Por Arnoldo Fernández V.
Contramaestre está de luto. Ha muerto un hombre muy querido por todos, el estomatólogo más amado por las viejas familias del terruño.
Llegó a nuestro pueblo procedente de Baracoa y aquí se quedó, aquí puso su clínica dental, aquí formó una familia, aquí ganó el respeto de todos por sus obras, por su catolicidad profunda.
Hombre de cultura vastísima, lector incansable de Félix Varela, de Santo Tomás, de la Biblia, de José Martí, un humanista convencido.
Por su religiosidad profunda, el Arzobispo de Santiago de Cuba lo seleccionó para visitar ciudad Vaticano. Tuve la oportunidad de entrevistarlo sobre los pormenores de ese viaje.
También fue seleccionado por su iglesia La Sagrada Familia de Contramaestre, para estar junto al Papa Juan Pablo Segundo en Santiago de Cuba y recibir de sus manos la hostia sagrada.
Además de religioso confeso, fue un amantísimo del béisbol, del cubano, del de las grandes ligas. Nadie como él para debatir con apasionamiento y calidez, datos estadísticos de esa pelota que por un tiempo fue lejana, pero que él hizo cercana en sus conversaciones.
Conservo como prueba de su pericia, los empastes que me puso cuando era un muchacho de 12 años y aún los tengo en perfectas condiciones. Era mucha su calidad profesional, pero mucho más, su calidad humana.
Ha muerto José Emilio Ropero Soto, un hombre de una decencia proverbial, una de las personas que más hizo porque Contramaeste fuera respetado en toda Cuba y en el mundo.
Querido amigo, este pueblo que hiciste tan tuyo como Baracoa, no te dice adiós, no, porque permanecerás por siempre en el recuerdo de todos los que te conocimos y aprendimos de tu magisterio generoso.
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