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martes, 14 de febrero de 2012

Colar café exige un punto ideal de azúcar

Colador criollo de mi Vieja
El primer chorrito, del colador, lo tomaba mi Madre, nadie podía disputárselo. Con ella aprendí, que ese es el mejor café, el más puro y agradable al paladar. Me enseñó el punto ideal de azúcar, no debe estar ni dulce, ni amargo....

Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
Un lucero aparecía en la madrugada sobre la cocina donde mi Madre colaba café. La acompañaba un candil. Era brújula de sus pasos. Su luz llegaba hasta mi cama. Me iba con ella al fogón de leña. “Busca unas brusquitas para prenderlo y mantenerlo encendido”, sus palabras de bienvenida.

Mi Vieja a los 96 años
Recorría el campo y en breves minutos aparecía. Pronto un humito salía entre el caballete y un viejo árbol que nadie sabía el nombre. El olor a café recorría cada pedazo de tierra. El primer chorrito, del colador, lo tomaba mi Madre, nadie podía disputárselo. Con ella aprendí, que ese es el mejor café, el más puro y agradable al paladar. Me enseñó el punto ideal de azúcar, no debe estar ni dulce, ni amargo; lograr esa esencia me llevó años, hasta aprender ha hacerlo como a ella le gustaba.

Fue normal, por mucho tiempo, que yo le colara café. Mi Madre sabía identificar cuando salía de mis manos. Si otro lo hacía, enseguida la cubanía salía a flote: “Está dulce”. O sencillamente precisaba: “Es aguachirre”, en abierta alusión a su mala calidad. Si tenía el punto ideal, los ojos le brillaban como el lucero que nos saludaba cada madrugada y decía: “Lo coló Nolito”.

Con esa alegría de hacerle el café que le gustaba la acompañé muchos años. En sus últimos días decía: “Necesito un buchito de café como lo hace Nolito”. Mi ex-mujer nunca logró concebir un elixir que respondiera con creces al perfil soñado. Sus nueras tampoco se acercaron al sabor divino, que un día aprendiera mi Madre, de la vieja Llalla, en la finca Las Lajitas, cerca de Maffo.

El 28 de noviembre de 2011, lunes, a las 3 y 55 de la mañana, bajo un frío terrible mi Madre abandonó este mundo. En la morgue su cuerpo dormía. Todos la besamos. Nos despedimos. Fui el último en hacerlo; llevaría mi olor adonde fuera. El mismo lucero, que nos acompañara en las madrugadas, estaba allí. Ese día tomé café, tomé muchas tazas de café, pero ninguno se parecía al que colara mi Vieja; incluso hoy confieso que nadie sabe hacerlo como ella.

Mi aprendizaje de niño a hombre, en aquella Finca, me dice que mi Madre no ha se ha ido; me mira cada madrugada desde el lucero, nuestro lucero, el único testigo de un amor eterno a prueba de hacer un café divino al paladar.

11 comentarios:

  1. Muy bonito escrito y commovedor recuerdo de "tu vieja" que ha dejado un enorme recuerdo en tu vida.

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  2. ramon columbie grimon16/2/12 7:40 a. m.

    HERMANO, HERMOSO SU TRABAJO, NO SABES COMO ME HIZO RECORDAR A MI VIEJA, TE JURO QUE ESTOY LLORANDO, ESAS LAGRIMAS QUE SALEN DEL CORAZON DE UN HOMBRE, QUE COMO TÚ, NACIÓ EN EL CAMPO CUBANO, ENTRE PALMERAS, MAMONCILLOS, MANGOS Y AGUACATES Y ALGÚN QUE OTRO ARBOL SIN NOMBRE, Y QUE SABE DE QUE HABLAS EN TU HOMENAJE A TU MAMÁ Y A ESE DIVINO CAFÉ, QUE SEGURO ESTOY, NADIE SABRÁ HACER, COMO TU VIEJA.

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  3. Zuliran Vinaixa Cuba:
    Por eso eres mi amigo,y de los buenos tu eres de esos jovenes que se que quedan muchos, pero que no conocemos ,tu me haces con estas lineas que mis lagrimas corran por mi rostro,sabes eres un bello joven con suerte ,con mucha suerte no te digo esto por tu profesion de periodista que (QUE ES MUY BUENA) te digo esto porque amaste a un ser que fue especial contigo y que jamas va a morir pues ella esta a tu lado dia a dia,(Dios es sabio y hizo que nos conocieramos mi abuela murio un 3 de septiembre de 1981)y no hay un dia de mi vida que no la recuerde,te quiero mucho eres especial para mi,,,,mary

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  4. Rudis Quesada Moreno:
    uuuffff, sin palabras hermano, lo que pueda decir no llegaría ni a la cuarta parte de las emociones que han hecho sentir esa crónica, excelente felicidades

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  5. Arnoldo, no sabes cuánto recordé a mi abuela con ese escrito, tu relato me hizo rememorar todos los recuerdos de ese buchito de café que nos dan los abuelos , fuiste un cronista de cada detalle porque las casas del campo en nuestro país son de esa manera, características muy autóctonas de nuestra isla caribeña

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  6. Clemente Santiago Villafañe. Un oceánico y fraternal saludo, con la fragancia de la amistad el mas sublime perfume.
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  7. La verdad es que me he quedado sin palabras, se me salen las lagrimas ahora mismo, me pregunto como es posible que tu historia sea igual a la mía, solo cambia el año y el día, fue en el mismo mes, cuantas cosas vividas, yo también fui la última que bese a mi madre, cuanto dolor, gracias por escribir éstos recuerdos, gracias.

    Isora.

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  8. Que bella historia, y dejame decirte que mientras la leia lo vivia contigo , es verdad que ese café debe de haber sido exquisite, el olor, no solo del café sino del campo en la madrugada no tiene precio por lo menos para mi que tambien vivi esos olores . Tu relacion con tu abuela es para un libro que dicha eso es verdaderamente ser millonario , te dejo una fortuna mi amigo

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  9. Estas vivencias son las que forman el amor, ese amor de madre y de abuela que se unen para formar un mundo, ese aprender constante de nuestros mayores y que muchas personas no valoran. Cuando lo vivias no te imaginabas que el simple hecho de un trago de cafe mananero te iva a llevar a un mundo de recuerdos que llenan tu vida de amor y es solo la dedicacion de una madre, ese tiempesito que parece que no vale es justamente el tesoro, la fortuna que nos dejan al partir. Tus abuelos se ven que son universitarios de la vida y de una vida autentica sin nada de maquillaje puro amor del bueno, del real del que queda para la eternidad. Vive y disfruta cada sorbito de cafe, en ello tienes tu vida. Un abrazo

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  10. Hermoso.Te leía e iba viendo a mamá Nicolasa, mi abuela.

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