Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Las personas están acostumbradas a valorar una gala en
Contramaestre, oriente de Cuba, por la presentación de orquestas o solistas de impacto nacional e
internacional, sino es así, no está a la
altura del hecho cultural del momento;
pero hay que educar con sistematicidad y espacios fijos, para que eso
cambie.
La Gala por el Día de la Cultura Cubana en Contramaestre, con
guión y dirección de Sulema Rodríguez, demostró con creces que cuando se escoge
bien el escenario, las personas participan masivamente y lo hacen porque entienden
que se trata de algo diferente. Tomar el área exterior de la Galería de Arte
René Portocarrero para el citado hecho cultural fue un acierto, aunque faltaron
sillas ante la muchedumbre que se dio cita allí.
En cuanto al talento artístico, la Banda Municipal de
Conciertos estuvo a la altura de las grandes de la isla, su interpretación de
La Bayamesa fue impecable, por eso arrancó aplausos espontáneos, quizás va
siendo hora de que cada domingo en la noche, tal vez a las 9: 00, nos acostumbre a apreciar su
repertorio en ese mismo lugar, como un espacio fijo, que vale la pena tener
para educar el goce estético del pueblo.
La Brigada de Instructores de Arte convenció en cada entrega
de sus miembros sobre el escenario, poemas, baladas, sones, el Himno de la
organización en Santiago de Cuba, cantado a cuatro voces, todo eso y más, es
algo para fijar en los anaqueles de la memoria. Mucha elegancia en cada
artista, nada de banalidades y chapucería, todo de altura, como merece en
verdad el pueblo cuando se trata de un talento que nace de sus entrañas.
La decoración del escenario, sencillo, pero impecable,
acompañado de una pantalla con la figura de Perucho Figueredo, los versos del
Himno Nacional y una Bandera cubana inmensa. El pueblo agradece, cuando lo
bello llega así, con pasión, pero sobre todo con respeto a los símbolos
sagrados de la nación.
Lo sucedido durante la
noche del 20 de octubre en la Gala por
el Día de la Cultura Cubana, es una invocación a cambiar nuestras maneras de
hacer, de darle mayor protagonismo al talento propio, por su calidad y entrega; educar al pueblo en el respeto al mismo.
Se puede hacer, se puede conseguir, lo demostraron sobre el
escenario, así que ahora deben convencerse de eso y luchar porque nuestra gente
no crea que merece más reconocimiento Diván, que nuestra Banda Municipal de Conciertos
y nuestros instructores de arte.
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