martes, 25 de diciembre de 2018

Regresa la fiesta de Navidad a los hogares de Cuba



Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com

A Carolina, que nació en Navidad.  

Crecimos sin saber de la Navidad, escuchamos a nuestros Abuelos hablar  de ella, de las frutas de España, de turrones famosos, de chucherías nunca imaginadas por un niño nacido en los 70, los 80 y mucho menos los 90 o los 2000.

Alguien nos dijo que la Navidad no era importante y lo creímos, pero todo lo que une a las personas, vale;  son tradiciones que vienen de antaño y uno no puede pasar sobre ellas e ignorarlas, porque pertenecen al espíritu universal.

Nací en el campo de Cuba; me criaron personas nacidas en 1915, ¿cuánto tiempo vivieron la Navidad? No importó la pobreza, el estatus, la clase social; siempre tenían maneras de hacer de la Noche buena, algo inolvidable.

Aprendí con mi padre viejo el hechizo de las palabras, pues en casa no hubo corriente eléctrica hasta el 31 de diciembre de 2000.  El viejo me habló siempre de la Navidad junto a sus hermanos y hermanas; en la casa del tío Justo Peña, la cantidad de pavos asados, puercos;  de los viajes a Jiguaní a comprar raspadura de caña;  coñac, albaricoque, manzanas, uvas, melocotones;  a mi me parecía leer libros de la Europa oriental,  pues donde habían esas frutas era en sus páginas.

Crecí y la Navidad ha sido ajena a mis días, creo que a todos nos pasa igual, porque de alguna manera, no significa nada;  pero es triste saber que somos un pueblo de mayoría Católica y que una raíz identitaria, la hemos olvidado, porque los fundamentos ideológicos de los tiempos nos alejaron de ella.

Creo, con toda honestidad, que luego de la visita del Papa Juan Pablo Segundo, la Navidad retorna a los hogares cubanos y toca a los padres de familia, educar a niños y niñas en un imaginario que traiga de regreso el Arbolillo encendido, el pesebre y al viejo Santa Claus a  las casas; porque un pueblo sin imaginación, es como un zombi camino a las llamas.

Cada persona llevará a sus hijos y nietos el Santa Claus posible, el que sus bolsillos alcancen; lo importante, como decía José Martí: “A Santa Claus, que es el buen San Nicolás, ruegan los niños todo el mes de diciembre; y le prometen conducirse bien; y le escriben cartas, y le incluyen la lista de los presentes que desean; y piden a sus padres que le envíen un telegrama, para que la respuesta venga pronto. Y Santa Claus es muy bueno, ¡y siempre responde! ¡Oh, tiempos de dulce engaño, en que los padres próvidos cuidan, a costa de ahogar los suyos, de la satisfacción de nuestros deseos!"

1 comentario:

  1. Es la mas bella de las fantasías: la navidad, yo le enseñaba a mis hijos las marcas del trineo y las huellas de los renos, aparecían el patio de mi residencia, hasta yo creí que eran reales, hoy, ya crecidos mis hijos, nos reímos de la anécdota, pero en el fondo creemos que allí estuvo Santa.

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