viernes, 9 de diciembre de 2016

SELMA*




Historia de Selma y Abellio!!!   

Yo, Abellio, mi padre, Ambiorix Ardal, mi madre Boudica. Ella, Selma, su padre Albin Driscol, su madre Fiona; somos dos familias de origen celta, con sombrías creencias que nos siguen desde siglos con todo el peso de enigmáticas supersticiones y sobre cuyas huellas aún transitamos en pleno desarrollo mundial en la década de 1960. Pudo haber sido un mito, una leyenda, no tenemos certidumbre ni elementos documentados de nuestra génesis. El hecho de creer proceder de la misma etnia, agotada, expirada y de escasos conocimientos históricos ha contribuido a mantener lazos entre las dos familias. Crecimos, compartimos infancia y umbral de adolescencia. Mis padres, y yo con ellos nos trasladamos a una lejana ciudad. Selma y sus padres continúan viviendo en un área rural solitaria cercana al Valle del río Ambroz, región Extremadura, donde contemplan en las laderas, hermosos bancales de cerezos, y más arriba en las frías montañas, enormes abedules cuyas resinas, hojas y cortezas son en parte el sostén de la familia. Han pasado años. Esta noche de plateada luna invernal y caminos intransitables llego a la puerta de una vetusta casona de paredes de piedra y techo de paja, toco, golpeo la puerta que alguien abre cuidadosamente. – ¿Es ésta la vivienda de la familia Driscol? –No caballero, contesta una delgada señora, hace mucho ellos marcharon de aquí. – ¿Favor, me informa en qué dirección fueron? –No sé – ¿Y su marido? – ¿Mi esposo?, Falleció hace mucho, vivo sola en este aislado lugar.- ¿Y de la hija de ellos, conoció usted? -Sí, vi la bella, pero a distancia sólo una vez – ¿Algún vecino? - Se encuentran distantes a muchas leguas. Le advierto; es peligrosa ésta comarca en las noches. Usted se ve hombre de bien, le puedo ofrecer la habitación trasera, no es confortable, pero para una noche… -Gracias la acepto, pero antes debo pagarle.- No es necesario.
Muy temprano emprendo el camino rumbo a las montañas, al final de la tarde me sorprende una tormenta y me refugio dentro de una pequeña cueva para pasar la noche. Dentro, en la gruta, mis pensamientos viajan a recuerdos de mi padre y de mi madre, ambos fallecidos; a mi niñez en éstas mismas tierras en la que por primera vez escribí y grabé en un tronco de un abedul la palabra ¨¨amor¨¨ como en un juego infantil; esa imagen me acompaña aún. -¡Cuánto mutismo dice mi voz interior! Y esa voz prosigue: “A pesar de tener estudios antropológicos, mantienes arraigados arcaicos rasgos de los cuales te cuesta desembarazarte y de alguna manera son causas de la misantropía que te envuelve”. Recostado sobre una roca tallada como intento de frio camastro, saco del bolsillo de mi abrigo, un viejo sobre, miro su contenido: un pedazo de trenza de rubio cabello, lo contemplo. Con la primera luz del día continúo mi “periplo”.
Al final de la noche diviso, en la parte más alta de la montaña una tenue luz. Prefiero esperar, dudo acercarme y temo asustar; ya son varios días, mi barba crecida. Con la primera claridad asciendo hasta tener enfrente una destartalada casa, observo una avejentada señora que temerosa me mira desde una abertura de lo que fue ventana. –No se asuste, no vengo a hacerla daño. – ¿Qué busca en mis tierras? -Unos amigos perdidos en el tiempo.-Los amigos existen mientras tienen vida, acá no existe nada, añade ella -¿Es usted la señora Fiona? -Pregunto -¿Cómo sabe? - Soy Abellio Ardal y… y Selma?-Oh, Selma, mi Selma, viajó con los dioses hace mucho, su padre mi difunto marido Albin, la golpeó rudamente, pero ella nunca vomitó sus “demonios atragantados” .Su día final extraje de su mano apretada en el pecho esta vieja bolsita - la abre y me muestra un mechón de cabello negro . -Ahora lo entiendo- Me dice, con su mirada puesta en mi largo cabello negro -Aquí tengo… tengo… Digo, sin agregar nada más, colocando mi mano suavemente en el bolsillo de mi abrigo, y seguido apretando el lado izquierdo de mi pecho, sin atreverme a decirle que es el trozo de trenza de rubio cabello, que al despedirnos aquel lejano día acordamos Selma y yo, la promesa de volver a juntarlos algún día como símbolo de nuestra efímera historia de amor. Sin mirar a la anciana, abandono el lúgubre recinto, urgido de buscar entre silvestres flores o sobre blancas nubes la callada imagen perdida. Levantó una mano, con dedos y puño en dirección al cielo, envió un mensaje en lenguaje signado (ella padeció mutismo selectivo) ¡Selma te amo!

Cuento corto
Autor, Ricardo M Del Toro.
Miami 2015
*Tomado de su página en Facebook.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MUY IMPORTANTE: No se publicarán comentarios anónimos en este blog, es necesario consignar siempre la identidad de la persona. No se admiten ofensas, insultos, propagandas de ningún tipo. Cada persona tiene la libertad de expresar lo que piensa, pero con respeto al otro diferente. d



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Aviso a los lectores de Caracol de agua

Este blog admite juicios diferentes, discrepancias, pero no insultos y ofensas personales, ni comentarios anónimos. Revise su comentario antes de ponerlo, comparta su identidad y debatiremos eternamente sobre lo que usted desee. Los comentarios son propiedad de quien los envió. No somos responsables éticos por su contenido.