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sábado, 31 de mayo de 2014

Lo Cubano en el cacharro de tierra aborigen



Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua.cultstgo.cult.cu

El componente aborigen como elemento de influencia en la identidad nacional cubana, ha sido poco significativo en los estudios históricos, etnográficos, etnológicos, antropológicos, geográficos, arqueológicos y políticos que le han servido de sustento. Es una recurrencia sistemática el volverse una y otra vez hacia los componentes hispánico y africano; no es objetivo nuestro el análisis de éstos, el interés se centra en la influencia aborigen.

Los estudios  históricos han explotado la presencia de los primeros pobladores aborígenes que vivían en Cuba  a la llegada de los españoles: “el siboney, el taíno y el caribe.”(Guerra, Ramiro, 1971; Portuondo, Fernando, 1975).  Un libro reciente explota el monto demográfico aborigen al señalar que para 1510 Cuba tenía  unos 112 mil habitantes: el 90%, taínos y el 10% de otros grupos aislados; sólo se le da significación a los primeros, siguiendo los resultados de las excavaciones arqueológicas y los criterios de los cronistas de indias. (Torres, Eduardo y Oscar Loyola, 2001).

En el tratamiento del concepto mezcla, la historiadora Olga Portuondo plantea que en la historiografía cubana hay suficiente argumentación del mestizaje entre indios y blancos, mucho menos es la que existe para demostrar la mezcla entre indios y negros. (La Virgen De La Caridad Del Cobre. Símbolo de Cubanía. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1995.p38). También precisa que, entre estos últimos, las relaciones fueron tempranas, porque los tratantes de África traían varones bozales, que luego convivían con las indias. (Obra citada, p38).

Hernán Venegas, desde una perspectiva de cuestionamiento a la “historia occidentalista”, que se ha construido en Cuba,  es del criterio  que nuestra historiografía ha eliminado, con el pretexto del genocidio o del etnocidio, desde mediados del siglo XVI, el tratamiento histórico del componente aborigen. Señala, que estos se mantuvieron particularmente activos en el centro y oriente de Cuba, tanto es así que de los tres tripulantes que acompañan la aparición de la Virgen de la Caridad del Cobre, dos, son indios naturales, Rodrigo y Juan de Hoyos. (Venegas, Hernán. 2001, p. 111-112).

En los documentos de la época, desde el siglo XVI hasta el XVIII, se muestra a los indios como personalidades jurídicas actuantes e incluso, a nivel de comunidades específicas, como ocurría en las regiones de Remedios, Puerto Príncipe, Holguín, Jiguaní,  el Caney, Baracoa y la propia Habana.

En la historiografía cubana se le ubica a través de una interrogante no respondida: ¿cómo es posible no considerar esta realidad para la mayor parte de la colonia, de lo cual no escapa ni la propia Habana? (Obra citada, p112).

Luego, cada uno utilizando como fuentes esenciales a los cronistas de indias, nos describen los lugares donde vivían, sus cultivos, conocimientos medicinales (Guerra, Ramiro. 1971 y Fernando Portuondo, 1975); sus alimentos; incorporan también, los resultados de las excavaciones arqueológicas, para realizar la reconstrucción de la cultura de éstos. (Torres, Eduardo y Oscar Loyola, 2001, Guerra, Ramiro, 1971 y Fernando Portuondo, 1975)  Todos reconocen que la preocupación principal de los aborígenes, era la de obtener el sustento diario, de ahí que exploten con frecuencia las influencias de la ecología, en las estrategias de adaptación, unos practicaron el nomadismo dadas sus condiciones de recolectores, cazadores y pescadores y otros que se encontraban, en lo que Torres Cuevas denomina, neolítico(Torres, Eduardo, 2001).

Ante la invasión española de sus territorios se localiza el interés en la resistencia ofrecida al conquistador, sobre todo el grupo taíno que “pelearon bajo la dirección de Hatuey, Caguax, Guamá y otros caciques, cuyos nombres han recogido los documentos de la época.” (Torres, Eduardo y Oscar Loyola, 2001, Guerra, Ramiro, 1971 y Fernando Portuondo, 1975).

