domingo, 26 de abril de 2020

ANTE LO DESCONOCIDO. La pandemia y el sistema mundo*

Alejandro Pasquale, Origen y destino (Gentileza Galería Mar Dulce)
"Con la lucidez que lo caracteriza, Ignacio Ramonet realiza un análisis profundo acerca de una de las mayores crisis de la humanidad. Desde el comportamiento de las principales potencias y los países asiáticos, pasando por las consecuencias económicas, políticas y sociales, el avance del control a través de la tecnología, el rol de Estado y los ganadores y perdedores de esta pandemia, el texto que compartimos revisa distintos aspectos esenciales para entender este cambio de época".

A continuación, algunos fragmentos del análisis:

Por Ignacio Ramonet.

"Según la investigadora Isabel Sola, del Centro Nacional de Biotecnología de España : « Una vez dentro de la primera célula humana, cada coronavirus genera hasta 100.000 copias de sí mismo en menos de 24 horas…[23] » Pero además, otro rasgo singular y astuto de este patógeno es que, al invadir un cuerpo humano, concentra su primer ataque, cuando aún es indetectable, en el tracto respiratorio superior de la persona infectada, desde la nariz a la garganta, donde se replica con frenética intensidad. Desde ese momento, ya esa persona -que no siente nada- se convierte en una potente bomba bacteriológica y empieza a diseminar masivamente en su entorno -simplemente al hablar o al respirar- el virus letal…

(...)

Sólo una minoría de contagiados padece el segundo ataque del germen, concentrado esta vez en los pulmones, de manera similar al SARS de 2002 (aunque la carga viral del nuevo coronavirus es mil veces superior a la del SARS), provocando neumonías que pueden llegar a ser letales, sobre todo en personas mayores de 65 años con enfermedades crónicas.

Como el número de contagiados es masivo y simultáneo, esta minoría -que representa un 15% de todos los infectados -y que es la que acudirá a los hospitales-, puede alcanzar con celeridad cifras muy elevadas según el volumen de población… Como lo hemos visto en China, Irán, Italia, España, Francia, Reino Unido o Estados Unidos, basta con que varios miles de personas acudan al mismo tiempo a las urgencias de los hospitales para colapsar todo el sistema sanitario de cualquier país por muy desarrollado que sea.

En Wuhan, Teherán, Milán, Madrid, París, Londres o Nueva York, médicos y enfermeros se vieron pronto totalmente sobrepasados. Faltaron mascarillas, gel desinfectante, material de protección para el personal sanitario, camas en las UCI, respiradores, etc. En varias ciudades (Wuhan, Madrid, Nueva York), las autoridades, desbordadas, tuvieron que echar mano de las fuerzas armadas o de voluntarios civiles para construir a toda velocidad hospitales improvisados de miles de camas. En casi todas partes, las autoridades confesaron que no habían previsto semejante avalancha de enfermos, « un continuo tsunami de pacientes en estado grave…

...en noviembre de 2008, por el National Intelligence Council (NIC), la oficina de anticipación geopolítica de la CIA, que publicó para la Casa Blanca un informe titulado « Global Trends 2025 : A Transformed World» [29] . Este documento resultaba de la puesta en común -revisada por las agencias de inteligencia de Estados Unidos- de estudios elaborados por unos dos mil quinientos expertos independientes de universidades de unos treinta y cinco países de Europa, China, India, África, América Latina, mundo árabe-musulmán, etc.

Con insólito sentido de anticipación, el documento confidencial anunciaba, para antes de 2025, "la aparición de una enfermedad respiratoria humana nueva, altamente transmisible y virulenta para la cual no existen contramedidas adecuadas, y que se podría convertir en una pandemia global." El informe avisaba que "la aparición de una enfermedad pandémica depende de la mutación o del reordenamiento genético de cepas de enfermedades que circulan actualmente, o de la aparición de un nuevo patógeno en el ser humano que podría ser una cepa de influenza aviar altamente patógena como el H5N1, u otros patógenos, como el SARS coronavirus, que también tienen este potencial. »

El informe advertía, con impresionante antelación, que « si surgiera una enfermedad pandémica, probablemente ocurriría en un área marcada por una alta densidad de población y una estrecha asociación entre humanos y animales, como muchas áreas del sur de China y del sudeste de Asia, donde no están reguladas  las prácticas de cría de animales silvestres lo cual podría permitir que un virus mute y provoque una enfermedad zoonótica potencialmente pandémica… »

