Una sonrisa de felicidad camino a José Martí en Dos Ríos (19 de mayo de 2016). |
Por Víctor Adriel Matos Legrá (Poeta, reside en España)
Eduard Encina, amigo eterno
Un Druida caminó sobre tu sombra, le costó luchar contra tu verbo y al final asestó el desgarro de las almas. Te fuiste pronto, con desgano, sin quererlo, sin buscarlo. Hondo puerto deberá esperarte donde fuiste cabalgando las olas del espanto y acallar así, como viviste, dando el máximo de ti, a tu familia, tus amigos, tu palabra.
Cazando libros nos conocimos. Tus ojos vivos y brillantes delataron el ángel que tenías, que no paraba de luchar tus mil batallas y de la mano te llevó al paraíso donde nunca más podrán culparte de aguda estrofa, de agujas transgresoras, de puntos incorrectos ni símil denigrante.
Amigo Eduard, hermano, armaremos el cantar con tu presencia, tus letras caminarán contracorriente si es preciso, canalizando el amor que nos dejaste y atesoramos con garra en nuestro espacio. Bendición de Dios llamarte así, y saber que un día volveremos a vernos y abrazarte.
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