Cuquita la mora: "Usted infarta ante el humor cubano actual" (I)

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu

Un destacado músico cubano, de la  gustada agrupación Habana abierta, decía que el humor necesita tres ingredientes fundamentales: ternura, inteligencia y felicidad. Le dije que me diera sus razones. Entonces, con una sabiduría propia de un experto, señaló que es un tipo de arte necesario en cualquier sociedad, la gente lo necesita, pero tiene que llegar con afecto;  a nadie le gusta ser blanco del choteo incisivo para provocar una risa sin lógica alguna.

En su auxilio acudió el director del Centro Promotor del Humor, Kike Quiñones, al precisar que hablar de humor en buen cubano es hablar de un "humor que hace que el público se identifique con él de una manera respetuosa, inteligente y enriquecedora para ambos", donde la gente "ríe y reflexiona" y el humorista "aprende" de ella todos los días.

También es  necesario tener bien determinados los públicos para los cuales trabajan los humoristas, y en este sentido sobresales cinco escenarios fundamentales:
-espacios nocturnos.
-fiestas populares.
-teatro.
-televisión.
-radio.

Cada uno exige un tipo de humor  y no deben violarse los presupuestos establecidos para que funcionen según los cánones. Es inadmisible hacer unipersonales en un teatro, cuando la gente se prepara para apreciar un espectáculo con todas las de la ley, ello exige una adecuada selección de la música, el vestuario y el repertorio de bocadillos para interactuar con el público.   

Seguir las reglas, digamos de las fiestas populares, que tienen sus maneras de decir o de los espacios nocturnos, es desubicarse por completo y perderse en una mare nostrum sin ton ni son, que lleva a los seres humanos a rechazar presentaciones como la de Cuquita la mora, aquí en Contramaestre, Cuba.

Con toda honestidad, lo que quizás ella hace en algún cabaret de La Habana, -altas horas de la noche-, o en sitios como El cocodrilo, puede funcionar para un tipo de público, sobre el cual no voy a profundizar en estas páginas;  sin embargo, es ilógico usar esos mismos códigos en una presentación de un teatro, la televisión o la radio. Sobre el tema volveremos en una segunda entrega de Caracol de agua.