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martes, 15 de septiembre de 2009

Desde una visión de género: Una revista para todos los tiempos

PEDRO ANTONIO GARCÍA (cultura@bohemia.co.cu)

Para no caer en trampas metafísicas, miremos La Edad de Oro del modo que nos propone el pequeño príncipe del asteroide B-612: “Lo esencial es invisible para los ojos (…)”. En la primera página del número inicial, se consigna: “Para los niños es este periódico, y para las niñas también”. Ellas nacen para madres, apunta más adelante, y “deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar con ellos como amigos cuando vayan creciendo”. Partidario del libre albedrío de la mujer, en una época donde la familia aún la concertaba el esposo, hace decir a la princesa de Meñique: “Hija de rey o hija de campesino, la mujer debe casarse con quien sea de su gusto”.

Es cierto, como apunta Arnoldo Fernández Verdecia en un interesante ensayo sobre La Edad de Oro, que en la visión martiana de la mujer, ella debe aprender desde niña la feminidad, jugar a las muñecas, contar cuentos bonitos para las visitas, estar bellas y aseadas. Ser madre y ama de casa, su rol fundamental.

Así, razona Fernández Verdecia, cuando Martí nos propone elegir entre Pilar y Masicas (la esposa de Loppi en El camarón encantado), quien ejemplifica a la mujer negativa, lo que diferencia a ambas “son los atributos morales, en esencia los roles siguen siendo los mismos”.

Aun así, llamo la atención de que Martí no nos propone como antípoda de Masicas a Nené, quien gusta de jugar a ser mamá, ir de tiendas, hacer dulces; ni a Piedad, tan interesada en estar bella y en el aseo suyo y de su muñeca Leonor, sino a Pilar, la trasgresora. ¿No debíamos meditar un poco más al respecto?

El propósito de Martí, con La Edad de Oro, era escribir para los niños de su tiempo, una época en que se extendía la niñez hasta una edad que hoy consideraríamos como bien entrada la adolescencia. Si hoy esta revista resulta un paradigma para la literatura infantil; si sus relatos sobre la historia (latino)americana tienen plena vigencia para la escuela de nuestros días y aún conmocionan a los jóvenes; si a pesar de sus prejuicios decimonónicos, muchos consideran que, en lo esencial y como punto de partida, el modelo de educación para mujeres que propone es una alternativa para el actual milenio; si los niños y niñas de cualquier edad siguen considerando un viejo amigo al Hombre de La Edad de Oro; tendremos que convenir sobre la genialidad indiscutible de este ser extraordinario, el más universal de todos los cubanos, a quien denominamos Apóstol, Héroe Nacional o, simplemente, El Maestro.


Fuentes: Fragmento de un artículo publicado en la revista Bohemia, 17 de julio de 2009, consultado en la dirección electrónica http://www.bohemia.cubasi.cu/2009/07/20/cultura/marti-edad-de-oro.html

jueves, 10 de septiembre de 2009

Afán posmodernista sin poiesis

Por Arnoldo Fernández Verdecia

El grupo literario Café Bonaparte es noticia en los medios de comunicación cubanos desde que algunos de sus miembros lograron importantes premios en eventos literarios de la Isla, como el Calendario, Cuba Soneto y muchos otros que dinamitan el quehacer creativo de los jóvenes. Conversar con Eduard Encina Ramírez, uno de sus miembros, sobre su percepción de la poesía en la década de 1990, es imprescindible para el que quiera conocer de primera mano como un escritor del interior se representa ese proceso.

Arnoldo Fernández Verdecia: ¿Se puede hablar de una generación de novísimos que defina la poesía de la década de 1990?

