Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Cada hombre tiene
sueños, sobre todo cuando anula la palabra vacía, el
reconocimiento fatuo, el deseo de oscuridad. Los sueños pequeños prenden luces y el tiempo gira; uno sabe que no son los de un millonario, menos los de un político de carrera, son
los de un hombre crucificado que tiene memoria,
sombrero, un par de botas, muchos libros, y algo muy especial, demasiado
especial, las palabras grabadas en una vieja cinta de grabadora que les dijo su
madre cuatro días antes de morir. Escucharlas,
es volver a esos sueños; no serán grandes para los de cerebro frío; para mí,
son los que me ayudan a vivir, mientras unos hacen los muros y otros las
puertas de este mundo.
Mi madre ya no veía en el momento de esta grabación, sus ojos se los había arrebatado el tiempo; pero su infinita ternura de madre estaba ahí, presente como rosal en primavera o las azucenas que tanto le gustaban. Conversamos gran parte de la noche, habló del niño que fui, los trabajos que pasó para hacerme un hombre de bien; no podía imaginar que cuatro días después estaría besando sus mejillas frías, en un hospital, sabiendo que la muerte me la había llevado. Me quedó aquella noche en mi memoria para siempre, con esa noche voy a todos lados, porque ella sigue viva en mí, a pesar de los años, yo siento que está ahí y no me olvida, como yo no la olvido a ella....Escuchar a mi madre hablarme con ese afecto tan sincero, es saber que nunca se ha ido.
Mi madre ya no veía en el momento de esta grabación, sus ojos se los había arrebatado el tiempo; pero su infinita ternura de madre estaba ahí, presente como rosal en primavera o las azucenas que tanto le gustaban. Conversamos gran parte de la noche, habló del niño que fui, los trabajos que pasó para hacerme un hombre de bien; no podía imaginar que cuatro días después estaría besando sus mejillas frías, en un hospital, sabiendo que la muerte me la había llevado. Me quedó aquella noche en mi memoria para siempre, con esa noche voy a todos lados, porque ella sigue viva en mí, a pesar de los años, yo siento que está ahí y no me olvida, como yo no la olvido a ella....Escuchar a mi madre hablarme con ese afecto tan sincero, es saber que nunca se ha ido.
PALABRAS DE MADRE, TESORO INCALCULABLE.
ResponderEliminarATESORA ESA JOYA, TE ASEGUROQUE CADA DÍA GANARÁ EN VALOR PARA TI.