Por Arnoldo Fernández Verdecia
Noche tras noche persigo a las bibijaguas, cuando me descuido llegan y se comen las hojas y botones de mi mata de rosas.
Las bibijaguas me consideran su peor enemigo, les he causado más bajas en la historia que nadie.
Me odian, las bibijaguas me odian mucho, por eso tienen un plan, apenas me ven se colocan en posición de combate, trepan a mis pies, a mis piernas y pican muy fuerte, tengo que sobreponerme a sus ataques y regar ceniza o abate sobre los agujeros donde viven.
Las bibijaguas casi siempre me ganan, porque son capaces de atacar cualquier noche bajo el amparo de sus mejores aliadas: la oscuridad y la lluvia.
Mi mata de rosas tiene mucho miedo a las bibijaguas, sabe que tarde o temprano pueden provocarle la muerte.
Mi mata de rosas es feliz, muy feliz cuando me regala sus mejores flores.
Las bibijaguas esperan, están al acecho, la estoy esperando también, en nuestra eterna guerra tiene que ganar alguna vez la belleza.
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