Por Arnoldo Fernández Verdecia
Hoy es uno de esos días en que el cuerpo se niega a hacer cualquier cosa, una rara sensación de inmovilidad, algo así como estar sujeto a cadenas invisibles.
Trato de leer un poco, entusiasmarme con un buen libro, pero me doy cuenta que leo por gusto, porque mi cabeza está extraviada en el sin sentido de los días.
Extraño un baño en el mar o en el río, pero el mar está muy lejos y el río contaminado.
En días como hoy creo estar en un lugar donde el tiempo no pasa, donde la gente se va, regresa y uno permanece, permanece, eternamente permanece fijado a una tierra que no gira.
La vida se reduce a sobrevivir, sobrevivir como sea posible. El fin justifica los medios.
Comer es un milagro. Comer, comer, comer; en comer se va el tiempo. Soy esclavo de la comida. Tú también lo eres si vives aquí.
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