viernes, 24 de febrero de 2023

GRITO DE BAIRE (Crónica)


Por Arnoldo Fernández Verdecia. 

Cuando niño, Baire era un pueblo hermoso. Allá iba con abuelo a ver la caballería mambisa desfilar,  la lidia de gallo famosa, la hora 25, el disparo al aire, la libertad nacer. 

El 24 de febrero nos íbamos oscuro, para ocupar una posición en el parque de los Rojos Flamboyanes  y  ver, desde un sitio privilegiado, el ritual que nos hacía sentir "cubanos libres".

A Baire venía gente de toda Cuba. Había paradas martianas, verbenas, todo era jolgorio y fiesta.  Ahí empezó a crecerme el mambí  que abuelo sembró.

Pero un día no hubo más paradas martianas, caballería mambisa, pelea de gallo, ni disparo de revolver...,  un grupo de funcionarios ideológicos creyó que era peligroso usar armas de verdad, así empezó la tragedia de borrar lo que Saturnino Lora, Florencio Salcedo y toda aquella gente hermosa,  construyó y que no dejó de recordar mientras les duró la vida.

Un día despertamos con unos actos solemnes que poco a poco nos fueron quitando el alma de Baire. Entonces los niños no quisieron aprender a ser mambises como sus abuelos. José Martí se fue de Baire, no hubo más paradas en su nombre. No vinieron más presidentes de la nación al pueblo; de un plumazo historiográfico no fue más "Grito de Baire".

Abuelo murió y con él, aquel Baire donde ser mambí era un orgullo.

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