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miércoles, 18 de marzo de 2020

El amor en los tiempos del coronavirus

Como pueblo, tenemos un destino común y un deber: el de ayudarnos en el infortunio.

Por Arian Pérez (Tomado del grupo en Facebook Contramaestrenses por el mundo)

Hermanas y hermanos que viven en Cuba: nosotros no los odiamos. Es más, la inmensa mayoría de los cubanos que residimos en otros países, amamos profundamente a los cubanos que viven en nuestra tierra. Con frecuencia, me llegan mensajes de compatriotas de la Isla que me preguntan el porqué del rencor de los que se fueron contra los que se quedaron. Esta interrogante está sustentada, en parte, por lo que ven en la Internet. Mucho de lo que se publica en las redes sociales está saturado de resentimiento y crueldad hacia nuestra gente. Pero no es así. Los cubanos que residimos en el exterior, amamos y no olvidamos a los familiares, amigos y vecinos que viven en nuestra tierra. Esta relación trasciende las ideologías.

Pero entiendo la razón por la que tantos me hacen la misma pregunta. Hay una parte reducida de la comunidad cubana en el exterior, que exacerba el odio y promueve medidas punitivas contra nuestro pueblo. Este grupo de hermanos, buscan acrecentar el dolor de la familia cubana dentro y fuera de Cuba. Aunque reducidos en número, ellos son cómplices de las crueles restricciones implementadas por el gobierno de Estados Unidos que penalizan a cubanos de aquí y de allá.

Ellos idearon y apoyaron la cancelación de los viajes de aerolíneas norteamericanas a los aeropuertos del interior de la Isla. Abogaron públicamente porque se prohibieran los envíos de remesas desde terceros países a Cuba. Lo expresan a voz en cuello; no solo se oponen a los contactos familiares entre las dos orillas, sino que exigen que el hijo que emigró, deje de ayudar a la madre anciana que se quedó en la Isla. Algunos incluso hablan de bloqueo naval y hasta de invasión. Ante esta realidad, es lógico que muchos de los cubanos dentro de Cuba tengan la percepción de que sus compatriotas de afuera desean el holocausto del pueblo cubano.

Ahora mismo, confrontados a la pandemia mundial que sufre el planeta, varias de esas personas han expresado públicamente su deseo de que el coronavirus arrase con la tierra que los vio nacer. Es doloroso ver cómo lo dicen en público, en las redes sociales, jubilosas y burlonas ante la desgracia ajena. Tomando como justificación la contención del virus, se oyen voces que incluso abogan por la cancelación total de los vuelos entre Cuba y los Estados Unidos. Irónicamente, naciones como Brasil, México, República Dominicana y otras, han reportado ya decenas de casos de la epidemia. Sin embargo, nadie pide que se cierren los vuelos a esos países, ¡pero se exige la liquidación de los viajes entre Miami y la Habana! No han podido truncar totalmente los lazos entre la familia cubana de aquí y de allá y manipulan ahora el miedo a la epidemia para lograr sus objetivos.

Compatriotas de Cuba, por cada hermano confundido o enfermo de rencor, hay miles que creemos en el amor. Amamos al país adoptivo que un día nos recibió con los brazos abiertos, pero también amamos a la tierra maternal que nos dio la vida. En vez de medidas punitivas que recrudezcan el sufrimiento, abogamos por la cooperación entre nuestras naciones. No queremos muros que nos separen sino puentes que nos unan.

En cuanto a nosotros; no somos una jauría de lobos. Como pueblo, tenemos un destino común y un deber: el de ayudarnos en el infortunio. Pero incluso, si el odio nos robara la ternura y nos convirtiera en jauría, aún así, haríamos lo que fuera por salvar a nuestros cachorros, que son los niños cubanos de quienes somos nosotros los responsables.

Y si en el peor de los casos, nos azotara una epidemia de olvido, si termináramos todos desmemoriados —los de acá y los de allá— huérfanos de humanidad y transformados en lobos, incluso entonces, un instinto ancestral de Patria y amor subiría desde nuestros corazones para recordarnos lo inolvidable: ¡que somos miembros de la misma manada!

2 comentarios:

  1. Excelente, sobre todo el final. Un halo de luz y cordura entre tantas aguas negras y pensamientos infectados de marabú.

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  2. Realmente hay que partir de las raíces del problema. Quien comenzó a dividir y sembrar el odio entre los mismos cubanos e incluso dentro de la misma familia fue el Demonio de La Piedra. Quién no recuerda los sucesos de los 80 cuando la crisis del Mariel. Pero remitiendonos hasta éstos momentos Quienes son los que tienen que estar 8 años sin poder entrar a Cuba a ver a sus familiares por que el gobierno cubano se los prohíbe, acaso no saben cuantos cubano el régimen les impide entrar a su patria. Con todo respeto considero que el artículo o comentario publicado no es objetivo y solo aborda una pequeña parte del problema.

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