viernes, 23 de marzo de 2018

Mi toque a degüello por José Martí




Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

Hoy, por algunas cosas  que ocurren en la vida, puse mis ideas de José Martí en mi cuerpo, cuando todavía no aparecía el sol por el Este. Era el Martí que me enseñó a ser honrado, a pensar y hablar sin hipocresía, el que me hizo creer en la justicia, en la levadura moral de los pueblos jóvenes de Nuestra América;  el que me hizo maestro, educador, periodista, historiador, escritor de versos, apegado a los humildes, a sus verdades, a sus tristezas, el que padece por todos los que no pueden vivir con honradez y comercian su alma por migajas.

Salí a la calle y el día gris preconizaba tempestades;  un viejo combatiente de la Guerra de Angola me dijo “-Compa, saque el abrigo que hoy hará frío”-;  pero Martí me vestía, no sentía la temperatura gélida que asomaba en la mañana. En mi cabeza las ideas de José Martí parecían ballestas, listas para ser disparadas por el arco de los hombres humildes, esos que hacen Patria y no mendigan favores, influencias, posiciones de poder.

Antes de llegar al trabajo, fui a la justicia, allí donde sus trinos elevan y fortifican el alma; alguien me dijo que con la verdad de José Martí se iba al mundo y nadie podía detenerme. Entonces llegaron  unos diálogos magros, a propósito de la 17 Muestra Joven del ICAIC, sentí mucha vergüenza al leerlos, al extremo que me sentí ofendido.

“Quiero hacer una película” (filme que vulgariza a Martí en una de sus escenas) estaba allí, desnuda, poco inteligente quizás; nunca antes había apreciado algo tan insólito, pero tan germinal a la vez, pues el filme adversa  la vida y obra de Martí, su fuerza expansiva, la teluricidad de su obra.  Aprecien ustedes lo que llega a decir uno de sus personajes: “No lo conocimos. Estuvo en otra época. Es como Borges. El poema ese. Todo está confundido y la gente dice que eso lo dijo Martí. “Hay que sembrar árboles”, eso lo dice mi tía… Yo no creo en Martí. Yo no soy martiano…” Tal vez la ignorancia de este ser, revela un costado clave de la construcción del imaginario sobre el Apóstol: el desconocimiento que muchos cubanos tienen de su obra; quizás desde esa aprehensión elemental se expresa así, como si fuera una cosa más de las tantas que están ahí y no sirven, no funcionan. Pero qué cubano honrado pudiera hablar así, si hasta Willy Chirino, en una de sus canciones lleva un libro de Martí, si todos los presidentes de Estados Unidos reconocen el apostolado del Maestro;  cómo entonces tolerar una  vulgaridad como la que sigue, para crear sed de ir a ver la reconstrucción de un mito, un símbolo y hacer de eso, un espectáculo, una mercancía vacía, para vender el alma al mismísimo Diablo si fuera preciso. “Si nos remitimos al perfil de Facebook de Marta María Ramírez, comunicadora cubana y administradora del muro de la película, encontramos información más precisa al respecto:

“No les cuento la peli  relata Marta María, y en este post, como siempre le pasa al pobre Apóstol y como le gusta a la censura, dejo este diálogo descontextualizado e inconcluso. (Pido esperen a verla para entenderlo en su contexto.)

Esta es la escena de marras:

Tony Alonso Ramírez: José Martí es un mojón, Neysi. José Martí es un mojón, de verdad.

Neisy Alpizar: Verdad, Papi?

Tony Alonso Ramírez: José Martí es un mojón. José Martí no se reía, mija.

Neisy Alpizar: Qué tú sabes?

Tony Alonso Ramírez: José Martí es… era maricón.”

Ver la premier de la película, según esta comunicadora, es asistir a la decapitación moral del “Héroe Nacional” de los cubanos, es tolerar tranquilamente y arrancar sonrisas cómplices, cuando el personaje de Tony llama mojón y maricón a Martí, además de negar el valor emancipador y seminal de su vida y obra al decir incluso, que “no cree en él”.

¿Qué le quedaría al cubano de a pie al regresar a casa, luego de ver algo así? Sencillamente, muchas confusiones, porque los héroes sagrados de la Patria se pueden humanizar, pero no profanar, no despojarlos de sus teluricidades, porque el zombí estaría asechando y entonces no nos serviría de nada aquel aserto martiano, cuando escribió: “Hasta hermosos de cuerpo se vuelven los hombres que pelean por ver libre a su patria” (Martí, José: Los tres  héroes: La Edad de Oro: 1995: 4) 

José Martí en el cine de la República 
El más universal de los cubanos tuvo su recepción en el cine de la República que se estrena en Cuba entre 1902-1958, un hecho curioso, pero a la vez interesante.

Hasta la década de 1950, la imagen de José Martí, se había trabajado de múltiples formas, entre las que se encontraban, en un primer momento, la sacralización del héroe hasta convertirlo en santo, semidiós, Mesías, el símbolo de la identidad de los cubanos ante la frustración del ideal nacional, como consecuencia del dominio de Estados Unidos sobre la Isla.

Otra de las formas que se trabajó fue su excesiva humanización, al convertirlo en un hombre cotidiano, de carne y hueso, alcanzable para cualquier cubano simple, pero desgraciadamente se recurrieron a imágenes que exaltaban su condición de hombre enamorado, gustador de bebidas espirituosas, una humanización que tuvo en la obra de Jorge Mañach, "Martí el Apóstol", su expresión cimera.

Con el gobierno de Fulgencio Batista, a partir de 1952, se intenta llevar una imagen de la vida y obra de José Martí a través del cine; pues se creó una Comisión Nacional Organizadora, que tendría a su cargo la filmación de la vida del más universal de los cubanos.

