Miguel Garofalo Fernandez: No creo en absoluto en el socialismo que nos fabricaron los "sabios" historicos en Cuba. La teoria de Marx y Engels es bien justa y humana en teoria pero los hombres han fracasado en aplicarla. En Cuba, Fidel y Raul y la comparsa de arribistas y oportunistas la han convertido en slogans falsos, en fracasos continuados y viviendo como Carmelina disfrutando del jamon del Poder y siempre asustando con ahi viene el Lobo, el imperialismo. Por muchos anos estuve ciego y fui complice, no mate ni abuse de nadie pero era un idealista redomado, al final un carnero mas de la manada. Me costo abrir lo ojos, pero me percate al fin que son una banda de rufianes demagogos que se han burlado del esfuerzo y la fe en una Cuba mejor, mas humana y con todos y para todos como lo sono nuestro Jose Marti. Simplemente Arnoldo no creo en un gobierno vitalicio, una monarquia de nuevo cuno, en que han convertido a mi Pais. Y lo dejo ahi.JMGarofalo

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  3. Jose Miguel Garofalo, un abrazo. Por esencia el socialismo tiene que ser emancipador. También creo que la teoría de Marx y Engels es justa, pero pensada sólo para el área europea. Creo que el socialismo nuestro americano tiene que alimentarse de las culturas ancestrales, sobre todo de los Incas, y sobre todo del socialismo pensado por José Carlos Mariátegui. No olvidar en esa ruta camino a un socialismo futuro a José Martí, sus consideraciones sobre el socialismo de estado. En las prácticas de implementarlo deben prevalecer las formas de participación reales, que hagan de los sujetos históricos verdaderos protagonistas de la historia. Nunca los socialismos, tipo comando, lograron conectarse con las masas populares, porque al final de todo, lo que se impuso fue una burocracia que administraba lo material e ideológico y la gente perdió completamente la fe en su gestión y capacidad para construir una sociedad nueva, idílica, sin clases sociales. No olvidar tampoco que en esas sociedades según el filósofo Zizet, la participación social era nula, porque los espacios de concertación de consensos no llegaron a existir nunca. En la práctica unos elegidos por el poder político construían alianzas y redes de clientelismo que en última instancia no le interesaba el pueblo, sino proteger a capa y espada la irreversibilidad del socialismo, olvidando el factor subjetivo, tan caro sino sabe conducirse estratégicamente con tino del momento histórico.

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