Esta imagen es de hoy en la mañana en el parque de la ciudad. |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Con los claros del día la veo siempre
en los mismos lugares. Tiene una mirada muy triste y un andar pesado que habla
de su edad. Lo mismo come un trozo de pan sin nombre, que un hueso, mendrugos
de arroz, cualquier cosa que alivie su hambre de perra callejera.
La fijé una vez en la memoria
cuando la vi bajo un carrito de ventas ligeras, con un eslogan curioso: “Pasaje
a lo desconocido”; yacía allí, oculta
ante un torrencial aguacero. Me dolía mucho verla desprotegida, viviendo donde
la tomara la noche, comiendo cualquier piltrafa, recibiendo insultos de un país
entero, maltratos físicos.
De tanto verla en mi cotidianidad
inmortalicé su imagen y no puedo evitar pensar en ella. Quizás no tuvo dueño
nunca; tal vez vino al mundo de una madre que nunca pudo darle amor; lo cierto,
desanda las calles con una profunda tristeza en sus ojillos.
Ayer supe, gracias a dos personas
que saben de mi filantropía por los
animales, que había tenido un parto complejo y uno de los perritos yacía muerto
en su barriga. “Se va a morir Arnoldo. Tarde o temprano la infección la mata”.
Desconsolado escuché aquellas palabras, pero era callejera, podría morderme si
la llevaba al médico; quién la cuidaría luego, hasta se quitaría los puntos y
moriría desangrada, -pensé-.
Seguí a casa, la olvidé en la
profundidad del miércoles. Con el jueves y la mañana asomando con un sol bravo,
pude verla de nuevo; yacía en el césped del parque Jesús Rabí, con sus ojitos
llenos de lágrimas. Sentía la muerte aproximarse. Me miró como diciéndome: “es
la última vez que veraz mi imagen hombre bueno”.
Corrí a casa, busqué la cámara y vine
a captar estas imágenes, me conmueven sobremanera, -verla viviendo sus últimos
minutos en el más inhospitalario de los abandonos-; es la soledad metida en el
cuerpo de una perra callejera que llega a sus últimos días. Pudiera
interpretarse metáfora de pueblo viejo, insensible, que olvida a sus venerables
ancianos cuando más necesitan afectos, mimos.
El mejor amigo es hoy solo un eslógan repetido hasta el cansancio, ya no se cree en el dolor de un animal callejero, aunque como dices, no hay que ir tan lejos, es la metáfora perfecta de una sociedad que ya no cree en valores
ResponderEliminarEl amor se nos pudrió adentro
ResponderEliminarExtraordinaria frase hermano Fabricio, tiene la esencia de lo que nombra allí donde todo parece estar perdido.....Abrazos desde la Cuba guajira, campo adentro, Contramaestre para más señas....
ResponderEliminarEs impresionante la insensibilidad en Cuba hacia los animales y en la medida que pasan generaciones se hace más produnda esta actitud tan fría. Me da mucha tristeza ver como yacen en lo mas profundo del abismo humano, la mayoría de los valores que en algún momento caracterizaba al cubano. Pero lo mas penoso es que no haya ley o institución de vergüenza que proteja estos indefensos seres y si las hay, es solo nominalmente.
ResponderEliminarYa rso no sucedera más amigo aquí me tienen siempre para todos esos callejeros yo quiero ser su voz su oportunidad de vida
ResponderEliminar