Su lugar dentro de la religiosidad fundacional, en el proceso de la conquista y colonización, es otra de las recurrencias a la que se vuelven, fundamentalmente historiadores de la región oriental y central de la Isla. La imagen de la Virgen María es asumida por lo aborígenes apenas sin tránsito formal. La esencia cristiana quedaba diluida entre el credo y la práctica de las múltiples deidades. El aborigen se vuelve a la Virgen como un ‘Cemí” más, cuyo poder estaba en la carga mágica que ante ellos parecían tener los conquistadores. Nos parece significativo el hecho de que en el mito que recrea la aparición de la Virgen, ocupen un lugar sobresaliente dos indios llamados Juan y un negrito, lo que nos indica que los aborígenes asumieron como deidad a la Virgen para poder explicarse su relación con la naturaleza y la cultura que portaban los ibéricos. Luego, en los sucesivos enriquecimientos históricos del mito, aparece un blanco, un indio y un mulato,  luego dos blancos y el negrito, sufriendo racialmente lo que se ha denominado blanqueamiento, pues desaparecen los dos aborígenes que formaban parte de los iconos de la Virgen. La tez de la Virgen es trigueña, para no parcializarse con ninguna raza, hecho que merece una explicación, pues esto obedece a la forma en que se manipuló por la iglesia católica el símbolo, como condensación, capaz de englobar el conjunto de etnias que participan en la representación y definición de lo cubano, y darle una multiplicidad de sentidos, según las prácticas culturales de los elementos actuantes. El aborigen es registrado como un elemento de participación étnica  en el sincretismo religioso. Esto dará como resultado un mestizaje cultural, que se le ha denominado en diferentes momentos históricos, fusión, crisol o ajiaco, que simbolizan la formación de lo cubano.  A nuestra música, desde una visión histórica, se le da un origen mestizo, al situar al primer maestro, Miguel de Velázquez, como resultado de la mezcla de una india y un español. En opinión de Cintio Vitier, la dolida exclamación de éste por la explotación a la que estaba sometida la tierra en la que había nacido “fue quizás el primer chispazo de conciencia moral autóctona en los comienzos de una historia dominada por la codicia y la crueldad.”(Vitier, Cintio, 1993).

Esta primera aproximación nos obliga a una necesaria síntesis: el hecho de acentuar los grupos que poblaban Cuba a la llegada de los españoles, la cultura que portaban sobre la base de los cronistas de Indias,  las excavaciones arqueológicas, las estrategias de adaptación que asumían según  la distribución y el control de los recursos del territorio; su lugar en el sincretismo religioso del culto mariano de la Virgen de la Caridad,  la resistencia ofrecida al conquistador; obedecen ante todo, al interés por conocer el pasado aborigen y fundamentalmente, el lugar que ocupan en las historias de la cultura los diferentes elementos étnicos que han confluido en la definición de lo cubano.

Políticos importantes de Cuba como Fidel Castro, Armando Hart y Carlos Rafael Rodríguez, señalan que “nacimos de la resistencia, del enfrentamiento a la conquista.”(Hart, Armando, 1992) Inclusive señalan hacia el valor étnico de la mezcla: los españoles se mezclaron con el indio. (Obra citada). Marinello, en su condición de ensayista y político, señala hacia un mundo aborigen que fue ganado por la violencia y fue obligado a aceptar la cultura de los vencedores, de los que debía aprender la información y el lenguaje propicio para la acumulación y aprehensión del conocimiento. Desde un primer momento se trabó la pugna entre naturaleza y expresión: “El Nuevo Mundo pedía anotación nacida de su existencia y de sus formas, de su historia y de su tono; los instrumentos para traducirla estaban integrados de datos y acentos que habían ya cuajado en estilo.” (Marinello, Juan, 1959).

La resistencia, la mezcla y la naturaleza insular,  se utilizan como recurso al pasado, que permiten ubicar a los aborígenes, en la lucha defensiva de la tierra que les pertenecía y su lugar en la determinación de lo criollo, que darían como resultado al cubano, metafóricamente hablando.

El sincretismo religioso se utiliza como proceso de adaptación cultural que integra las cosmovisiones aborígenes con las ibéricas y africanas, como fusión que le posibilita sobrevivir al primero en las nuevas configuraciones ecológicas que se prefiguran en la Isla. De ahí que se preserven algunos lugares en la actualidad, donde se destaca la presencia de descendientes de esta cultura prehistórica, el Caney, El Cobre, Baracoa, Yateras, Jiguaní y Yara, como patrimonios de la nación cubana. Éstos son manejados como recursos simbólicos para la acción social y han sido orientados hacia el turismo internacional.