Eduard Encina Ramírez: Las generaciones en los 90, es difícil reconocer que exista un afán posmodernista que le ha faltado poiesis. Fue un tiempo de reorientación, reidentificación, más bien lo que hubo fue una reconstrucción de una mitología. Creo en eso, porque hubo fallas de comunicación en la poesía que escribían los jóvenes, no tenían forma de socializar lo que producían. Se hace difícil pensar en una generación cuando lo que escribes sólo se publica en plaquet y revistas. Creo más bien que existe una promoción de los 90, y que se puede hablar de algunos aportes en cuanto a gama temática y pensar cambios que no se lograron concretar por falta de valentía para asesinar a los padres. Es difícil acabar con la norma, con el posconversacional de los 80. Lo que existe en la literatura de los 90 es una prolongación de lo que se escribió en esos años.

AFV ¿Qué faltó para que cristalizara una visión propia de la poesía?

E E R: La ausencia de juicios críticos, la cobardía de no aceptar, de negar, discutir, cambiar y de tener la palabra apacentada en el lenguaje, darle regodeo y convertirla en algo diferente. Más bien lo que ha predominado es el palabreo, un afán posmodernista que le ha faltado poiesis, conceptos, sentidos y se convierte en un arranque emocional incapaz de cambiar el orden de las palabras, el orden de la escritura. Eso trae problemas muy grandes, complicados a la hora de entender cuáles son las propuestas auténticas.

AFV: ¿Cuál es la crítica necesaria para la poesía de la década de 1990?

E E R: Una crítica que jerarquice, que no tenga que ver con los cortes que tienen las revistas, que tenga un compromiso serio con la literatura que hacen los autores, plantear a la sociedad las poéticas que tienen algún valor, pero también rechazar las que no funcionan. Los escritores también son muy complacientes, no han tenido un sentido crítico de la literatura, eso ha generado un período largo de vacío y silencio, hemos sido incapaces de jugar el papel ético que reclama nuestra literatura. Estamos regodeados con la complacencia, al extremo de vivir la bohemia, no digo que no se viva, pero es que la literatura no ha sabido plantearse espacios críticos que traigan una polémica, capaz de dinamitar los sentidos que potencien la germinación y expansión de lo nuevo.

AFV: ¿Cuáles son esos espacios que deben potenciarse?

E E R: Los de la creación, existen algunas obras y autores que han mostrado una obra con nivel y desapego a lo que se estaba escribiendo en la década de 1980, sin embargo, no han ganado espacios de independencia para polemizar e introducir la necesidad de cambios en la creación literaria, y si no existen esos espacios de potenciación de las poéticas individuales, si no se llega a un consenso general a partir de ello no se consigue transgredir lo canónico como lo hicieron Regino Boti y Poveda en su momento.

AFV: ¿Y los eventos?

E E R: No creo que los eventos puedan potenciar las poéticas individuales, si pueden ilustrar una promoción siempre y cuando tengan un carácter crítico. Los poetas jóvenes contemporáneos leen poco, los accesos a lecturas de lo más actual a nivel mundial, no los tenemos, si en un momento un José Lezama Lima pudo beber de múltiples fuentes, esas ausencias para nosotros son limitantes que empobrecen el horizonte creativo. En realidad, casi me estoy justificando, hallo mala formación, no hay base filosófica sólida, ni conciencia literaria.
En el panorama literario del país, digamos las mismas ferias del libro, se promueve a los autores más consagrados por su obra o por otros compromisos, a un segundo o tercer plano pasa la literatura inmediata hecha por jóvenes, ¿quiénes podrían proponer encuentros teóricos de confrontación de poéticas diferentes?

AFV: ¿Cuáles son las barreras para romper el estigma de los 80?

E E R: Una está referida a los mecanismos de poder, la otra tiene relación con la creación literaria. Las dos se ilustran con claridad si revisas todas las revistas del país, están dominadas por escritores de los 80, que ejercen una hegemonía casi narcisista hacia lo que ellos hicieron que fue muy valiente pero también tuvo su lado débil. Sus concepciones lo que hacen es contaminar a los iniciados que tienen de una manera u otra que buscar refugio en ellas.

AFV: ¿En qué proceso literario, dentro de las corrientes poéticas, ubicarías tu obra?

