Por Arnoldo Fernández Verdecia.
La honradez tiene un alto precio. En tiempo de crisis, la honradez es enemiga de los oportunistas que florecen como mala hierba.
Ser honrado nunca ha sido fácil, sobre todo si te empeñas en vivir según los valores morales que dieron cimiento a tu vida.
La honradez y el corazón van de la mano por el mismo camino. Se es bueno cuando se siente la pena de los otros y se lucha porque todos vivan con dignidad.
El oportunista persigue al honrado, no le da tregua. Sabe que mientras exista, es un problema que tarde o temprano deberá resolver. La muerte cívica del honrado, es el propósito de los retorcidos.
Va mal un país que difama de los honrados. Un país no podrá levantarse de la pudrición sino da paso a sus mejores hijos, los que tienen corazón y buenos sentimientos.
Cuando Quijote, en medio de su locura, dice:
-̶ Yo sé quién soy.
Sabe a lo que se expone. Lo tiene muy claro. Afirmarse en lo que ha sido un hombre honrado y desafiar a los oportunistas, blandiendo la espada del decoro, es un duelo a muerte, si vence el que calumnia, el que trepa sobre la espalda de los otros, el que no tiene generosidad en el alma, el espíritu de la nación no tendrá futuro.
A esos hombres sin decoro que proliferan en todos lados, necesitados del rebaño para asesinar la moral de los otros, les digo: "Yo sé quién soy", mi porvenir es el lado luminoso donde florece la vida honrada, allí me encontrarán al final del camino, si es que consigo llegar.
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