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miércoles, 28 de agosto de 2019

Caracol de Agua es nuestro inconsciente colectivo


Por Joann Vega (Amiga).

Mientras el avión volaba desde Varadero hacia Florida, un 17 de septiembre de cualquier año, yo, adolescente aún, miraba por la ventanilla. El mar mecía sus olas en total desinterés por lo que a su alrededor ocurría; como un dios limando unas de sus manos. Las lágrimas corrían por mis mejillas en un doloroso adiós a la isla de palmeras gigantes que ahora me observa desde la distancia. El Atlántico brillaba y se erguía bajo los rayos del sol que parecían descubrir un secreto. El Caribe con todos sus sueños, luchas y esperanzas descansaba allá abajo... También un hermoso caracol de agua descansaba plácidamente, luciendo tintileantes tonos de Azul rojo y verde. Mis tristes ojos se fijaron en su corpulenta forma. Nuestras formas se unieron, y ante mis ojos, llenos de nostalgia, surgieron galeones llevando dolor y lágrimas; la figura de Mackandal, luego, volviéndose mariposa. Martí, mi viejo amigo de años, con su pluma que parecía escribirme la palabra: "Recuérdame". Lloré, lloré mucho frente a la imagen de aquel caracol ancestral, que me decía: “Hasta luego Amiga”, mientras iluminaba mi alma, aún niña, con brillante luz, llena de energía, e inmensos trazos futuros que se fueron revelando lentamente a través de los años. Caracol de Agua ha vivido siempre entre nuestras islas caribeñas. Nos observa, a veces con alegría, otras, con tristeza. Guarda consigo nuestras historias y luchas, nuestros conflictos cotidianos.  Es nuestro amigo, que por diez años nos ha envuelto en otro abrazo de nuestra historia. Siempre que crucemos por nuestros mares caribeños, busquémoslo. El ha de estar ahí con nuevas historias, nuevas luchas, nuevos sueños. Caracol de Agua es nuestro inconsciente colectivo.

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