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lunes, 3 de julio de 2017

Mi amigo el “infeliz”





Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

Una vez Antonio Maceo en la radio nos unió en la amistad;  después vino su estupenda caligrafía;  esa acentuación impecable. Recuerdo el sueño del “Proyecto Mogote”, hechura suya, en aquellas  tardes memorables  de su antigua casa del Reparto Frank País, aquí en Contramaestre, oriente de Cuba.

Junto a él vivimos los procesos más complejos hasta que fue destronado por un dictadorcillo local;  muchos llegamos a temer hasta por su vida. Recuerdo las veces que fui a toda carrera porque no tenía noticias suyas y su esposa temía un suicidio traumático. Llegó a "vanguardia nacional";  visitó países socialistas, en fin, era de esos seres intachables.

Aquel hombre tenía vocación por la décima, le salían con una facilidad enorme. Su frase favorita “Dime infeliz” nos unía en licores que libábamos en la noche, cuando uno de nosotros cumplía años y él ofrecía su casa, porque no teníamos techo para congregarnos.

Un día mi amigo empezó a tener criterios demasiado lúcidos y se habló de promociones estelares, proceso no tolerado por el dictadorcillo local que apodamos “el Cuate”; así llegó la caída;  mi amigo  dejó de ser tan bueno;  los falsos lo abandonaron; incluso los análisis de su personalidad cobraron tintes delirantes;  en otras palabras, lo obligaron a irse del país que más amaba en el mundo. Lo hicieron dejar atrás sus palmas, el olor del café loma arriba, los rumores de barrios de provincias  y aquellas conversaciones interminables en su casa.

Una mañana salí a despedirlo;  lo abracé fuerte, muy fuerte;  entre sus cosas llevaba “Lo cubano en la poesía” de Cintio Vitier. Lo vi perderse en un Moscovich blanco por la Carretera Central de Cuba. Se fue en unos “ojos verticales”, “unas manos negras”, un cuento de Trujillo;  pero nunca dejó ser una buena persona. Por un egoísmo mío, nuestra amistad se enfrió,  quise me trajera de vuelta a Cintio y él, muy molesto, en un sobre de manila  lo puso ante mis ojos un día y dijo palabras duras, muy duras. Yo tuve la culpa. A los amigos de verdad se le regalan los libros, es una máxima que nunca olvidaré. Lo otro es ciencia ficción.

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