E E R: Más bien lo que hecho es escribir a partir de lo que conozco, se me hace muy difícil ubicarla dentro de un proceso histórico determinado.
AFV: ¿Sin embargo tienes influencias muy marcadas de un poeta como Reinaldo García Blanco?

E E R: Eso sucede cuando uno se acerca a una poética de fuerza expansiva como la de Reinaldo, estar al lado de sus construcciones lingüísticas, sus conversaciones, sus manías del lenguaje; cuando uno es muy joven todo eso tiene una gran carga sobre ti, negar esa influencia sería negar mi formación.

Pero llega el momento en que uno tiene que nadar solo y buscar poéticas completamente opuestas a esa que te determinó en un momento. En mis libros iniciales “De ángel y perverso” y “El perdón del agua” late el espíritu del Rey..., debieron aguantar mucho machete antes de salir, pero era una manera de darse a conocer y eso también es importante. Después de esos textos escribí tres libros más: “Golpes bajos” premio Calendario, ya publicado, “Derrumbes parciales” y “Lectura de Patmos”, todavía inéditos, en los que creo haber encontrado mi propia voz.

martes, 8 de septiembre de 2009

El reverso de la isla

Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

Imaginar en el interior mujeres haciendo buena poesía es difícil, sólo algunas individualidades están colocadas en el parnaso poético, incluso sobre pedestales adorados por los responsables de la política cultural en Cuba. Sin embargo, no sucede así con todas las voces del mapa literario femenino de la isla, en especial, la poetisa May Yudit Serrano, alguien que sólo ha recibido dos reseñas en Internet y ninguna revista de corte literario fijó los valores de su obra Rudeza del Estiaje, publicada por Ediciones Santiago en el 2007.

May, como le decimos muchos de sus cercanos colegas, llegó a Contramaestre procedente de Nicaro, en la provincia Holguín, ubicada también en el oriente de Cuba; es licenciada en letras y dirige actualmente la carrera de Estudios Socioculturales en la Sede Universitaria Municipal(SUM).

En Rudeza del Estiaje, sobresale un afán por recuperar la herencia poética de los clásicos, donde el poema aparece como cuerpo integrador de la esencia del creador, lo que instaura en su voz un profundo aliento de búsqueda. Uno de los textos que respira con mayor claridad el citado aserto es “Tribulaciones del poeta”:

“¿Qué se le pide al poeta en la isla? La imaginación es libre, le dicen al poeta el resto de los isleños; anda, viaja y tráenos los frutos del allá, los del jardín de sándalo e incienso, los de la marmolera y el pozo de aguamiel; tráenos la imagen del rayo de luna y la expectante calidad de la seda. Dicen los isleños que la imaginación... El pobre poeta intenta, ve, lo inefable es su hostia, abalanza su trazo tras nube o sombra. Desde su reducida “atalaya” conoce el reverso de la isla y del hombre que la habita, y es lógico que abra en su pecho una nueva certeza. Comprende entonces que hay un límite y una elección; en la cárcel de su trazo anhelante, la angustia se hace isla, duplicada y triplicada en lo extenso que se abigarra... pero, ¿¡cómo tocar el cuerpo endurecido del silencio!?”

Yudith Serrano tiene varios reconocimientos, entre los que sobresalen: mención en el Premio de la Ciudad de Holguín en 1995; ganó el concurso Lengua de Pájaro en Nicaro, Mayarí en 1996; alcanzó el premio “Quijote” de la Universidad de Oriente en 1999 y fue ganadora de uno de los accésit del premio Adonais de Madrid, España, 1997, con el libro “Poesía”, publicado en abril de 1998 por la Ediciones Rialp. S.A.

