Por Arnoldo Fernández.
Pide un milagro. No le cabe el corazón en el pecho. Siente que explotará en cualquier momento. Su piel es mordida por mosquitos, jejenes... Otra vez habla con Dios. Lo hace de rodillas como le enseñó el padre, cierra bien los ojos, pero no logra concentrarse, es mucha la oscuridad que lo mira desde adentro. Siente a la bestia a punto de salirse, entonces llega el grito. -No puedo más, cojone, 38 grados es demasiado, demasiado. Otra vez el grito, mucho más desesperado que antes:- No resisto más, cojoneeeeee...
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