Los estudios etnológicos cubanos insisten en el factor de la resistencia, reconocen a Guamá como el “verdadero caudillo cubano de la primera guerra de independencia de Cuba.”(Ortiz, Fernando, 1991). Se insiste también en las formas de resistencia: la armada y los suicidios individuales y en masa.”(Obra citada).

De interés central son los aportes etnolingüísticos que revelan los mismos, al registrar palabras, que formaban parte del vocabulario aborigen, y su lugar en la toponimia del paisaje, accidentes geográficos, lugares del territorio insular e incluso frutas y animales de la flora, fauna y la cultura material,  que son agrupados siguiendo criterios lingüísticos en: topónimos, antropónimos, fitónimos y gentilicios. Se ilustran también los elementos del lenguaje aborigen,  que dieron resultado al español hablado en Cuba. (Bernal, Sergio, 1984, 1997. Peña, Libia. Lengua y transculturación en Bayamo, 2000, p.51-61).

También ocupa un lugar significativo en la metáfora culinaria del ajiaco, con la que se simboliza la formación del pueblo cubano: “...fue el guiso típico de los indios taínos, como de todos los pueblos primitivos cuando al pasar de la economía meramente extractiva y nómada a la economía sedentaria y agrícola, aprendieron a cocer los alimentos en cazuelas al fuego.”(Ortiz, Fernando,1991). Se describe el primer ajiaco precolombino: de carnes de jutías, iguanas, cocodrilos, majáes, tortugas, cobos; y productos de la agricultura como maíz, papa, malanga, boniato, yuca y ají. Se emblematiza también el cacharro de tierra, el fogaje del trópico, el agua de los cielos para el caldo y la de los mares para la sal. El aporte aborigen a la metáfora de la cubanía se localiza en el cacharro de tierra, que alude a Cuba, la isla, puesta al fuego de los trópicos, de barro y muy abierta.

En los estudios del folklore se les ha ubicado en la mitología y en las leyendas. En el primero se le da un lugar significativo a lo aborigen: el Cemí, al dios Huracán, Huión el sol, como el creador del  primer hombre, Hamao; Maroya la luna, le da una compañera a Hamao, Guanaroca; de su unión nació Imao, el primer hijo. A estos mitos Samuel Feijoo, los ha clasificado como “mitos de los indios cubanos.”(Feijóo, Samuel, 1996)  En la segunda se le clasifica como leyendas con temas indígenas; que al decir de Salvador Bueno “parecen más bien libres e idealizadas reconstrucciones realizadas por escritores devotos de nuestro pasado taíno o siboney.(Bueno, Salvador, 1991) Mas adelante señala: “Los primeros cronistas de la conquista en las Antillas recogieron pocos informantes indios. Por eso puede discutirse  el genuino  carácter  de muchas de esas leyendas  que están plagadas - eso sí- de nombres indígenas, siguiendo la corriente siboneyista que a mediados del siglo pasado impulsaron en nuestra literatura José Fornaris, Joaquín Lorenzo Luaces y Juan Cristóbal Nápoles Fajardo.”(Obra citada)

De hecho se puede apreciar que no podemos partir en el análisis de nuestra cultura, del folklore de nuestros primeros pobladores, debido a la ausencia de una memoria escrita u oral que registrara las mismas, no se grabaron vivencias, rituales, escenas cotidianas, que pudieran dar luz a este oscuro laberinto, de donde han salido tan infundadas mitologías y tan fantásticas composiciones sobre caciques vencedores y Guarinas desconsoladas.

En los estudios geográficos se ha puesto especial énfasis en la autenticidad araguaca del nombre aborigen Cuba, negándosele así la posible procedencia arábiga que intentó dársele.(Núñez, Antonio, 1992) También  se hace referencia al hecho geográfico de que Colón descubre a Cuba para Europa, hecho que lleva al varón de Humboldt a afirmar: “En materia de Geografía del nuevo mundo habría siempre que consultar a los indios.”(Obra citada) Se señala también que Colón uso los conocimientos náuticos de los indios de Cuba. (Obra citada)

En los estudios de arquitectura se alude a los bohíos y caneyes como formas primigenias de una cultura arquitectónica con marcados valores estéticos, en correspondencia con el entorno natural en que vivían estos. (Segré, Roberto, 1996)

Desde el punto de vista de la Paleoetnografía; Arqueología y la Antropología Física, se propone una clasificación de las comunidades primitivas de Cuba, teniendo en cuenta:

Nivel de desarrollo.    

