miércoles, 25 de noviembre de 2009

Los temas de la gran prensa norteamericana (Jonathan y su continente, Nueva York, febrero 7 de 1889)

Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

En esta crónica José Martí con ojo clínico reitera los sucesos que atraen a los diarios de Estados Unidos: “No saben los diarios de acá cómo sacarse ventaja. El Herald anda levantando sucursales en Europa, y publica en Londres otra edición. Con el escándalo de dar un número en domingo, porque oyó que Pulitzer, el de la nariz hoceante en que cabalgan inquietos los anteojos, como saliéndose de la silla para ver de más lejos, estaba por Europa, so pretexto de ceguera, moviendo para alguna empresa oculta las amistades que se hizo con el pedestal de la estatua de Bartholdi…”(1).

“Charles Dana, que es el Sun, está en Roma, viendo como recobra, con el auxilio de la Iglesia, el poder que su diario ha perdido por ponerse al lado de los pícaros en las cosas políticas”.(2)

“Pero la regata de ahora es entre el Sun y el World. Compra el Sun el derecho de reproducir el mismo día que salió en Londres, el libro de Mackenzie sobre la enfermedad de Federico, y el World imprime entera desde entonces, en su número del domingo, una novela renombrada, sin cobrar más de lo que cobraba por el número, que es cuatro centavos. Obtiene el Sun privilegio para publicar a Cleopatra, la novela nueva de Ridder Heggard, libro de desocupados, con más sorpresa que méritos, de esa invención que no dura; y el World aparece el domingo próximo con todo el libro esperado de Max O Rell, que es Paul Blouet, el maestro de escuela que ganó celebridad con “Jhon Bull y su Isla”.(3)

Luego de reseñar lo que ocupa a la prensa de Estados Unidos, presenta uno de los grandes temas que tiene a todos los periódicos sobre él, el libro de Max O Rell titulado “Jonathan y su continente”: “No se lee otra cosa, ni el amor de las pantallas, que se usan rojas ahora, en pedestales de bronce, y grandes como sombrillas, ni en el lunch, entre plato y plato, ni en el ferrocarril. Todo el mundo quiere saber lo que opina de Jonathan y su continente…”(4)

En lo adelante se dedica a reflejar los diferentes temas que trata el libro y que interesan a la sociedad norteamericana: la percepción de la mujer; las diferencias entre el americano escrito y el americano vivo; la distinción entre las leyes y las costumbres, entre la nación como se prepara y elabora, y la nación como se la publica y desea, entre el pueblo real que se palpa asustado el corazón y el pueblo deslumbrador que está poniendo gigantes en el cielo.(5)

“El libro está lleno de apotegmas, de cuentos rápidos, de diálogos cortos, de epigramas que apenas punzan, vuelan. Las frases están de punta, como lápices bien afilados: así que su herida marca pero no duele. Es un estilo de frac; pero después de que se han ido los convidados de etiqueta”.(6)

“De los periódicos no dice lo que les falta; sino la empresa febril, la brutalidad e ingenio del repórter, la perspicacia de los visitantes el monte de páginas, los números de los domingos, que son repertorios verdaderos, con novela, con poesías, con páginas de chistes, con artículos para los niños, con críticas admirables, con cartas de todas partes del mundo, con títulos feroces: “De un salto a Jesús” es la noticia de un ahorcado: “Se murió la abuela”, quiere decir que ha muerto la ancianita de la cofia, aquella a quien Garfield escribía todos los días, la madre de Garfield. Ha visto los periódicos por dentro. Lo de menos son las máquinas gigantes. Un publicista famoso escribe sobre una mesura coja en mangas de camisa. Pasan cien redactores ante la mesa editorial. “¿Qué trae? –Una muerte- ¡Una columna! –Un divorcio- ¡Dos columnas! –Un escándalo: una página”. Viveza es lo que se quiere, y novedad constante: el buen inglés no importa tanto”.(7)

Sus criterios sobre la prensa norteamericana los profundiza grandemente, cuando toma distancia de los temas que la ocupan y señala los males que padece y el tipo de ejercicio periodístico que necesita, para darle dignidad a la misma y no estar comprometida con el pago de honorarios, que generalmente vacían de sentidos los mensajes que hacen falta a la población: “No es eso lo que este periódico falta, no cordura, que es mucha en ellos, ni el genio que centellea a cada paso, sino el desinterés, que falta también a la nación, -el calor humano, que consiste en verse a la vez como persona suelta y como parte del mundo, y no por sobre él, y como si nada se le debiera, o se le mirase como mera fuente de noticias, - y la autoridad, el desembarazo, la fuerza, la fiereza, que en vano finge el escritor que disimula su opinión, o calla de ella lo que es cierto y no conviene al empresario que le paga. Se ve la garra en estos diarios, y suenan a hueco”.(8)

“Dignidad falta a lo escrito, no en lo aparente, ni en el modo de defender las cosas públicas, sino en ese sutil poder que viene del brío y decoro del que escribe, y no excluye los respetos y transacciones necesarios a la vida, ni permite hacer de la mente lo que aquel abogado, que “no miraba si el que le pedía el artículo se lo pedía realista o liberal, con tal que se lo pagasen bien, como no miraba su zapatero de qué política era el parroquiano que le mandaba hacer un par de botas: -¡pues es necesario, en cosas de pensamiento, ver quien se manda hacer el par de botas!”.(9)

Esa prensa que una vez criticó José Martí es la misma de hoy, lógico, con todos los elementos del desarrollo asociadas a la misma. Es normal en ella la trivialidad al presentar informaciones como la detención de un hombre, que por sólo llamarse Fidel Castro es noticia: “Detenido Fidel Castro en Miami”, subraya el titular; “Desembarcan Gómez y Martí en Miami”, en alusión a dos peloteros cubanos que se fueron a los Estados Unidos de forma ilegal.

Notas:
1. Jonathan y su continente, Nueva York, febrero 7 de 1889, Obras Completas, Tomo 12, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p. 151
2. Ibíd...,
3. Ibiden, p. 152
4. Ibíd..,
5. Ibiden, p. 153
6. Ibiden, p 157
7. Ibiden, p. 160
8. Ibiden, p. 161
9. Ibíd.,

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