lunes, 18 de marzo de 2019

La Patria de Carolinas y Alejandras


La noche es un gato que pasa

muy lejos.

Yo quiero ser ese gato,

robar el viento,

tomarme el hechizo del polen;

pero no hay un mago para complacerme,

ni soy un personaje  de  Había una vez.

Soy un caracol forzado

a girar en torno a un tanque de cemento,

donde mi padre orina cada noche

y puede aplastarme con la suela de su zapato

el día menos pensado

y seré polvo,

sin antenas,

ojillos,

sin aquel lucero

al amanecer

que mostraba a mi madre

cuando creía ser un niño feliz

que cazó mariposas azules

y habitó un asteroide

donde había un árbol,

por donde se subía al cielo

en una noche de Puerto Príncipe.

Nunca más seré ese niño,

aquel que su madre vieja

acunó en una palabra inmensa

llamada amor.

El amor es un gato azul

que voló lejos

y no hay forma de  hacerlo regresar

a la patria de Carolinas

y  Alejandras.

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