Por Ismael Fuentes Elías (Profesor universitario)
Cuando cursaba estudios de medicina a finales de los años ochenta en la ciudad de Santiago de Cuba, en una tarde memorable, tuve la sorpresa de descubrir uno de los misterios que hacen de esta ciudad el alfa y el omega de un recorrido, me refiero a su librería Renacimiento.
Una librería situada en la conocida calle Enramada, con los grises y los pátinas del tiempo fijado, sin pretensión monumental, más bien estrecha, íntima y maternal, brindando refugio a los caminantes y curiosos, que fatigados por la luz y el calor, recorrían sus mesas y estanterías, palpando aquellos ejemplares tostados y olorosos, ese olor de resguardo que evoca antiguas realizaciones espirituales, soledades refugiadas en la tinta de una dedicatoria estacional: Para Amalia, invierno de 1936, o en las letras de editoriales argentinas, chilenas o mexicanas, ya olvidadas, o de encuadernaciones hechas con piel, testimonio de épocas en que la carne igualaba el libro al hombre, sin resentimientos de perdurabilidad, única validez de la creación, no reconocer la sustancia para que la muerte sea simultánea, sin sobrevivientes orgullosos.
Aquella tarde fue el inicio de obligadas visitas semanales, en ese tiempo me conformaba con la sorpresa del hallazgo, recuerdo que compraba los libros por los títulos, me dejaba llevar por esa magia de las letras, así me hice de los primeros libros de J.K. Huysmann, con títulos de aparente intrascendencia, que te alejaban para luego remontarte a universos insospechados, Rada, Mochila al hombro, En familia, entre otros.
Luego vinieron muchos más, de filosofía, ciencia, arte, pero sobre todo de literatura, cada semana era una fiesta, recuerdo que del dinero que podían darme mis padres siempre dejaba reservado una parte, -cuando no la mayor -, para las compras de libros.
Siempre hacia el recorrido a pie, desde la Facultad hasta el centro de la ciudad, unos cuatros kilómetros, bajo el sol y resistiendo las tentaciones de comprar algún refrigerio para la sed. Sin embargo, ésta desaparecía con tan solo entrar y con los saludos del librero, conocido por los habituales como Pepín, aquel hombre permanecía al fondo del local, revisando, tasando, siempre entre libros, con una sonrisa tímida, como en un verdadero taller renacentista.
Más tarde conocí que gracias a su gestión la librería mantenía su exquisita oferta, y a precios asequibles para todos, aún me parece estar viéndolo recargar los estantes y yo en asecho de las nuevas ganancias.
La librería fue un espacio para la amistad y los encuentros con otros lectores asiduos. No puedo dejar de mencionar al poeta Reinaldo García Blanco, debo a él muchas de las importantes lecturas realizadas en esos años, siempre se las agenció para sorprenderme. Su labor de promotor de lecturas pesa sobre muchos de los escritores e intelectuales que le visitaban, la mayoría de ellos estudiantes de letras o de medicina que por resonancias orales iban a buscar la orientación o a llevarle algún poema o narración. Todo esto bajo el auspicio de los Mirándola y de los Erasmos, que giraban como astros en órbitas de luz y color, infinita presencia del suceso épico, participación en el hecho común, cuando se avanza en un mismo cuerpo de fuerza redentora.
Hoy, 14 de diciembre -cuando el sector cultural se resuelve entre vítores y agasajos-, se cumple casi un año del cierre de esta librería como consecuencia de la indolencia burocrática de algunos ejecutores, brecha dejada para los demonios de la cultura, en asecho siempre cuando ha faltado la oración y el agua del Jordán que les cierre el paso.
No hay razones. Ni siquiera la argumentación postmoderna de la muerte del libro sobrenadando en la lengua de algunos funcionarios, que en su despiste llegaron a conocer al ratón por el mouse.
