Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Salí
al patio de casa. Jueves. Casi mediodía. Cargué el radio de padre y puse música. Un vecino muy serio me dijo desde
su propiedad: “-¿No tienes luto?”. Ante sus palabras me asusté y bajé el
volumen. Rió a toda carcajada: “-compadre es por el año viejo,
apenas quedan unas horas para enterrarlo”. También reí a boca tendida, pero otra
pregunta suya sacudió mis bolsillos: “-¿Compraste el
macho (cerdo) del 31?”. Sin pensarlo
respondí: ¿Con qué? De nuevo su risa asomó: “Compadre, pida prestado y
no deje de comerse un machito; uno no
sabe si el año que viene para esta fecha, va a estar por aquí”. Pero mano,
dije, ¿a cómo está un puerco de más de cien libras? “Fácil, -precisó-, aunque
duro para el que vive del salario. A 12.50 y hasta 13, casi medio CUC”. Cojone,
no hay quien pueda con eso compay; se me salió la frase, olvidando el tono respetuoso con que siempre me
comunico. Y si es de menos de 100, ¿cuánto? “Bueno, entre 10.50 y 11.00”. Calculé a vuelo de
pájaro. Uno de 80 libras
me saldría en unos $880, casi 25 cuc. Uhhhhhh, no da la cuenta y lancé al
vecino una de 90 millas.
Mano, mejor una comida tranquilo en casa según mis posibilidades, que el asado
de un puerco del tamaño que sea. No voy ahí. A eso suma ron, el más barato cuesta 57 pesos cubanos
(CUP), si compras un par de botellas, ¿cuánto gastas? agrega arroz (5 CUP la
libra), frijoles (20 CUP la libra), vianda (ñame a 5 CUP la libra, yuca a 2
CUP, plátano a 2:20 CUP), a ello ponle la ensalada: tomate, el más barato, 6
CUP, lechuga a 5 CUP y no digo las especias, porque me volvería loco. El asado
del puerco funciona cuando la familia es grande y uno puede multarse solidariamente;
asumir con ello el desafío de montar una cena de fin de año a todo motor. Lo
otro es tener un familiar en la emigración que te de una mano, o alguno en misión internacionalista. En el
primero de los casos, te gira un dinerito, o te lo manda directo a casa con
alguien y listo; en el segundo, aparece
la tarjeta mágica que lo puedo todo; con ella, el cielo, la luna, el mismo sol.
Pero el cubano de a pie muchas veces no tiene a nadie en el extranjero, ni una
de esas varitas para hacer magia y hacer que aparezca un cochino de más de cien
libras o uno que valga la pena. Al terminar con el acoso de la fantasía llamada
“asado del puerco”, mi vecino replicó con energía: “Pues mano, yo no tengo
problemas con eso, mis dos hijos viven en la yuma y ya tengo en el frío hasta las cervezas bucanero y
cristal que nos vamos a tomar en casa, incluso hasta un brandy. A quien Dios se
lo dio, San Pedro se lo bendiga”. Apagué el radio y volví al reino de las
palabras, entonces salió esta crónica con la que me despido de ustedes hasta
el 4 o el 5 de enero de 2018. Felicidades. Mucha salud y suerte en el Año
Nuevo. Dios nos conceda el milagro de la vida y los sueños todavía por hacer. Felicidades a usted amor, que siempre ha estado incondicionalmente a mi lado. Besos azules.
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