“Rudeza del estiaje” tiene la inteligencia de una mujer que vive en el interior de la isla, alejada de los grandes circuitos de publicación, prestigio, promoción y viajes al extranjero, pero no tiene falsos localismos, ni es una provinciana trasnochada, medita los problemas universales del hombre con fluidez y belleza estética:

“(Pescando, clasificando peces del mar, frente a la casa, veo saltar de repente una ballena. Conmovida por la inmediatez de su presencia, me olvido del estudio). ¡Ay, ballena de Jonás, ballenita de Pinocho, dilatación de luz cansada! hunde tu ojo en la distancia y dime si está allí mi familia proscrita, mi amor perplejo, mi palabra perdida”.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Contra el campo quemado: la fuerza del hombre

Por Arnoldo Fernández Verdecia

Nuestra ciudad celebró este 28 de agosto, el aniversario treinta y dos de la publicación del libro "La fuerza del hombre", del escritor Orlando Concepción Pérez, importante figura de las letras en el oriente cubano.

En 128 cuartillas y dividido en dos partes "Unos golpes tan fuertes" y "Al final de la batalla", el autor incursiona en dos temáticas: el ciclón Flora y la zafra de los Diez millones en la Cuba de los 60 y principios del 70.

La colección a la que pertenece es Pluma en Ristre, conocida por los lectores cubanos de las décadas de 1970 y 1980. La encuadernación privilegia los azules y unas imágenes alegóricas al contenido temático del libro. El trabajo editorial tiene como mérito una cuidadosa corrección ortográfica y una redacción impecable.

La edición fue de 5000 ejemplares y sus padres tutelares fueron Imeldo Álvarez y Onelio Jorge Cardozo, destacados narradores de la literatura cubana de esos años.

Según Basilia Papastamatíu, poetisa y crítica literaria, la mejor parte del libro es la segunda, porque tiene cuentos que lindan entre el sueño, la fantasía y la alucinación. La lectura cobra mayor intensidad a partir de Campo quemado, publicado inicialmente en La Gaceta de Cuba, no. 84, julio de 1970.

En su aniversario treinta y dos, "La fuerza del hombre", se mantiene entre los libros pioneros de la narrativa de Contramaestre, su autor Orlando Concepción se mantiene en activo, y desde esa fecha y hasta lo que va del presente, ha publicado otros textos entre los que sobresalen: "Dos cuentos", Ediciones Caserón, Santiago de Cuba, 1987, "El horno de la ira", Ediciones UNEAC, Las Tunas-Bayamo, 2003, "El dinosaurio azul" , Ediciones Santiago, 2004 y "Velamen", Ediciones Santiago, 2007.

Concepción Pérez se inscribe entre los más fecundos creadores que ha dado Contramaestre a lo largo de su breve historia literaria.

jueves, 27 de agosto de 2009

La soledad del oficio

Por Yovanis Acuña Montero

Escribir siempre ha sido una de las aventuras más interesantes que ha descubierto el ser humano. Asimismo es una verdadera aventura, no tan interesante, la publicación de las obras que sueñan sus creadores.

Es ahí donde comienzan a sucederse los obstáculos objetivos y subjetivos. Ideas como éstas maneja Arnoldo Fernández Verdecia en su texto: “La soledad del oficio”, libro inquietante y motivador, que hace un análisis sucinto y profundo de la escritura en correspondencia con su contexto y que fue presentado hoy, en la librería municipal, por el escritor Orlando Concepción.

Al decir de Arnoldo en el prólogo de este libro: “Los compromisos y dilemas que enfrenta un escritor en cualquier parte y época, es un universo cultural que surca el rostro de la humanidad desde sus albores. ¿Qué sería lo trascendente en un ensayo sobre el tema? Prefiero definirlo con una metáfora: escritor del interior de Cuba ”.

Este tropo es ideal para adentrarnos en la propuesta de Fernández Verdecia, y es que la principal problemática que aborda el libro son las vicisitudes que pasan los escritores desde el interior del país, específicamente desde el municipio, tan alejado de los circuitos culturales nacionales.

La Soledad del Oficio no es un libro de resentimientos ni de pedidos, es un texto que invita al diálogo, al análisis de una realidad que debe hacerse más enfática en el intercambio cultural contemporáneo de la isla. Lo cierto es, que Arnoldo Fernández no resulta el único con este reclamo, hay muchos que comparten la soledad de su oficio.


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