¿De qué se habla entonces cuando se dictan resoluciones para proteger el patrimonio nacional? ¿Es que acaso los libros irán a parar a los infiernillos de algunos libreros cuyos intereses están puestos no precisamente en el número de páginas? Esperemos no sea una de las tantas derivas de la que luego tengamos que recuperarnos con golpecitos en los hombros.
Hola Ismael. Bueno la Librería Renacimiento no ha cerrado del todo. Ahora se lleva a cabo el proyecto Trueque de libros. Usted tiene el libro que alguien busca. Alguien busca el libro que usted tiene. Funciona todos los viernes y ha venido a suplir un poco una traba más bien de carácter económico. Ya se encuentran los fondos disponibles para la compra de libros y todo parece indicar que en enero se inicie la compra... pero el Trueque la gente quiere que se mantenga.
ResponderEliminarun abrazo cordial
Reynaldo
Rey:
ResponderEliminarEl trueque de libros es una buena opción, pero jamás podrá sustituir la aventura de
encontrar lo que tal vez no estabas buscando pero que te buscaba a ti. Saludo esa
posibilidad, pero no me quita las ganas de encontrarme con los viejos libros en sus
anaqueles con gusto a tradición. Cuando se interrumpen viejas costumbres como estas,
se rompe siempre algo de la magia que ellas incluyen. La razón económica siempre es
una "buena" razón entre nosotros, seres acostumbrados a periodos más o menos
especiales. Siempre la compraventa de libros tuvo sus ganancias, ¿eran tan escasas
que se volvió insostenible la Librería?. En fin, la cultura es bien social,y en Cuba
esto siempre ha sido significativo, por encima de ciertas tramas económicas.
Esperamos la próxima reapertura. Ojalá se le devuelva a la institución sus antiguas
esencias. Saludos de
May Yudith
No concibo a Santiago de Cuba sin esa librería donde las “Vidas paralelas” de Plutarco las encontré uno de esos días de suerte a un preció de $200 pesos en una edición de oro. Llegar a la librería Renacimiento, es una obsesión para todo viajero cargado de viejas manías de coleccionista. Esa idea del trueque está bien, pero se queda en los viernes, tal vez trece, pero sin la ilusión de encontrarse con el señor Pepín y llevarse una rareza a casa y disfrutar con amigos o invitados que visitan nuestra casa. Otro día de la semana están libros tristes que casi nadie compra, pues al lado está la Amado Ramón con toda su carga de novedades y ofertas variadas. Renacimiento sólo vivirá los viernes para los santiagueros, los restantes días es una librería más. Para los del insilio, en el oriente cubano, ya no será una opción renacentista al alcance del bolsillo, será un recuerdo que tal vez se extinga para siempre.
ResponderEliminarArnoldito.Ojo. Renacimiento no ha cerrado. Ha mantenido sus ventas. Tiene una peña mensual: Oros viejos. Todos los viernes lleva a cabo el Trueque de libros. Lo que se encuentra atascado es la compraventa de libros de uso que
ResponderEliminarse reinicia en enero. No es correcto afirmar cierre de la librería Renacimiento... desde cuándo no vienes por Santiago???
reynaldo
Reynaldo, la aclaración es válida para todos. No obstante, al menos yo lo creo así, uno de los atractivos para toda persona que visite Renacimiento, independientemente de que sea intelectual o no es encontrarse con libros raros y eso está en la intención para enero de 2010, Dios quiera y se concrete. Por ahora no es así y eso nos pasó en Contramaestre con la librería Daniel Readigos y mantuvimos las acciones culturales de la misma, sin embargo el presupuesto se fijó para un año próximo y todavía lo estamos esperando. Abrazos y felicidades en el año nuevo para tí y Mirna especialmente. Arnoldito
ResponderEliminarArnoldo:
ResponderEliminarTodos amamos y defendemos la Renacimiento, sobre todo la gente del Libro, grupo al cual creo perteneces por el entusiasmo que siempre tienes para los
proyectos que acoge. También defendemos, cómo no hacerlo, el resto: las otras 30 librerías de la provincia.
