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martes, 23 de febrero de 2016

“La adulación es vil, y es necesaria la alabanza”




Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

La alabanza generosa congrega a los hombres viriles si es oportuna y reconoce el mérito allí donde realmente florece. Cuando la alabanza es pueril, apaga los ánimos, los nivela y mutila en cámara lenta.

Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan y los que siembran desidia a su paso. El Apóstol cubano José Martí supo identificarlos en medio del rebaño.

Tuvo ojo clínico en el uso de la alabanza, no practicó los excesos, ni tampoco las palabras falsas: “El velero  de mejor maderamen cubre más millas  cuando lleva el viento  con las velas que cuando lo lleva contra las velas”, escribió Martí en “Sobre los oficios de la alabanza”.

Cuando el hombre se entrega a la obra en cuerpo y espíritu, espera de sus contemporáneos el reconocimiento oportuno, la alabanza generosa; pero si hay falsedad a la hora de otorgarla, repugna con razón, la misma “daña a quien la recibe: daña más a quien la hace”.  

En medio de esas tormentas sociales, el hombre que se entrega a los cambios, tensa las velas, quiere buen viento para llegar lejos; pero la arrogancia de los sátiros cansados asfixia, si no se le pone freno a tiempo a su veneno.

“Desconfíese de quien tiene la modestia en los labios, porque ese tiene la soberbia en el corazón”. “Cesen los soberbios, y cesará la necesidad de levantar a los humildes”.

“…es cobarde quien ve el mérito humilde, y no lo alaba”.

Duele a veces ver a tanto hombre bueno darse a la obra incondicionalmente, pero alguien no logra verlo en medio del mar revuelto, o se hace el que no lo ve: “Entonces el corazón se agria cuando no se le reconoce a tiempo la virtud. El corazón virtuoso  se enciende con el reconocimiento, y se apaga sin él. O muda o muere. Y a los corazones virtuosos  ni hay que hacerlos mudar, ni que dejarlos morir”.

Nuestro Martí fue muy claro al sentenciar: “La adulación es vil, y es necesaria la alabanza”. Un pueblo de aduladores se irá por la cloaca de la historia. Un pueblo de corazones virtuosos hará el milagro de los cambios generosos que traerán luz a todos los hogares humildes.

2 comentarios:

  1. Julio Cesar Rosales: A menudo me pregunto si un hombre, que dice que lo es, después de todo un día aplaudiendo, alavando y adulando a quien sabe no lo merece, puede al llegar a casa sentarse en sus piernas a sus hijos y, sin sentirse una alimaña, educarlos sobre la moral y en sobre la honestidad...me pregunto si, incluso, ya en la cama consigue sentirse lo suficientemente viril con su esposa.

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  2. escribano@gmail.com27/2/16 6:08 a. m.

    Reinaldo Cedeño: Gracias colegazo. Este es uno de los más conmovedores y medulares artículos de José Martí. Hay quer saber muiy bien a quien dar alabanzas. El mérito humilde suele ser el que más las merece.

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