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viernes, 12 de octubre de 2018

Carlos Manuel de Céspedes, un levantisco peligroso


Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, 10 de octubre de 1868.

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

Céspedes regresa de sus años en París con muchos sueños.  Trae pensamientos avanzados; quiere para su pueblo, justicia, independencia y respeto como nación. Bayamo lo acoge nuevamente, allí conoce los detalles de la ejecución de Narciso López en un banquete ofrecido por el Gobernador Toribio  Gómez Rojo, fue tanta su indignación expresada públicamente,  que lo desterraron cuarenta días a Palma Soriano. Al cumplirse la condena, vuelve con aires renovados, pero su vocación separatista determina que nuevamente sea condenado, esta vez a Baracoa, donde permanece por varios meses. Las ejecuciones de Francisco Estrampes y Ramón Pintó exacerban su indignación, al extremo de protestar contra las autoridades coloniales, por lo que es  encerrado  varios días en el navío Soberano, anclado en la Bahía de Santiago de Cuba. Al ser liberado, tiene que permanecer desterrado por  ocho meses en la citada villa oriental.  

Tantos contratiempos y persecuciones, desmembran su bufete y sus bienes en Bayamo, así que decide partir a Manzanillo; comenzar de cero. Allí, por sus ideas incendiarias, vuelve a prisión en 1867, pero finalmente consigue salir en libertad.

Ya el Triunvirato de Bayamo, integrado por Francisco Vicente Aguilera, Francisco Maceo Osorio y Pedro Figueredo, ha desatado el proceso conspirativo. A Céspedes no lo incluyen por su pasión levantisca y porque tiene sobre sí, al espionaje español.

Francisco Vicente Aguilera es el líder del proceso independentista, es  el hombre que la mayoría sigue por su calidad moral. Es una persona de elevados valores morales. Todas las conspiraciones hasta la del Ranchón, fueron dirigidas por Vicente Aguilera,  pero en esta última, Céspedes y los manzanilleros ya tienen presencia clave,  se sienten protagonistas del momento, no quieren esperar más, por eso deciden reunirse en el ingenio El Rosario y nombran a Carlos Manuel de Céspedes, jefe superior de la Revolución.

El capitán general de la isla de Cuba conoce de la situación, es informado por las autoridades de Bayamo, por eso ordena  detener y encarcelar a todos los cabecillas, comenzando por Céspedes. El peligroso telegrama  oficial  con la orden pasa por las manos de un primo de Carlos Manuel,  que antes de entregarlo, avisa a los conspiradores. Inmediatamente  se congregaron más de cien hombres en la media noche del 10 de octubre, entre los esclavos liberados por Céspedes y los patriotas de Manzanillo que lo siguen. El encuentro se produce en el ingenio La Demajagua, allí ondea  la bandera cosida con urgencia  por la joven de 17 años  Candelaria Acosta, llamada cariñosamente Cambula. Ante la enseña, juran luchar por la independencia absoluta de Cuba. Céspedes lee un documento donde expone el programa de la etapa de lucha que se inicia. En la madrugada, parten a su bautismo de fuego, conocido en nuestra historia, como el Grito de Yara.

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