Te escribo como poeta que también se hizo amiga de Pepín, quien ya se retiró por edad, y encontré libros buenos, como todos. Te escribo también como responsable desde hace cuatro meses del Centro Provincial del Libro, algo
que hago por la íntima convicción de que es posible siempre hacer más.
El encabezado de la nota conduce a error porque la librería Renacimiento no ha cerrado en ningún período. Su peculiar comercio, al cual Pepín dio sus
propias características, estuvo detenido por cuestiones ya esclarecidas "y sin palmaditas en el hombro". Renacimiento tendrá durante los primeros meses
de 2010 un proceso de reparación imprescindible, con completo apoyo del Gobierno y el Partido en la provincia, por parte de la Oficina del Conservador de la Ciudad, cuyo estudio ya se realizó. Esta reparación es parte de la renovación de la librería, que acogerá el Café Literario
Renacimiento, proyecto escrito que muchos ya conocen y que ha entusiasmado a todos, donde será fundamental el comercio de libros de uso, raros y valiosos, acompañado de venta de novedades especiales de literatura cubana,
préstamo interno de libros y revistas literarias y culturales, y las Lecturas digitales, con las computadoras asignadas para ello, dirigido sobre todo a escritores y amantes de la lectura. Todo esto junto a un buen café, el Trueque de libros de los viernes y la peña "Oros viejos", que tampoco ha
dejado de hacerse.
Por lo pronto, tiempo de reparación incluido, en cada Trueque y en la propia librería y a los muchos que la han acompañado por años, se les ha dicho que
en enero recomienza la compra y venta de libros de uso. Parece que debemos promocionarlo mucho más.
Un proyecto parecido se concretará en 2010 con otro café literario en el Parque del Ajedrez.
En uno u otro, sé que nos ncontraremos.
Un abrazo. Teresa Melo
Validísima para todos la aclaración de la poeta Teresa Melo, también responsable desde hace cuatro meses del Centro Provincial del Libro. Y es válida no sólo por lo que dice sino también por aquello que sugiere. Me hace comprender, por ejemplo, que “el encabezamiento de la nota” que según ella “conduce a error” tuvo tal vez mucho que ver con lo que ella misma señalaba cuando afirmaba que el “peculiar comercio” de la Librería Renacimiento “estuvo detenido” (la detención de un proceso sin la publicación consiguiente de causas o consecuencias ¿no es lógico que se interprete como desaparición? La propia autora añade finalmente “Parece que debemos promocionarlo mucho más”) Sirve esta breve polémica para esclarecer a los amantes de la tradición viva, no de aquella que muchas veces se nos presenta como la anciana solterona maquillada con las manos incapaces de sostener un abanico en la plenitud de su danzón.
ResponderEliminar¡Qué bueno que se repare la Librería! ¡Qué bueno que al apoyo de todos se sume la declarada inquietud de los lectores de Contramaestre! ¡Qué bueno que se abarquen tantos objetivos en “proyecto escrito que muchos ya conocen y que…”! ¡Vítores para Pepín! ¡Un Hurra por el Conservador de la Ciudad y los proyectistas de este renacer de la Renacimiento! ¡Ojalá algunas de las otras treinta librerías de la provincia tengan su conservador, su proyecto, su apoyo, su buen café, y sus computadoras asignadas! ¡Ojalá todas las instituciones culturales que detienen su funcionamiento por corto, medio o largo plazo tengan sus apasionados defensores, que acorralando la indiferencia y el ostracismo, levanten una adarga por la comunicación entre actores sociales, y por la salvación de la Lectura! Muchos coincidirán conmigo en que hace falta más, mucha más “canela para el Fénix”.
Saludos de May Yudith.
Santa Bárbara, qué alivio, no cierran sino abren más, qué suerte, porque a veces uno se pregunta hasta cuándo se cerrarán algunas puertas que tanto falta hacen con luz de fondo. Con tan pocos libros que tenemos, si se nos callan las librerías qué hacemos.
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