miércoles, 28 de octubre de 2009

En el lugar que su obra merezca

Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

Como homenaje a Emilio Roig de Leuchsenring, uno de los investigadores más relevantes de Cuba, se estableció el 19 de julio el Día del Historiador, fecha en la que fue nombrado en 1935 Historiador de la Ciudad de La Habana, un hecho que reconoce el significado de esta profesión para la nación cubana.

Y es que ser historiador es trabajar con la memoria de la nación, hurgar en sus profundos rincones y reconstruir con visión objetiva una selección de hechos que sirvan para legitimar una práctica social. Por eso es normal decir que todo historiador escribe siempre con arreglo a una pauta cultural, pauta que le condiciona el partido político o clase social que lo representa en el escenario público.

Emilio Roig, fue uno de esos hombres que tuvo el mérito de trabajar junto al tercer descubridor de Cuba Fernando Ortiz, intelectual que se adentró con sentido profundo en los componentes de la nacionalidad cubana y los reveló al mundo con singular maestría. De esa sabia se alimentó Roig.

Pero también tiene en su currículum un importante servicio, la lucha por el rescate del patrimonio material e inmaterial de la capital de todos los cubanos, La Habana, una obra monumental de la que uno de los historiadores más prestigiosos de nuestra sociedad se alimentara, el benemérito Eusebio Leal, su actual historiador, que fuera uno de sus secretarios.

Roig fue además un conocedor profundo de la obra del más universal de los cubanos, José Martí, a su pluma se debe un libro iluminador para este pueblo, que selecciona el pensamiento antiimperialista del prócer y lo explica con lucidez, hecho esencial en los años de República, en los que tantos mercachifles disertaban sobre el Maestro, según frase del joven Julio Antonio Mella.

Pero este hombre, intelectual revolucionario y patriota, no permaneció ajeno a la lucha revolucionaria que cristaliza con el triunfo del Primero de enero de 1959, entre los que se colocó al lado de la Revolución estuvo él, cuestión que evidencia que intelectual es aquel que elige la orilla ideológica adecuada y se implica en la fundamentación y legitimación de la nueva sociedad.

Contramaestre vive hoy una efervescencia en los estudios históricos, muchas áreas se trabajan con singulares resultados a nivel nacional y universal, entre los que sobresalen los trabajos sobre la emigración canaria en el oriente de Cuba, las luchas campesinas en Venta de Casanovas, la penetración imperialista durante la República Neocolonial, la percepción de la mujer en la obra de José Martí, y Saturnino Lora y los sucesos del 24 de febrero en Baire, un balance historiográfico necesario.

Una cosa debe quedar clara, y es que los historiadores escriben en función de una verdad que los trasciende; tarde o temprano serán enjuiciados por la posteridad que los colocará en el lugar que su obra merezca.

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