jueves, 18 de febrero de 2021

Lecciones de Maquiavelo


Por Arnoldo Fernández Verdecia

Parecía hermosa; su mayor alegría era decirla con la pasión de la fe; pero con el tiempo se convenció de la conveniencia de no hablarla.  Muchos tragos amargos por elegir los modos de expresarla. Nicolás de Maquiavelo le dijo algo al oído: -El poder elige a los que pregunta la verdad. Pero se empeñó en cultivarla y el tiempo confirmó lo que el sabio había dicho; incluso un nuevo argumento reforzó su idea: -Ante el poderoso es conveniente la prudencia-. Si por ejemplo, eliges un medio para decirla, algo debes tener claro, nunca serás libre en tus maneras de gestionarla y publicarla. Respondes a los que pagan y ellos dictaminan lo políticamente correcto y lo incorrecto. Si cruzas el límite y olvidas, el soberano cortará tu cabeza. Si prefieres una autonomía creadora y te empeñas en navegar contra la corriente, creyendo una neutralidad posible, pues estás equivocado, el soberano conseguirá la forma de silenciarte, porque eres una hormiga irredenta que no tolera en su reino. Para que la verdad te necesite, debes ingresar a la corte del soberano y él decidirá si vale la pena escucharte o mandarte al pantano de los aduladores. Si decide lo último, estás perdido, porque tiene su lógica ser parte de ellos, y de no aprenderla, tarde o temprano irás al olvido donde nadie recordará que existes. Entre los aduladores encontrarás una diversidad asombrosa, desde una gacelilla al alcance del mejor postor, hasta el más humilde arribista que consigue tocar el cielo y vivir de sus cumbres.  Así de complejo el mundo de los aduladores, con ellos nunca tendrás la verdad; porque siempre están a la caza de los rebeldes para agradarle al soberano y disfrutar las mieles que todo reinado tiene. Si finalmente el soberano te ubica entre los abanderados de la verdad, harás bien en no confesarte nunca con tus émulos, porque allí todo el mundo pretende escalar y contarse entre los que consiguen decirle lo bueno, lo malo y las formas de hacer política, usándolo siempre en beneficio propio. Tendrás mucho cuidado en no creerte alguna vez por encima del soberano; si llega a intuirlo, hará todo para que emigres, te suicides o ponerte entre rejas; incluso acudirá a su recurso favorito, el efecto infamante; blandirá sobre ti mentirillas, que de tanto repetirlas los aduladores, terminarán convertidas en verdades, luego usadas para llevarte al banco de los acusados y ponerle fin a la biografía intelectual de tus días. ¡Ay Maquiavelo! La vida pasa como el río y nunca conseguirás bañarte en la misma agua. Los ríos sucios con el tiempo se aclaran. Los árboles son mudos, pero un día hablarán. La verdad tiene puentes; el más seguro cuesta vigilias e indigestiones de estómago. Ya me lo decías una tardecita del invierno pasado: - las únicas defensas buenas, seguras y durables son las que dependen de uno mismo y de sus virtudes. 

BIBLIOGRAFÍA 

MAQUIAVELO, NICOLÁS: El príncipe, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1971. 

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