Por Javier Montes Miclin
Inclinado por el visual social de mis conciudadanos temo expresar las fatídicas actitudes de los tales; la contemplación del hecho negativo ha dejado de ser una práctica deleznable y se atisba una presunción de arraigo aceptable de esta preocupación, no únicamente mía, mas bien de la metafísica racional,
¿A dónde pretendo llegar?
¿Qué intento conmover?
La estructura psico-analítica del ciudadano (Individuo), está predeterminada hacia el factor intrínseco de su propia naturaleza caída, (El Yo). Cómo consecuencia de esto emanan comportamientos Nietzschenianos que lejos de ser positivos se convierten en un látigo para el fin al cuál pretendo llegar; las inquietudes políticas (Economía - Política) no deben ser resueltas en el marco del yoismo institucional, ni personal. Como Individuos tenemos que asumir nuestra naturaleza gregaria y adoptar la pasión por la crítica social hacia las estructuras que nos acompañan: Un sistema, sociológicamente hablando, es, un conjunto en equilibrio en el cuál, la ciudadanía es probablemente el eslabón más importante, no temamos pues ejercer nuestro derecho a manifestar las incomodidades hacia lo que nos quita o los que intenten quitarnos el derecho de intelectualizar, cavilar, reprender e inclusive contemplar cualquier panorama de discusión político económico.
José Martí exponía: Yo con un discutidor, no discuto jamás, escucho, si tienen razón cambio. Porque no me siento lo extremadamente humilde como para dejar que todo me convenza, ni lo muy arrogante como para creer que puedo convencer a los demás. Obras completas, Tomo 21.
A razón de hoy, la justicia, la verdad, la moralidad, el respeto por los tres derechos básicos (Vida, Libertad y Propiedad), ha tenido una grosera contraposición que se materializa a través de diversas manifestaciones como por ejemplo: La envidia, los celos amargos, la impunidad hacia el malvado que ostenta el poder; eso por no recalcar manifestaciones arcaicas que permanecen hoy, ejemplo: El racismo, la segregación, el favoritismo de amigotes, entre otros.
Siento profundamente formular un texto tan caótico como este, pero las circunstancias lo ameritan, tengamos pues en cuenta siempre atentar intelectualmente contra lo que intente distorsionar el derecho del individuo en la sociedad, sin que empeore la situación de otros.
Me dejas frío al ver el avance que has obtenido en redacción; no así en estilo. Era más fácil decir que en Cuba no hay gobierno y que el pueblo huye por hambre y desesperación. Meterte en rebuscamientos no te hace más o menos revolucionario.
ResponderEliminarPor un momento creí estar leyendo lo más rancio de Carlos Marx. Te mando un abrazo.
Es muy interesante que se creen estos espacios , yo pues como Montes Miclin también soy parte de la peor generación , nosotros, hijos de los noventa, nietos de veteranos de Angola, herederos de la caída del muro, del Período Especial, la Batalla de Ideas, las balsas flotando sobre las malditas circunstancias. La generación que tuvo un celular en la mano siendo adolescentes, que asistió al parto del reguetón, a la llegada del internet, al lenguaje inclusivo. Nosotros, que con quince años fuimos anotados en una lista para militar en la UJC .Los nacidos en esta época, en esta isla que se repite de oriente a occidente en un bloque monolingüe, que no conocemos la palabra democracia , sea el espacio virtual la plaza que nunca tuvo el cubano inconforme, la habitación de la ira, el grito de todo el que tenga algo que decir. Nos llegó, a los herederos del silencio, la era del disenso virtual. te felicito por tener las agallas de escribir esto , muy catedratico para mi gusto , recuerda escribimos para el pueblo , saludos solidarios en la distancia .
ResponderEliminarPara concluir un poema de Pasolini, que vino como golpe de lucidez, azaroso y certero
[…] la juventud pasa rápido; oh generación infortunada,
llegarás a la mediana edad y luego a la vejez
sin haber gozado aquello que tenías derecho de gozar […]
y así comprenderás haber servido al mundo
contra el cual celosamente “continuaste la lucha”[…]
oh generación infortunada, y tú obedeciste
desobedeciendo […]
llorarás, pero con lágrimas sin vida
porque tal vez no sabrás ni siquiera regresar
a aquello que no habiéndolo tenido
tampoco has perdido […]
pobre generación […] infantilmente pragmática, puerilmente activa […]
oh, muchachos infortunados, que habéis visto al alcance de la mano
una maravillosa victoria que no existía.