Por Arnoldo Fernández V
Abanico el sombrero, una y otra vez lo hago, consigo poquísimo aire. El cuerpo suda, suda copiosamente. Abanico más fuerte el sombrero. Ladran perros en las casas vecinas. Me asomo a la ventana y extrañas luces parpadean a lo lejos, parece algún tipo de aviso. Vuelvo a la cama. Abanico el sombrero, no consigo traer a mi cuerpo inundado de sal un poco de aire. Me separa el mosquitero de una jauría de mosquitos. Abanico el sombrero, lo abanico muy fuerte. Cierro los ojos. Pido a Dios un deseo. Abanico aún más fuerte el sombrero, pero no logro aire alguno. Estamos muriendo en vida coj.... ¿Hasta cuándo el infierno? Abanico el sombrero. Escucho el llanto de unos niños, las voces de una madre. Abanico el sombrero, una y otra vez lo abanico.
"Está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón..."
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