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jueves, 20 de octubre de 2022

SABOTEA MI CASA UN ENCAPUCHADO


Por Arnoldo Fernández Verdecia
 

Lo increíble sucedió hace unos minutos; tengo el sueño muy liviano,  por esa razón a las 3 y 35 de la madrugada un terrible olor puso en alerta mi olfato, salí de la cama a la velocidad de un rayo, desde las persianas pude ver a un encapuchado correr, perderse en el oscuro barranco que da al río Contramaestre.

En el piso de la sala numerosas gotas de un olor terrible, regué serrín, pero mi instinto me orientó abrir la puerta, al hacerlo, el piso del corredor, la puerta misma y la reja vilmente saboteadas con mierda.

Recordé que ese es el recurso principal de los cobardes, incapaces de actuar de frente y dialogar cuando existen problemas que duelen a todos y es deber criticarlos con honestidad.

Agarré el machete mambí de mi abuelo y un trabuco de anoncillo,  y mientras limpiaba,  pasó en varias ocasiones un motor con las luces apagadas por la manzana cercana a mi casa.

Montaré guardia extrema en lo adelante y al que coja, sea mandado por quien sea, el machete de mi abuelo está bien despalmadito esperándolo, lo blandiré a diestra y siniestra con la fuerza de un Antonio Maceo.

Así anda este pueblo, el de Martí, Virgilio Piñera, Lezama Lima...,  así anda Contramaestre en el Día de la Cultura Nacional. 

Nunca  en mi vida he violado las leyes, siempre he sido un ciudadano de bien que se expresa y comporta según los valores en los que cree. ¿Por qué tamaña afrenta?

A ese encapuchado que recibió órdenes o fue pagado por alguien para amedrentarme, un aforismo bien claro: "-Siempre hay un ojo que te ve y hablará".

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