La cinta seleccionada fue “La rosa blanca”, estrenada en 1953 y que hirió sensiblemente el sentimiento nacional de los cubanos, la misma tenía un argumento excesivamente romanticista, se desvirtuaba el alcance del pensamiento político de Martí, la imagen que trasmitía era la de un santo apolítico, sacrificado y extático.

Hollywood no escaparía tampoco a la tentación de llevar a Martí a la gran pantalla, en 1956 Warner Brothers produjo una película sobre la guerra Hispano-cubano-americana, con el título “Santiago”, en la cual Martí, caído el 19 de mayo de 1895, aparecía en 1898 planeando la rebelión de los cubanos desde una lujosa e imaginaria residencia en Haití, lo que generó airadas protestas, pues se desvirtuaba su significación política. 

No obstante a las objeciones la película se proyectó en Cuba en 1957 y no tuvo la acogida que esperaban sus productores, el hecho de presentar a un Martí rico, alejado de la lucha sacrificada, puede haber sido el motivo principal del rechazo, pues hasta ese momento había predominado la imagen del hombre mártir, el santo, el semidiós. 

Luego de estos intentos de llevar una imagen tendenciosa de José Martí al cine, hubo que esperar por una evaluación rigurosa desde el séptimo arte, que llegaría con el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959. 

José Martí en el cine de la Revolución 
Ya en la Revolución cubana, hubo intentos por llevar al Apóstol al cine, entre los filmes sobresalen: «Páginas del diario de José Martí»  (1971), de José Massip, construido sobre la base de textos de Martí y discursos de Fidel Castro y formó parte del ciclo conmemorativo del centenario. Fue altamente elogiado por el intelectual Alejo Carpentier.

El otro gran filme es “José Martí: el ojo del canario (2011)”, de Fernando Pérez, donde se vuelve, una vez más, sobre su humanización, esta vez enmarcada en la niñez, donde lo presenta en un contexto vital, asediado por lo que normalmente ocurre en un proceso vital de la formación de la personalidad: los maltratos del padre, las relaciones en el universo afectivo del aula, la madre protectora;  la libre expresión en un régimen despótico, el mundo fuera del aula, la casa, un Martí tan cercano al niño normal, que uno termina sintiéndolo alcanzable, real.

Después de “José Martí: el ojo del canario”, muchos quedamos a la espera de las otras partes de la película, uno siente que hacen falta, por lo bien lograda que está la primera entrega. Ese es el Martí que necesitamos en el séptimo arte, uno que sea tratado con inteligencia, sin eludir aquellos aspectos claves que lo hacen compañero del presente y el porvenir. Por eso duele tanto saber de un filme como “Quiero hacer una película”, donde se ignora la devoción martiana de esta isla y de los cubanos de todo el mundo; y  se excluye al Héroe del presente y futuro de Cuba, al reducirlo a dos magras palabras: “mojón y maricón”.  

Mi Martí a degüello 
Al terminar estas páginas me tiembla el pulso, quizás la soberbia de saber que suceden cosas así me nubla la inteligencia.  Siempre he intentado un Martí del decoro, uno que me acompañe ante lo terrible  de vivir en un desierto de almas humanas, tomadas por el zombi; uno que me auxilie y aconseje ante el peligro de esos seres menores, que olvidan que para ser un buen cubano, lo primero es ser digno de la tierra que pisan nuestras plantas; de la historia que nos acompaña, de los sagrados valores que congregan a los virtuosos y arrebañan a los “sin decoro”.    

Quizás sin saberlo, o tal vez intencionadamente, “Quiero hacer una película”, busca ese diálogo entre cubanos, para darle la actualidad necesaria al hombre que muchos llamamos “Santo”, “Milagroso”, “Mesías”, “Apóstol”, “Maestro”, “Poeta”, “Hombre ardilla”, “Doctor Torrente”, “Capitán Araña”, o los otros calificativos que lo convierten en enamorado y gustador de bebidas espirituosas. Lo cierto es  que cada cubano tiene su Martí, y la verdad de la verdad, para ninguno es ni “mojón, ni maricón”.

El Martí del Turquino viste mi cuerpo, uno de sus pensamientos más luminosos puede leerse sobre mí: “Escasos, como los  montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten  con entrañas de nación, o de humanidad”. Es 23 de marzo de 2018.

1 comentario:

  1. Arnoldo:

    Excelentes argumentos para condenar esta pútrida ofensa a NUESTRO Héroe Nacional.

    Cuando recibí la noticia por el sitio "Visión desde Cuba" de nuestro compañero de luchas
    le expresé esta opinión que te pego:

    22 marzo, 2018 en 11:36 PM

    Estamos en los tiempos postreros, el de la apostasía y el Anticristo, y desde 1607 EE.UU. ha demostrado que lo es… Y compra almas, y las deforma para aplastarles y hundirlas en el infierno de la guerra y la destrucción.

    Aplaudo que se imponga el respeto a los verdaderos valores humanos y morales… A nuestro Héroe Nacional no se profana y quedarse impunes.

    En la vida sí hay cosas sagradas.

    Siento encontrarme tan lejos de Cuba, que me impide hacer lo que hace cualquier hijo de trabajador azucarero, buscar al ofensor y romperle la cara, ¡de hombre a hombre!

    Repito:

    NO SE PUEDE OFENDER A MARTÍ Y QUEDAR IMPUNE.

    TAMBIÉN ES MI TOQUE A DEGÜELLO POR JOSÉ MARTÍ.

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