martes, 27 de diciembre de 2022

LOS JUGUETES SON LA COMIDA DEL ALMA



Por Arnoldo Fernández Verdecia. 

Manolo casi no durmió. Adrianita tampoco. Es inmensa la felicidad asomada a sus ojillos traviesos. Un hecho hermoso los tiene embriagados de alegría. 

La Noche Buena les trajo regalos inolvidables: un carrito de control remoto, felpas de muchos colores y confituras. 

Manolo se fue a la cama con el carrito, el olor de la baquelita es divino. En la madrugada no pudo más, saltó del lecho y se puso a jugar en la sala. Así lo sorprendió el amanecer. 

Adrianita es un planeta. Por su cabello desfilaron todos los colores del universo. Sintió que vivir es una fiesta, que a veces llega un rey mago y con su varita mágica hace los sueños. 

Con el despertar del día fui a felicitarlos, abrazarlos. Me obsequiaron caramelos. La felicidad como una liebre aparecía en cada uno de sus gestos. 

Pensé en los niños que nacieron de 1990 para acá y asomaron lágrimas en mis ojos. Las palabras de mi profesora Rosa C Espinosa Rodriguez llegaron con energía: "los juguetes son la comida del alma infantil". La mayoría de los peques cubanos no saben lo que es un juguete, una confitura, quizás por eso crecen tan rápido y hablan y se comportan como adultos. 

Gracias a un rey mago del barrio,  que ahora vive en el país de Santa Claus, Manolo y Adrianita son muy felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MUY IMPORTANTE: No se publicarán comentarios anónimos en este blog, es necesario consignar siempre la identidad de la persona. No se admiten ofensas, insultos, propagandas de ningún tipo. Cada persona tiene la libertad de expresar lo que piensa, pero con respeto al otro diferente. d



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Aviso a los lectores de Caracol de agua

Este blog admite juicios diferentes, discrepancias, pero no insultos y ofensas personales, ni comentarios anónimos. Revise su comentario antes de ponerlo, comparta su identidad y debatiremos eternamente sobre lo que usted desee. Los comentarios son propiedad de quien los envió. No somos responsables éticos por su contenido.