Los autores también preveían el riesgo de una respuesta demasiado lenta de las autoridades : "Podrían pasar semanas antes de obtener resultados de laboratorio definitivos que confirmen la existencia de una enfermedad nueva con potencial pandémico. Mientras tanto, los enfermos empezarían a aparecer en las ciudades del sureste asiático. A pesar de los límites impuestos a los viajes internacionales, los viajeros con leves síntomas o personas asintomáticas podrían transmitir la enfermedad a otros continentes." De tal modo que "olas de nuevos casos ocurrirían en pocos meses. La ausencia de una vacuna efectiva y la falta universal de inmunidad convertiría a las poblaciones en vulnerables a la infección. En el peor de los casos, de decenas a cientos de miles de estadounidenses, dentro de los Estados Unidos, enfermarían, y las muertes, a escala mundial, se calcularían en millones ».

Como si ese documento no fuera suficiente, otro informe más reciente, de enero de 2017, elaborado esta vez por el Pentágono y también destinado al presidente de Estados Unidos (que ya era Donald Trump), alertó de nuevo claramente que "la amenaza más probable y significativa para los ciudadanos estadounidenses es una nueva enfermedad respiratoria" y que, en ese escenario, « todos los países industrializados, incluido Estados Unidos, carecerían de respiradores, medicamentos, camas hospitalarias, equipos de protección y mascarillas para afrontar una posible pandemia.

A pesar tan explícitas y repetidas  advertencias, Donald Trump no dudó en deshacerse, unos meses después de este último informe (!), del Comité encargado -en el seno del Consejo de Seguridad Nacional- de la Protección de la Salud Global y la Biodefensa, presidido por el almirante Timothy Ziemer, un reconocido experto en epidemiología[31]. Ese Comité de técnicos era precisamente el que debía liderar la toma de decisiones en caso de una nueva pandemia… « Pero –explica el periodista Lawrence Wright, que entrevistó a Ziemer y a todos los miembros de ese Comité- Trump eliminó a quienes más sabían sobre este asunto… Uno de tantos errores colosales del presidente de Estados Unidos. Los anales mostrarán que ha sido responsable de uno de los fallos de salud pública más catastróficos de la historia de este país. Si hubiera escuchado, hace meses, las advertencias de los servicios de inteligencia y de los expertos en salud pública sobre la grave amenaza que suponía el brote de coronavirus en China, la actual explosión de casos de covid-19 podía haberse evitado.

Hubiese bastado también que Trump y otros dirigentes mundiales escucharan los repetidos avisos de alerta difundidos por la propia OMS. En particular el grito de alarma que esta organización lanzó en septiembre de 2019, o sea la víspera del primer ataque del nuevo coronavirus en Wuhan.  La OMS no dudaba en prevenir que la próxima plaga podía ser apocalíptica : « Nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizadas. El mundo no está preparado.

Con mayor precisión aún si cabe, otro informe anterior ya había avisado sobre el peligro específico de los nuevos coronavirus : « La presencia de un gran reservorio de virus similares al SARS-CoV en los murciélagos de herradura, junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China, es una bomba de relojería… La posibilidad del surgimiento de otro SARS causado por nuevos coronavirus de animales, no debe ser descartada. Por lo tanto, es una necesidad estar preparados.

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Es bien conocido también que, en 2015, Bill Gates, fundador de Microsoft, avisó que estaban reunidas todas las condiciones para la aparición de un nuevo azote infeccioso que podría fácilmente ser desperdigado por el mundo por los enfermos asintomáticos: « Puede que surja un virus -explicó- con el que las personas se sientan lo suficientemente bien, mientras estén infectadas, para subirse a un avión o ir al supermercado… Y eso haría que el virus pudiera extenderse por todo el mundo de manera muy rápida… El Banco Mundial calcula que una epidemia planetaria de ese tipo costaría no menos de tres billones de dólares, con millones y millones de muertes.

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« La ciencia sabía que iba a ocurrir. Los Gobiernos sabían que podía ocurrir, pero no se molestaron en prepararse. – explica el veterano reportero y divulgador científico David Quammen quien, para escribir su libro Contagio[38] (Spillover. Animal infections and the next human pandemic),  recorrió los cuatro rincones del planeta persiguiendo a los virus zoonóticos, es decir los que saltan de los animales a los humanos – Los avisos decían: podría ocurrir el año próximo, en tres años, o en ocho. Los políticos se decían: no gastaré el dinero por algo que quizá no ocurra bajo mi mandato. Este es el motivo por el que no se gastó dinero en más camas de hospital, en unidades de cuidados intensivos, en respiradores, en máscaras, en guantes... La ciencia y la tecnología adecuada para afrontar el virus existen. Pero no había voluntad política. Tampoco hay voluntad para combatir el cambio climático. La diferencia entre esto y el cambio climático es que esto está matando más rápido.

