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lunes, 7 de abril de 2014

Escuchando a Foucault en Cuba

Michel Foucault
Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu 

Escuché con atención  las palabras de Foucault  y no pude evitar compartir  estas ideas. “Siempre existe un ojo que espía nuestras acciones, las públicas  y las privadas”. El panóptico está ahí, de una forma u otra servimos a sus dictados. El miedo a los anillos de la torre de vigilancia impide realizarnos en lo individual.

La cárcel, la escuela, el hospital, el partido, o sencillamente las instituciones, observan nuestra huella, en otras palabras construyen modelos de adoctrinamiento que debemos repetir si no queremos padecer  alguna forma de reclusión, necesarias para el panóptico; de ellas se alimenta su inmenso poder.

Alguien cercano dijo que el panóptico habita nuestra mente, incluso la controla, por eso nunca nos atrevemos a ser uno en la masa, es preferible la comodidad del efecto zombi, a tener lucidez  y ser irreverente con los anillos  de la serpiente de cola verde, dispuesta a hincar el veneno donde más duele.

Pero también visita con frecuencia a los amigos, leales durante un tiempo, luego se convierten en otros, dispuestos a proteger el zombi instalado en sus ideas;  no quieren Quijotes capaces de alzar la espada, e irse por el mundo a liberar reinos gobernados por nerones. 

Si la duda se instala  en un poderoso, moverá los anillos, o alguien dirá como hacerlo, para asfixiar a la presa y comerla en el momento oportuno. Parece un juego, un sencillo juego, por eso pienso en la telaraña y sus posibles víctimas, hasta uno mismo puede ser una de ellas, sin más esperanza que huir, huir, sabiendo que tarde o temprano las cercas detendrán tus pasos. Hasta un día todo fue normal, pero de momento caes y por mucho que intentes salvarte, más te enredas. Nadie escapa al efecto del tejido. Nadie.

Al hombre no le queda más remedio que reproducir el panóptico pensado por otros para él, su libertad es posible dentro de los anillos de la serpiente. Otra libertad cuesta muy cara. Es preferible la comodidad de la cama matrimonial, al efecto rugoso del piso de cemento.

Escuchar a Foucault es comprender porque somos vigilados, aunque nos portemos bien. Cambiar ese modo de limitarnos la libertad no se  resuelve con una forma de ilustración, -no debemos olvidar- que también la misma, alguien se encarga de pensarla e instrumentarla,  para que nosotros la reproduzcamos en la vida diaria. La torre siempre está ahí.

2 comentarios:

  1. Eddy Gil:
    - Los que me vigilan mi esposa para que le sea fiel.
    - El Internal Revenue, el Estado donde vivo, localidad donde vivo para que les pague sus impuestos.

    De esos listados arriba no se quien me pueda estar vigilando ya que no soy terrorista, ladron, asesino ni hago nada criminal o deshonesto.

    Alguien mas Arnaldo? acuerdate que no vivo en Cuba.

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  2. Nelsy Del Toro Tamayo: HE PASADO UNA HORA EN LA CONCHA DE NUESTRO CARACOL ..QUE ME ATRAPA DE UNA MANERA INCREIBLE GRACIAS ARNOLDO POR ESA TU PAGINA Y NUESTRA..QUE NOS RECREA Y NOS LLENA DE UNA MALGAMA DE SENTIMIENTOS DESDE LA CALBAZA HASTA LAS SABROSAS YUCAS AUNQUE SIN EL MOHITO ME LAS COMIERA AUN NO HE ENCONTRADO YUCA COMO LA DE CUBA LA DE AQUI TINE MUCHAS HEBRAS ...GRACIAS AMIGO QUERIDO TE ADMIRO MUCHO...SALUDOS A TODOS LOS AMIGOS DE ALLA.

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