lunes, 25 de septiembre de 2017

Oyendo a Willy Chirino en medio del apagón




Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com

Cuba. Domingo 24 de septiembre de 2017;  un día en provincias como otro cualquiera.  Calor intenso. La gente metida en lo mismo. Circularidad de pueblo de interior  donde el silencio acompaña la soledad  y uno siente al  tiempo irse entre las manos.  Lavar, fregar los platos, ver Arte 7;  tomarse unos tragos con el vecino; en fin, intentar el milagro de cambiar lo que siempre resulta idéntico. A las 3:30 de la tarde algo inusual; largo apagón. Entonces el domingo pesa, el carbón a la vista llama, sino  está,  no hay comida. Empieza todo. El humo se enseñorea con el cabello, el cuerpo toma olor a perro viejo. Palabras agresivas asomadas al cielo de la boca. Ganas de pelear, decir el dolor que a gritos quiere salir;  pero uno tiene una imagen, la gente lo cree así y no puedes ir contra eso. Tragas hondo. Sombrero en mano agitas el carbón, el humo ahí, la maldita llama no llega. Bates, bates, hasta mostrarse vanidoso en una minúscula lengua. Las ollas en cola, primero la carne, luego el arroz, finalmente la vianda. Ya son más de las nueve de la noche y puedo sentarme a comer. No me veo ni las manos. Temo por los huesos, los gaticos pequeños a todo galope  huyendo de zapatos ciegos;  mi mascota Cuqui encerrada en un laberinto muy oscuro.  Nudo intenso en la garganta. Ganas locas de un milagro, algo que varíe las cosas, pero otra vez esa rara sensación de hombre domesticado sobre mí y prendo el radio de padre, coloco la memoria y empieza a sonar Willy Chirino.  Tarareo sus canciones: Guayabita del Pinar, Soy Guajiro, Oxígeno, The Banana y la noche no pesa tanto. Pienso en la ciudad enorme; allí alguien me espera. No imagina mi domingo, tal vez me cree en algún lugar calmando mi soledad. Sigue Chirino, se eleva y me veo tirando un pasillo, siguiendo los estribillos. Carajo, me digo, nada como la música para aliviar las penas. Cerca de la media noche, sube el telón; prenden las luces, pero ya el domingo 24 de septiembre es historia. Una cana asoma en mi negro cabello.

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