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lunes, 8 de febrero de 2021

Apocalipsis de nuevo Milenio


Por Arnoldo Fenández V. 

Me asomo al abismo y lo que veo en el fondo asusta. Nunca creí apreciar un espectáculo así; una crecida arrastrando gente, ilusiones, proyectos; una utopía en caída libre, sudorosa aún, sin haber conseguido el milagro del bien común, los sueños realizados; donde el futuro coqueteó muy cerca de la esperanza… No puedo aferrarme a la rama de un árbol, flotar... La fuerza de las muchas aguas, convergiendo, anula mis energías.  Toco, donde antes fui proletario, y cierran puertas, ventanas; lo hago en el templo de las humanidades, el escudo de la nación; pero nadie abre...  Un buen amigo dice palabras balsámicas, y aún, milagrosamente, floto... En lo alto, brilla intensamente el Martí cabizbajo de Pedro Pablo Oliva, acompañado de un haz de luz; me aferro a ella y consigo seguir  flotando. Un mundo agoniza. Una pandemia se ensaña alevosamente con la humanidad moderna. Los estados saltan en pedazos. Los hombres mutan en bestias sedientas de alimentos, medicinas, vacunas, seguridad... Familias enteras escapan al campo. Otras, tapian puertas y ventanas; ignoran el afuera. La Covid 19 es un frío paso a la nada; nos caza en un estornudo, un beso, un abrazo, en el coito, en la huella de un zapato sobre la calle, un corredor, lo alto de una pared, incluso en la ropa que esconde nuestros sexos. El que murió vendrá a resucitarnos. Es alfa y omega. Sus siete estrellas aparecerán ante los crédulos. El que tenga oído que escuche la salvación. Los jerarcas llenarán cofres sin importar los muertos. El que tenga ojos que lo vea mientras pueda. El que tenga piernas que camine sin miedo al campo minado.  Las iglesias llamarán a convite a sus devotos. En el arca irán los virtuosos de alma. Los jerarcas no querrán ver, oír, ni leer la palabra luminosa, porque su único Dios es el poder, el dinero, la gloria, las putas…Algunos poetas cabildearán a los pies de los jerarcas, comprarán el paso a la inmortalidad; pero siempre el contra sí, otros sobre ellos, blasfemando, soltando hirientes versos, palabras crispadas; cantando las derrotas y así irá pasando el mundo, aguas abajo… Vete, ya es hora,- diré al virus cuando venga a cazarme en mi altura-, vete adonde nadie pueda encontrarte. Blandiré mi vacuna contra él, hasta verlo morir; entonces vendrán historiadores, sedientos de gloria; escarbarán en el polvo, querrán aparecer como testimoniantes de una guerra donde la muerte señoreó con fuerza inaudita; otros, serán perseguidos por esculpir la verdad... Casi termino, pero faltan aún imágenes por condensar en el cuadro de una tragedia mordaz, un Milenio donde no se consigue poner fin a una crecida, tan soberbia, como las del Nilo en la antigüedad. Las utopías languidecen. El hombre se ha comido al Hombre. Desde lo alto, la niebla de Unamuno no me deja ver los últimos daños  

  

1 comentario:

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