sábado, 5 de septiembre de 2009

Caliban en la amenazada casa del futuro

Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

El libro "Todo Caliban ", del poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, es un texto fundacional en el pensamiento cubano que emerge con la Revolución, siempre habrá que ir una y otra vez a su lectura, para comprender el conflicto cultural, entre los que se suman a la épica de 1959 y sus detractores. A continuación reseñamos algunas de sus ideas, por los valores literarios e históricos que subyacen en las mismas.

La simbología del Viejo Continente, ese que nos descubrió, según algunos historiadores etnocentristas, ha sido reinterpretada al calor de las nuevas circunstancias que emergieron con el encuentro de América y las consecuencias que de ese hecho derivaron.

Sin ser un especialista en simbología, ni mucho menos un viajero que viene de afuera a adentro a descubrir lo que era un continente poblado, el hombre de Europa colonizó estas tierras, las dotó de significados, no olvidemos que quien manda nombra y este es uno de los tristes episodios de la historia universal.

Muchos venían alucinados por leyendas míticas que habían escuchado en voces marineras, la fuente de la eterna juventud, el Dorado, fabulaciones que movieron la codicia y el afán emprendedor de aquellos hombres despiadados, que intentaron borrar los símbolos a partir de los cuales se interpretaba la vida de este lado del Océano.

Es sumamente curioso lo que ocurrió con algunos símbolos, “del Viejo Mundo” y que ya eran nuestros, como es el caso de Calibán, el bárbaro al que Shakespeare dio un perfil universal a través de The Tempest (1625). Shakespeare diseña un arquetipo, el hombre de costumbres brutales, pervertido, dueño de una tierra que no sabe cultivar ni defender. Esos hombres, venían tras leyendas promisorias de enriquecimiento rápido, son los que darán material para que la Europa de Shakespeare defina a Calibán.

Fernández Retamar cita el Diario de Colón para corroborar su aserto: “...lejos de allí había hombres de un ojo, y otros con hocicos de perros que comían a los hombres” “así que monstruos no he hallado, ni noticia, salvo de una isla, (de Quaribes), la segunda a la entrada de las Indias, que es poblada de una gente que tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne humana”.

Retamar dice que esas visiones de los aborígenes americanos se difunden por Europa y dan lugar al antropófago, “el hombre bestial situado irremediablemente al margen de la civilización, y a quien es menester combatir a sangre y fuego”.

Todo lo anterior motivó al poeta y ensayista cubano a escribir el libro “Todo Caliban”, el mismo integra un conjunto de ensayos que parten del ya célebre “Caliban” de 1971 y nuevas aproximaciones al símbolo al calor de los nuevos tiempos, así aparecen también “Caliban revisitado” de 1986, “Caliban en esta hora de nuestra América” de 1991, “Caliban quinientos años más tarde” de 1992 y “Caliban ante la antropofagia” de 1999.

En el Caliban germinal de 1971, el autor realiza un balance y evaluación del Calibán construido por los europeos, y el construido por los latinoamericanos, las diferencias entre uno y otro y el por qué se convierte en símbolo para los segundos. Lo llama concepto metáfora, el más acertado de “nuestra situación cultural, de nuestra realidad”. Incluso le da nuevas interpretaciones relacionadas con la América europea y los símbolos asociadas a la misma, que representan al intelectual que cae deslumbrado por los espejismos de la nación yanqui.

Ya una vez escribí en uno de mis ensayos titulado “La soledad del oficio”: “Caliban es un símbolo de resistencia, mientras “Nuestra América” viva dependiente, está obligada a escribir con la pluma del bando al que pertenece, no hay otro camino, a no ser que gire hacia la propuesta de Sarmiento, su modelo occidentalista, escrito en el Facundo; o hacia lo exótico, para exhibirlo en vitrinas de Europa o Norteamérica y devenir adelantados de ese Occidente, que nos mira como si todavía vistiésemos delantales”.

Roberto también nos habla de la anti-América, la de quienes trataron o tratan de imponernos esquemas metropolitanos, “o..., mansamente reproducen de modo provinciano lo que en otros países tiene su razón de ser”.

