Por Leonides Penton Amador (Agencia de Periodismo Independiente Continental México Estados Unidos. Apic Alternativa la
Decana)
Recordamos una Cuba receptora de jamaiquinos que se volcaron al corte de
caña y a las labores de la industria azucarera. También franceses que se
establecieron en oriente, huyendo de la Revolución de Haití y desarrollaron importantes
plantaciones de café. Japoneses en Isla de Pinos, irlandeses y norteamericanos
que dejaron sus países, para comenzar una vida de negocios en Cuba.
Recordamos aquel “comercio de ropa” de los judíos, o como se decía de los polacos: "vendo corbatas baratas, corbatas baratas"; pero
que fueron asimilados con amor por el pueblo cubano.
El cubano sin embargo no salía del país y si lo hacía era a cuentagotas y
por problemas políticos antes de la Revolución. Pero ahora tenemos un fenómeno muy
importante que hay que tener en cuenta, aparte de la salida masiva a los
Estados Unidos, en busca de mejoría económica. Ahora se está dando un fenómeno
sui generis que hay que comprenderlo en su esencia.
Desde que la
República Federativa de Guyana dio la oportunidad de entrar
al país sin necesidad de una visa, un grupo de cubanos emprendedores se ha dado
a la tarea de conseguir dineros necesarios para pagar el alto pasaje de mas más
1000 dólares que se usa para salir del país y llegar sin visa a ese país de
Sudamérica. Es una pléyade que viene en cada vuelo; judíos, mercaderes de la
era moderna, judíos del Caribe, no en sentido peyorativo, sino en el mejor
sentido de la palabra, comerciantes emprendedores y hombres de lucha y de
porvenir, que en Guyana tratan de adquirir aquellos productos que son total y
completamente deficitarios en la isla de Cuba.
A través de su gestión de compra y venta han surtido las ciudades de Cuba y
los campos con blúmeres, ajustadores, pantalones, blusas, zapatos, adornos de
pelo y bisutería de todo tipo, pero necesarios, que de una manera inexplicable
no pueden encontrarse en las tiendas estatales.
Los cubanos salen hoy del país temiendo que un mal día este tipo de comercio termine; sienten el temor, como la espada de Damocles sobre su cabeza,
que por una decisión burocrática
se les quite esa oportunidad de comerciar y suplir necesidades que el pueblo
tiene, de las cosas que ellos venden. Algunos han decidido quedarse en Guyana,
y armar sus negocios allí, entre los que
sobresalen importantes servicios de hospedaje con sus anuncios en español e inglés.
Esperamos que sigan teniendo esta posibilidad hasta tanto Cuba les permita
desarrollarse por ellos mismos y tener todos los derechos consustanciales a su
ciudadanía, además de tener sus tiendas de ropa, zapatos, etc, porque no es un delito,
ni demérito, ni nada que vaya en contra de ningún tipo de revolución, el
derecho a negociar y propiciar una mercancía mejor al consumidor cubano.
Espero que estas palabras lleguen a oídos receptivos que comprendan que es un derecho fundamental
comerciar. Así pues, luchadores, que viajan a Guyana, les felicitamos y
auguramos mejores días en esa travesía que se da como en la antigüedad, en
busca de la tierra prometida, la de las especies, la seda, la de los
emprendedores que aprenden a volar aún con las alas cortadas.
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