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En todo caso, a escala planetaria, el nuevo patógeno no pudo ser inmediatamente contenido y enclaustrado en la zona donde apareció. Y esos primeros días de indecisión y desconcierto resultaron decisivos. El germen pudo así escapar de su zona de nacimiento y, con insólita celeridad, conquistar el mundo. Ni siquiera los adeptos más convencidos de las teorías de la colapsología imaginaban que toda la humanidad sería golpeada con semejante contundencia en tan breve tiempo. Apenas han pasado cuatro meses desde el instante (diciembre de 2019) en que los primeros casos de esta nueva neumonía infecciosa fueron identificados en Wuhan. Y en tan corto intervalo, la plaga ha provocado una auténtica crisis sistémica y una interrogación sobre el sentido mismo de la civilización humana.

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¿Cómo será el planeta cuando termine la pandemia? El mundo va a necesitar voces autorizadas, con carisma y fuerza simbólica, que muestren el buen camino colectivo para iniciar una etapa nueva, como se hizo después de la Segunda Guerra mundial. La ONU deberá reformarse y dar entrada, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad, a nuevas naciones como India, Nigeria, Egipto, Brasil y México, más representativas de la realidad del mundo contemporáneo.

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Todos los países del planeta siguen enfrentando -al mismo tiempo y por primera vez- la embestida de una suerte de alienígena… La pandemia va para largo. Y es posible que el virus, después de mutar, regrese. Tal vez el próximo invierno… Dada la enormidad de lo que está ocurriendo, se avecinan cambios. Aunque nadie sabe cuáles serán los posibles escenarios que se impondrán. Las incertidumbres son numerosas. Pero está claro que puede ser un momento de rotunda transformación.

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Cualquier respuesta post-pandémica debería apoyarse, como sugiere Edgar Morin, en « los principios de una economía verdaderamente regenerativa, basada en el cuidado y la reparación ».

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Sería inteligente anticipar también la próxima crisis climática, que podría sorprendernos pronto igual que lo hizo el SARS-CoV-2… Detener el consumismo furioso y acabar con la idea del crecimiento infinito. Nuestro planeta no puede más. Agoniza. Se nos está muriendo en los brazos… Es imperativo acelerar la transición energética no contaminante y apresurarse en implementar lo que los ecologistas reclaman desde hace tiempo, un « Green New Deal », un ambicioso Acuerdo Verde que constituya la nueva alternativa económica mundial al capitalismo depredador.

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Por el momento, sociedades enteras siguen confinadas en sus viviendas. Dóciles, asustadas, controladas, silenciosas. ¿Qué ocurrirá cuando se levanten los confinamientos ? ¿Qué habrán estado ruminando los pueblos durante su inédito ‘aislamiento social’ ?¿Cuántos reproches han estado acumulando contra algunos gobernantes ? No es improbable que asistamos, aquí o allá, a una suerte de estampida revoltosa de ciudadanos indignados -muy indignados- contra diversos centros de poder acusados de mala gestión de la pandemia…

(...)

Pensemos en lo que ocurrió con la pandemia de la « gripe de Kansas » (mal llamada « española) que se extendió a todo el planeta entre enero de 1918 y diciembre de 1920. ¿Quién la recordaba antes de la plaga actual, aparte algunos historiadores ? Todos la habíamos olvidado… A pesar de que infectó a unos quinientos millones de personas -la tercera parte de la humanidad de la época- y mató a más de cincuenta millones de enfermos…

¿Y qué pasó después ? ¿Europa y Estados Unidos construyeron acaso la ‘sociedad justa’?... La respuesta es : no. Las promesas se desvanecieron. La mayoría de los supervivientes de la mortal gripe se apresuraron en olvidar. Un manto de amnesia recubrió el recuerdo. La gente prefirió lanzarse a vivir la vida con un apetito desenfrenado en lo que se llamó los « felices años veinte » (the roaring twenties). Fue la época del jazz, del tango, del charlestón, del triunfo de Hollywood y de la cultura de masas. Una euforia artificial y alienante que acabaría estrellándose, diez años después, contra el crack bursátil de 1929 y la Gran Depresión…

En aquel mismo momento, en Italia, una doctrina nueva llegaba al poder. Estaba destinada a tener mucho éxito. Su nombre : el fascismo… ¿Se repetirá la historia ?"
 

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