Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Los seres humanos transitamos
etapas en la vida con una limitada conciencia crítica; siempre que salimos de una, las marcas son profundas, a veces para
bien, otras, no tanto. Gracias a Dios existen ideales, paradigmas, son faroles
prendidos cuando la oscuridad llega. De
niño jugué a ser escritor; mis primos reían por los nombres. Dos me acompañaron
muchos años: “FEDERSON DEL VALLE” y “FERNÁNDEZ”.
Ya adolescente recibí con gusto
otro nuevo: “Liquen Bacteria”. Mi tío
“Guancho” fue el responsable. Después tuve
uno especial, tenía que ver con un pelotero famoso: “Mantecao Linares”;
de veraz me sentía bien, pues no había
juego de béisbol con mis cercanos donde alguien lo ignorara.
Crecí con esos alias como ideales;
creyendo que el futuro era cualquier día. Una semana dejé de ser “Liquen
Bacteria”, porque mi padre biológico prefería decirme “Chicho macana”; aquello
era demasiado vulgar; me ponía colérico.
Gracias al señor tiempo comencé a firmar
“DOCTOR FEDERSON DEL VALLE”. Me lo creía. Mi primo Sebastián aún me llama así, no
olvida el bachillerato y mis manías de verme en una profesión donde pudiera
vivir de mi intelecto.
Llegó el Ejército y pasó a una
velocidad que no recuerdo. 365 días,
rodeado de cañaverales, pueblos con nombres 43, 15, 13. Allí me bautizaron
“Noly”. Tuve buenos socios, que aún hoy, desde sus profesiones, oficios o
formas de ganarse la vida, me llaman como aquellos tiempos.
La universidad me dio uno que aún
conservo: “GUAJIRO”. Amigos de San Luis, La Maya y Santiago de Cuba, lo acuñaron. Estar en un grupo tomando una cerveza,
leyendo un libro, o enamorando a una muchacha, y que pasara alguien y me dijera
así, producía una energía agradable.
Me licencié en Historia y
Filosofía. Fui feliz el día que tuve mi título en las manos y era de oro; pero
más feliz cuando en el Teatro Heredia una voz dijo: “-¡Guajiro!, ¡lo logramos,
carajo!”-, era Mengana, un muchacho de La Maya, también con un oro bajo el brazo. Luego almorzamos
junto al Rector; quimbombó con carne de puerco, congrí, ensalada, mogo de
plátano y cerveza de botella; un lujo en
medio de la crisis de los 90 del siglo XX (Período especial). Junto a nosotros, Ena Elsa Velásquez; decana
de una de las facultades, -actual Ministra de Educación-, persona muy especial,
le encantó saberme feliz con lo de “GUAJIRO”,
pues era de Contramaestre igual que yo.
El trabajo me dio un nombre
felino, “Tigre”. Era bueno escuchar a los alumnos llamarte así; pero también la fiebre de los videojuegos me
tituló Súper Mario. No me hacía mucha gracia hasta que probé jugarlo, entonces funcionó
y lo llevé ante mis alumnos con dignidad. Unas veces era “Tigre”, otras,
“Súper Mario”.
Ser profesor no fue tan bueno; decidí
probar fortuna en el periodismo. Regresó el “Noli” del Ejército. ¿Sería una de
esas analogías sorpresivas? ¿Tendría que ver con un individuo de mentalidad
específica? Ya
pasan 14 años y muchos dejaron de decirme “Noli”, para llamarme “ARNOLDO”, mi
nombre real; éste último lo hice una armadura
de hierro.
Luego de apreciar en enero la
película, “Sanz: lo que fui es lo que soy”, decidí ser Fernández;
darle paz infinita al Caracol; soñar el camino del viento; luz en cualquier parte. El Apóstol José Martí en mi equipaje.
Aplausos Fernández; aplausos hermano.
ResponderEliminarUn abrazo mi querido Fernandez , que el viento te guie con exitos .
ResponderEliminarSueño con el viento, es una buena señal. Abrazos. Los quiero mucho. Gracias mi querida Milagros, el gran Roberto..
ResponderEliminarQuerido Arnoldo. Brillante como siempre. Un abrazo hermano.
ResponderEliminarArnoldo. Muy bueno y + ser ORGULLOSAMENTE/SIEMPRE 1 "Guajiro Natural". Yo tambien lo soy. Con familia maternal De/en Palma SORIANO y San Luis (Marquez).
ResponderEliminarUno siempre termina, -si de verdad cree en sí mismo-, por volver a lo que fue.
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