martes, 7 de julio de 2020

Ignoto

Por Javier Monte Miclín

No podría categorizar mi yo, único, inexpugnable e ininteligible como un mero narcisismo, narciso acudía a la simplicidad de la complexión humana para enarbolar una valoración excelsa de su vana carnalidad; tampoco haría de mí, una interpretación arquetípica de alguna deidad dado que estos seres “superiores” adquieren la cuestionable inclinación a sentirse venerados por insignificancias como un continente de sangre, carne y huesos, ¡que deplorable satisfacción!

Me parece justo, a la vista de mi mismidad intentar contradictoriamente mostrarles la belleza de mi superioridad, inclusive cuando tengo certeza absoluta de la incapacidad analítica de ustedes los “seres humanos”.

<<Más la desproporción entre la grandeza de mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que ni me han oído ni tampoco me han visto siquiera>>.

He llegado a este frívolo discernimiento violando de forma grosera la presunción característica de mi egolatría. Es increíble como el farfullo se interpreta como lenguaje lógico, ¡ahí está, una muestra palpable de la pobreza de susfútiles aparatos cerebrales “cognoscentes”!

¿El resultado?- un elevado tono hilarante por parte de mí.

Pero contrario a lo que pudiesen pensar ustedes, cosa que para nada me es relevante, no hay nada de antitético hacia su aberrante existencia, en tanto he observado con toda la displicencia de mi desdén sus equivocas valoraciones de la realidad, llegué a la conclusión de que necesitan ser reformados y dominados por lo que a la vista de sus débiles razonamientos es inefable, o sea, Yo.

Algo, una vez osó cuestionar la presencia de mi altitud usando verborreas disidentes para hacerme entrar en consternación, evidentemente para nada obtuvo algún tipo de reacción por mi parte, no soy yo alimento en el mismo plato para dejarme conmover por una mirruña de cosa como aquel.

Ni el oro, ni el cielo, ni los dioses, ni sus vehementes impulsos por la eternidad son placer para lo que aun ustedes no han podido ni siquiera vislumbrar, (YO), y no por menosprecio o desinterés, es, debido a su naturaleza deficiente e incompleta. ¡Qué lastimoso!

Solo hay algo digno y esperanzador en sus carnalidades, y no es más que la abstracción metafísica de suponer sin éxito de corroborarlo, la penosa tarea de que un día, Yo, solo Yo, decida dirigirles palabra alguna. De todas formas siéntanse dignos de que yo hubiese evadido mi omniorgullo e hiciese una exegesis de su deplorable, paupérrima y aciaga, o no sé cómo debería adjetivarlo, vida.

<<El carácter fuertemente detractor en contra de mí, constituye un buen pronóstico para mí mismidad debido a la estrecha correlación que hay entre la descalificación de mi existencia… y mi éxito subsiguiente. Cuanto más se me ha criticado y me han condenado prácticamente en todo, más importancia y éxito han tenido mis condenadas obras>>.(2)

Referencias bibliográficas

(1) Friedrich Nietzsche: Cómo se llega a ser lo que se es.

(2) Pitirim Sorokin

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