Grupo cultural.   
Cronología.
Agricultores ceramistas: 

Taíno.1350-1520 d.n.e
Subtaíno.
800- 1570d.n. e   
Agricultura incipiente ceramistas    Mayarí.    800-1100 d.n.e
Recolectores Cazadores Pescadores no ceramistas:   

Ciboney (Aspecto Cayo Redondo)    1-1650 de n.e .
Recolectores cazadores Pescadores no ceramistas:

Ciboney (Aspecto Guayabo Blanco)    3000 a.n. e- 1000 n.e.

Este enfoque trabajó un modelo de análisis arqueológico basado en :
      Patrón de asentamiento.
•    Sitios de habitación
•    Cementerios o entierros.
Ajuar
- Material cerámico.
- Material de piedra.
- Material de concha.
- Material de hueso.
Restos alimenticios.
Restos óseos humanos.
Distribución geográfica en Cuba y en el área circuncaribe.
Cronología.

Como modelo de análisis paleoetnográfico  se concibió el trabajo con:
      - El hombre su aspecto físico.
      - Las fuerzas productivas.
      - Instrumentos de producción.
- Actividades económicas.
- Viviendas.
- Transporte.
- Las relaciones de producción.
- El lenguaje.
- Vestidos y ornamentos.
- Manifestaciones de la superestructura
- Religión y costumbres funerarias.
- El arte.
 

Ambos modelos de análisis están sustentados teóricamente por las ideas de Carlos Marx y Federico Engels trabajados en “El Capital” y “El Origen de la familia la propiedad privada y el Estado”.

A modo de cierre

El componente aborigen ha sido utilizado fundamentalmente como recurso que valida una cultura de la resistencia, que es utilizada fundamentalmente por los políticos para la acción social, en medio de los desafíos a los que se enfrenta la nación cubana en el contexto del antagonismo con los Estados Unidos.

También es utilizado como parte de la metáfora culinaria que simboliza la formación de lo cubano, al ser emblematizado en la olla de barro, como condición primigenia o primer nivel de la insularidad, abierta hacia el mar para recibir todas las confluencias posibles, en constante cocimiento.

El componente de la mezcla es tratado en alguna medida, sobre todo en los orígenes de nuestra música, vocablos alusivos al paisaje, accidentes geográficos, territorios y en la calidad de lo criollo, como cruzamiento genético - cultural entre aborígenes y españoles.

Dentro de la religiosidad fundacional del cubano, el lugar del aborigen en los iconos marianos de la Virgen, es otra de las recurrencias a la que se vuelven, fundamentalmente historiadores de la región oriental y central de la Isla, y señalan que con el devenir histórico, este proceso fue sufriendo racialmente, lo que denominan blanqueamiento, pues desaparecen los dos aborígenes, que formaban parte de la simbolización de la Virgen. Se destaca por encima de todo, su lugar en los procesos sincréticos de la religiosidad popular.

Bibliografía
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Guerra, Ramiro(1971) Manual de Historia de Cuba. Instituto del Libro. La Habana. P.15
El Quinto Centenario visto desde Cuba(1992)Ediciones Holguín, Cuba. P.44; p.9-10
Feijóo, Samuel.(1996) Mitología Cubana. Editorial Letras Cubanas. La Habana. P. 9, 11.
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Dacal, Ramón y Manuel Ribero de la Calle(1986) Arqueología Aborigen de Cuba. Editorial Gente Nueva. La Habana.
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Historia de Cuba(1991) Editorial Pueblo y Educación. La Habana. P.14, 28.
Historia de Cuba(1991) Editorial Pueblo y Educación. La Habana. P.1-10
Sergio Valdés Bernal.(1984)Los indoamericanismos en la poesía  cubana de los siglos XVII, XVIII y XIX. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana.
Hernán Venegas(2001). La Región en Cuba. Editorial Oriente. Santiago de Cuba.
Memorias del crisol. Ensayos sobre identidad e historia. (2000) Ediciones Bayamo. Cuba.
Marinello, Juan(1959) Meditación Americana. Ediciones Procyon. Argentina.
Portuondo, Olga.1995 La Virgen De La Caridad del Cobre símbolo de Cubana. Editorial Oriente, Santiago de Cuba.


 

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