“La situación y las tareas de ese intelectual al servicio de las clases explotadas no son por supuesto las mismas cuando se trata de países en los que aún no ha triunfado la revolución socialista, que cuando se trata de países en los que se desarrolla tal revolución”. “Intelectual será un teórico y dirigente –como Mariátegui o Mella-, un investigador -como Fernando Ortiz-, un escritor – como César Vallejo-. En todos estos casos, sus ejemplos concretos nos dicen más que cualquier generalización vaga”.

Este primer ensayo tiene el mérito de presentarnos el debate de ideas que se generó a partir del Primero de enero de 1959, con el estreno de la épica revolucionaria y lo que representan figuras como Fidel Castro y Ernesto Guevara como atributos necesarios del Caliban.

Se ha dicho que este ensayo tiene una lectura extremadamente política y centrada en el Caribe, lo que limita su universalidad en el contexto de la reflexión latinoamericana en torno al problema de la identidad, sin embargo el autor en todo momento defiende el supuesto de una cultura latinoamericana viva, que no se limita a repetir los rasgos que la nutrieron.

Defiende un conjunto de fechas, no sólo del Caribe, sino también de toda Nuestra América y aclara: “Fechas así, para una mirada superficial, podría parecer que no tienen relación muy directa con nuestra cultura. Y en realidad es todo lo contrario: nuestra cultura es – y sólo puede ser- hija de la revolución, de nuestro multisecular rechazo a todos los colonialismos; nuestra cultura, al igual que toda cultura, requiere como primera condición nuestra propia existencia”.

El autor incluye en la edición del ALBA, una posdata escrita para una edición japonesa de Caliban, en la que nos habla de algunas de las novedades como la inclusión de mujeres ante la excesiva presentación de hombres en la edición inicial; el hecho de hacerle justicia a George Lamming y su obra Los placeres del exilio, y algunas precisiones en el uso del concepto mestizaje en su sentido cultural más que étnico.

En “Caliban revisitado” el autor explica las circunstancias históricas que dieron lugar al ensayo, conjuntamente con algunas cuestiones que con el devenir de los años obligaron a reconsiderarlas. De hecho en las páginas de esta obra, el autor asiste y participa críticamente en el debate político y cultural que sirvió de contenido a la primera edición de Caliban. Por sus páginas transitan figuras emblemáticas y contradictorias como Alfred Sauvy, Mario Vargas Llosa, Ángel Rama, Heberto Padilla, Julio Cortázar, Emir Rodríguez Monegal, Jorge Luis Borges y Carlos Fuentes.

Ante los que critican a Caliban, Retamar señala: “Mi aspiración no es, no fue nunca, presentar la América Latina y el Caribe como una comarca cortada del resto del mundo, sino como una parte del mundo: una parte que debe ser vista con la misma atención y el mismo respeto que las demás, no como una paráfrasis de Occidente”.

A los lectores de “Todo Caliban” sólo me resta decirles que no dejen de apreciar los restantes ensayos, que tienen entre sus virtudes el hecho de acercarnos al debate de ideas en torno a los conceptos de modernidad, modernismo, lo que es propio de uno y lo que es propio del otro, la repercusión de esos procesos en Nuestra América y la forma en que se han interpretado y evaluado los mismos.

Nos acercan también al simbolismo de Caliban, quinientos años después de 1492, lo que generó aquel dramático proceso para Nuestra América, los conceptos a partir de los cuales se intentó caracterizar las realidades de estas tierras, que ilustran con claridad el ensanchamiento de la brecha entre países pobres y países ricos. Señala hacia la imaginación, como fuerza poética para entrar sin temor en la amenazada casa del futuro.

Por último, sugerir una lectura atenta del texto “Caliban ante la antropofagia”, en el que realiza algunas consideraciones relacionadas con la evolución del nombre Caliban, en su tránsito por el inglés, el francés hasta llegar al español y el porqué se convierte en una palabra llana. Realiza una valoración del legado de Oswal de Andrade y su visión de la antropofagia. Presenta las similitudes entre la Antropofagia de Andrade y el Caliban que defiende y fundamenta Fernández Retamar.

Finalmente, precisar que “Todo Caliban”, es una primordial evidencia de los asuntos que atañen a lo nuestro. Retamar es un poeta-pensador que no ha sucumbido, a pesar de los tiempos modernos, a las tentaciones de Próspero.
Notas:

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