Por Jorge Luis Medina Méndez.
En respuesta a Yo hablo como un oriental no de Santiago de Cuba.
¡Oye Guajiro! ¡Yo también soy guajiro!, y, ¡qué orgullo
siento de serlo! Nací por allá, por un pequeño caserío entre Baguí, Resbaloso y
el Rincón de Resbaloso; nombre exacto no tenía, que yo recuerde, pero era lindo.
¡Qué vecinos aquellos! Éramos una linda familia de Guajiros Auténticos, donde se comenzaba una fiesta el 24 de
diciembre y se terminaba el 6 de enero. Aquella guitarra de Kilén y sus hijos
ponía a bailar auténtica música campesina.
Me inscribieron en Jiguaní, allá estaba el registro civil de
las personas, de ahí que soy Jiguanicero sin serlo.
Era muy pequeño cuando conocí a Contramaestre, mi bisabuela
agonizaba y me tiré, junto a mi familia en trayecto desde la casa hasta Contramaestre a pie, tendría 7 u 8 años, no
recuerdo bien. Luego una maravillosa maestra, María López, que trabajaba en la
escuela Abel Santamaría, donde cursaba el 3er grado, como premio a notas y
disciplina me llevó de vacaciones, junto a otra compañera a su casa. ¡Qué alegría!
Con el tiempo mi vida transcurrió entre Contramaestre y La
Habana, hasta que fui a parar a Minas de
Frío. Me hice Maestro.
Lo que sigue son tribulaciones de un guajiro de monte
adentro buscando superación y progreso. En ese andar vine a parar a Nicaragua,
donde vivo actualmente en el puro campo, porque me traje conmigo mi hablar cantado, mi
gusto por el café fuerte, por la crianza de animales y mí Ser Guajiro
Empedernido.
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