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miércoles, 8 de agosto de 2018

Regando el jardín en las mañanas (1)



Salgo a mi pequeño jardín con los claros del sol. Los pétalos morados lastiman mis ojos. Mis manos esparcen agua fresca  sobre ellos. Sonríen. ¿Acaso me estaré volviendo loco?, pero hay una sonrisa allí, una que me busca, me hace cosquillas y yo quiero creer que estoy volviéndome loco. Cierro la puerta y la vuelvo a abrir. La sonrisa no se ha ido, me llama con sus manos largas y huesudas; hasta me saluda, me hace una señal que no entiendo y desaparece entre los pétalos morados, que otra vez lastiman mis ojos. Mi padre viejo sentado sobre un extraño tronco de palma me explica lo que significa. Pienso en el canario amarillo que  tiene el ojo tan negro.


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